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Cultura 11 de mayo de 2021

Relato de un autor marplatense fue premiado en certamen internacional

Se trata de "Un día la historia se detuvo" de José Mora, en el que escritores, poetas e intérpretes gauchescos de los últimos 200 años se encuentran en una pulpería y comparten un "franco diálogo".

“Un día la historia se detuvo” es el relato del marplatense José Mora que obtuvo el galardón principal del XXIX Certamen Internacional de Arte, Poesía y Cuento, que se desarrolló de manera virtual.

Mora, médico especialista consultor en Medicina del Deporte, se dedicó a la literatura histórica desde que se retiro de su actividad profesional y tiene publicados los libros “Relatos de la historia” y “Pasajes de tradición e identidad”.

Con 73 años, Mora escribe porque “me hace sentir bien difundir nuestra historia y tradición, no tengo ningún propósito comercial” y sus producciones han sido donadas a bibliotecas de la ciudad y de distintas universidades del país y del exterior.

Mora contó que para escribir su libro “Pasajes de tradición e identidad”, sobre la historia del siglo XIX tuvo que presentar un proyecto en la Biblioteca Nacional para obtener el carnet de investigador y poder acceder al Tesoro y munirse de documentación y textos, que “no están en cualquier librería”. También visitó museos, otras bibliotecas y otros centros de información en los que reunió “muchísimo material”.

“En ese momento pensé que sería una lástima que esa documentación se perdiese. Entonces empecé a escribir cuentos cortos con una modesta prosa pero tratando de ambientarlos lo mejor posible en nuestra historia y tradición” explicó, sobre el nacimiento del cuento ganador del certamen, en el que “la historia se detuvo en ambas bandas del Plata por una falla del tiempo, y he aquí que inesperadamente todos los escritores, poetas e intérpretes gauchescos de los últimos 200 años se encontraron en una pulpería interactuando en franco diálogo”.

En este relato participan Bartolomé Hidalgo, Ascasubi, Estanislao del Campo, José Hernández, Jorge Luis Borges, Fontanarrosa, entre otros.

“Intento interpretar la idiosincrasia y personalidad de cada uno de estos personajes. Y como el lenguaje gaucho estuvo siempre presente en los heroicos acontecimientos del siglo XIX, nos dio identidad, por lo que anhelo sumar un granito de arena en la salvaguarda de nuestra tradición, de nuestro acervo, de nuestra pertenencia” analizó el escritor.

El cuento:

“Un día la historia se detuvo”

Un día la historia se detuvo. Doscientos años transcurrieron en un día. Tan imprevisto suceso dio lugar a que muchos poetas y escritores distantes en la historia pudieran encontrarse y dialogar aquel día. El extraño fenómeno no ocurrió en ningún otro lugar de la Tierra. La falla del tiempo aconteció en ambas bandas del Plata, donde tales personajes, de pronto, se encontraron interactuando en franco diálogo. El tiempo quiso que fuese en una pulpería instalada al fin de la colonia y perduraba en el tiempo, donde famosos poetas concurrían e incluso, fueron retratados por prestigiosos pintores. Justamente, León Pallière estaba retratando al célebre Estanislao del Campo, que se encontraba sentado al lado de unos sacos de yerba. A su lado, mate en mano, se hallaba Bartolomé Hidalgo, con quien inició aquel diálogo:

-Sabe Hidalgo –le dijo Del Campo- este fenómeno meteorológico nunca lo había observado. Estaba aquí cerca, en las barrancas del río, en San Isidro, y luego de un fuerte pampero apareció una sudestada, después una misteriosa calma y se detuvo el tiempo. Siempre iba a ese lugar para ver el majestuoso río, con sus camalotes “cabrestiando en la corriente”, y cuya amplitud y bravura me ingenió para aquellas redondillas del Fausto cavilando “…que linda es la mar, la viera de mañanita, cuando a gatas la puntita del sol comienza asomar”

-Que gustazo encontrarlo –respondió Hidalgo-. Es un placer haber unido las cinco décadas que nos separaban, con quien volvió a entusiasmarse ante el asombro y admiración que al gaucho le producía, al llegar a la ciudad y ver los espectáculos de la calle y los teatros y a veces, sufrir algún contratiempo como yo he relatado. Le invito un vaso de este delicioso carlón y una vuelta para todos.

-Yo también agradezco el convite, Don Bartolomé, –contestó Ascasubi-. Usted fue mi maestro. Su brillante diálogo por las fiestas Mayas dio inicio a la descripción de los espectáculos callejeros urbanos, y siguiendo su rumbo continué relatando los deleites y sinsabores que estremecieron al gaucho Jacinto Amores, en las fiestas cívicas que celebraban el aniversario de la Constitución Oriental. Y bien sabe que, hasta le tributé mi homenaje en mi periódico “Jacinto Cielo” con una de las bellas cuartetas de su brillante Diálogo: “Hoy lo sobé de mañana / antes de salir el sol, / de suerte que está el caballo / parejo que da temor”.

