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Arte y Espectáculos 1 de mayo de 2022

Quilmes Rock: Gorillaz y Trueno en un épico cierre

La banda británica elevó a niveles de excelencia el balance de la jornada inicial del festival. El cruce final con Trueno en "Clint Eastwood" dejó la gran postal.

Gorillaz, el grupo comandado por Damon Albarn, cerró anoche la primera jornada del Quilmes Rock con el rapero argentino Trueno desplegando su talento para las barras improvisadas sobre el clásico “Clint Eastwood” y sellando así una colaboración que agiganta aún más el alcance y la trascendencia de la escena urbana argentina en el mapa mundial.

Mateo Palacios Corazzina, el joven rapero que unas horas antes había copado el mismo escenario para la despedida definitiva de su disco “Atrevido”, reapareció otra vez para dejar su sello bien argentino en esta alianza inesperada.

“Quiero la gente con las manos en el aire como los músicos y los freestylers. A esto ya nunca lo para nadie. Un saludo para Damon; esta es toda tu gente de Buenos Aires”, obsequió.

“Yo soy un guerrero que defiende su aldea. Y yo lo hago pa’ la calle, soy el papi. Bien argentino como los Damas Gratis. Esos raperos no son ratis, aunque me quieran lastimar ‘i’m happy'”, cerraba el argentino ante las miradas cómplices y la sonrisa brillante de Albarn y más de 60.000 personas que colmaron el predio de Tecnópolis para el regreso presencial del Quilmes Rock.

Con una grilla dominada por la presencia de artistas locales, el universo ficticio y virtual de Gorillaz ostentó con altura su gran cartel como la única banda internacional de esta edición con una actuación épica que sumó los aportes de otros raperos como De La Soul en “Superfast Jellyfish” y “Feel Good”; de Bootie Brown –del grupo The Pharcyde- que hizo de las suyas en “Dirty Harry”, y de Sweetie Irie para una versión remixada como dancehall de “Clint Eastwood”.

El grupo creado por el cantante de Blur y el artista visual Jamie Hewlett en el 2001 puso toda su parafernalia electrónica al servicio de un repertorio inaugurado con “M1A1”, “Strange Timez” y “Last Living Souls” y “Tranz”, para luego revisitar algunas de las joyas de sus siete discos de estudio e incluso estrenar una nueva “Cracker Island” con la voz sampleada de Thundercat.

“Es una noche maravillosa, estoy muy feliz de estar con ustedes”, devolvió el vocalista ante las muestras de agradecimiento, y en otro momento hasta instó que sean “cuidadosos” con el prójimo en la zona del campo: “Si hay alguien en problemas, por favor ayúdenlo. Quiero que tengan el mejor show posible, pero a la vez que se cuiden entre todos, por favor”, añadió cuando a esa altura ya habían sonado algunas infaltables como ‘Thomorrow Comes Today’ y ’19/2000′.

Con las creaciones animadas más relegadas de protagonismo respecto de aquellos primeros tiempos en los que Damon incluso hacía su acto ocultándose detrás de las pantallas, Gorillaz exhibe hoy un costado más humano con un show híbrido que combina el pulso electrónico de las pistas y sintetizadores con la interpretación ajustada de sus músico que llevan la experiencia a otro nivel.

Recreando un futuro distópico en las pantallas, Gorillaz repasó cuatro décadas de una cultura musical británica que tuvo su epicentro en la disquera Factory Records y la discoteca La Hacienda de Manchester, que albergó a los primeros referentes del chicago-house y sentó las bases para la cultura rave a nivel mundial, desde el mismo club donde los ex Joy División hicieron su conversión hacia el post-punk como New Order, y cuya esencia estuvo presente en “Aries”, la canción en la que colaboró el bajista Peter Hook para el último disco titulado “Song Machine”.

Por momentos tan efervescentes y punks como The Clash –cuyos miembros originales Mick Jones y Paul Simonon grabaron en “Plastic Beach” y hasta giraron con la banda- y en otros enarbolando el sonido hipnótico del trip-hop de grupos como Massive Attack, se destacaron dentro de la lista “Momentary Bliss”, “O Green”, “Kid With Guns” y “Stylo”, con la corista Michelle Ndegwa dando un paso al frente para lucirse con un solo vocal descomunal que remitió al de “The Great Gig in the Sky” de Pink Floyd.

El bueno de Albarn –quien alternó entre la guitarra eléctrica, la acústica, el piano y la melódica- se prestó a todo tipo de juegos con los privilegiados que siguieron el show a metros del escenario, a veces cantando sentado arriba de la valla y otras enarbolando una bandera argentina que decía “Gracias, I Love You”, un gesto por el que se llevó una de las más grandes ovaciones de la noche, como las que recibió después de brindarse con las sensibles “El Mañana” y “On Melancholy Hill”.

Una gran paleta sonora

También resultó una gran síntesis de lo ocurrido en las horas anteriores, porque la gran paleta sonora realzando grandes canciones de Gorillaz coronó una sucesión de sets en los que abundaron las tonadas redondas y las variantes estilísticas que permite el rock.

Aunque desde las 15 comenzaron a sucederse diversos shows, fue pasadas las 17, con la llegada masiva del público, en que la jornada comenzó a tomar color en los escenarios Quilmes y Rock, los dos más importantes del festival, con la presencia de Estelares, Airbag y Conociendo Rusia.

Como de costumbre, el grupo de Manuel Moretti sobresalió en el terreno de las canciones elegantes, de precisas melodías y buenas líricas, en un ajustado set; también en un plano cancionero aunque con otras intenciones, Conociendo Rusia prolongó ese momento de agradables tonadas.

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Para el cierre de su set, Mateo Sujatovich, el artista que lleva adelante este proyecto, optó por “Rezo por vos”, toda una declaración de principios del