-También acepto su cortesía –expresó Bernardo Echevarría– Está bien que yo haya sido milico de Rosas, pero antes de Caseros vine a Buenos Aires y me volqué a la pluma. La historia no me ha tenido en cuenta por ser federal pero también, redacté un diálogo en estilo gaucho, en “La Gaceta Mercantil”, narrando la perplejidad del gaucho Justo Calandria en las manifestaciones populares, en un desfile por Palermo, al ver a su querido Restaurador y a Manuelita.

-También accedo al convite, amigazo Hidalgo -con voz reflexiva y madura contestó José Hernández-, y para que vean que no había rencores, sino respeto por lo que escribieron. Sus obras, en verdad, son de mucho merecimiento, pero Fierro no es gaucho de ir a la ciudad a contar su asombro por el espectáculo de un Veinticinco de Mayo o función semejante. Él cuenta sus trabajos, sus desdichas, los imponderables de su vida gaucha. No escribo para que se divierta la gente de ciudad. Para mi es cosa seria. No sólo se lo transmití a Fierro, sino que también pueden ver en mi Instrucción al Estanciero las propuestas sobre la formación de colonias agrícolas, con hijos de la tierra, construyendo una vida digna para aquellos que no tienen trabajo, ni campo, ni donde hacer un rancho y padece su familia la miseria.

-Es cierto –dijo Fontanarrosa-, mi Inodoro Pereyra siempre decía: “El problema no es el injusto reparto de la riqueza, es el generoso reparto de la pobreza”, y agregaba ando “mal pero acostumbrao”.

-Tiene razón, don Hernández –respondió Del Campo-, y sus sextinas son lo más grande de nuestra poesía gauchesca, pero nunca he querido ofender a nadie. Advierta que otros más tarde me lo han celebrado, como Borges, que allí lo veo junto al mostrador con los orientales Lussich y el “Sabalero”, conversando sobre malevos y candombes.

-Ya que me nombra, -expresó Borges al acoplarse al diálogo- yo siempre dije que habría sido una felicidad conocer a quien inventó a esos gauchos conversadores.

-Sin embargo –afirmó Del Campo- ya, sobre mi primera décima del Fausto, cuando los gauchos Don Laguna y “el Pollo” llegaban a caballo y se encontraban en el Bajo para dialogar, Rafael Hernández dijo que un parejero nunca puede ser overo rosado y Lugones alegó que sofrenar un caballo no es propio del criollo, sino del gringo novato.

-No estoy de acuerdo –señaló Borges- aunque los formales detesten el pelaje rosado, sigue misteriosamente agradándome. No toleraría una modificación de la décima. No se puede comparar la realidad, los contextos o las erudiciones con el placer que trasmite la contemplación de la felicidad y la amistad.

-A lo que consideró Hernández- Aprecio el ingenioso vuelo literario, pero sin ofender a nadie a mí me gusta el cantar opinando, y el gaucho tuvo injusticias, terminó pobre y pienso que ningún pueblo es rico si no se preocupa por la suerte de sus pobres.

-Así es -dijo Fontanarrosa-, el gaucho Pereyra afirmaba: “Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciao de sus riquezas”.

-El oriental Antonio Lussich, que se encontraba ahora con Zitarrosa, en un rincón de la pulpería, expresó – Quiero agradecer a Hernández porque siempre nos brindó su apoyo para la causa oriental y expresar que yo también hice mi aporte con el dialogado poema Tres gauchos orientales poco antes que él diera a luz nuestra obra cumbre.

-También dirigiéndose a Hernández – explicó Hidalgo-, yo inauguré aquellos diálogos gauchos y vea el respeto, hasta don Alfredo Zitarrosa mucho después unió y vocalizó nuestras protestas contra esa injusticia.

-Don Hidalgo está en lo cierto –entró en conversación Zitarrosa- Mi compatriota, autor de aquellos combativos cielitos, fue el creador de la poesía gauchesca en forma literaria y fue el que sorprendió con el hallazgo y la instauración del diálogo. Esto último, usted Borges, más de una vez lo aseveró. De todo lo que manifiesta don Hidalgo, cincuenta años antes, en su Diálogo patriótico interesante, referente a la injusticia que padece el gaucho ante la ley, al ser tratado diferentemente al Señorón, al hombre rico, tomé algunos de sus versos. Me atreví, sabiendo que no se iba a negar, y los musicalicé en forma de milonga respetando los antiguos payadores de su época que lo hacían por cifra. No dudé que el título, “La ley es tela de araña”, fuera el primer verso de una maravillosa sextina suya, don Hernández, que en la voz del Moreno condensa también el pensar de este sublime diálogo de don Hidalgo y enlaza las cinco prodigiosas décadas. Como broche de oro al terminar este día en que la historia quiso detenerse, y en alusión no sólo al título, sino al tenor de la milonga, voy a cerrar con su inmortal sextina:

“La ley es tela de araña
en mi ignorancia lo explico:
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos”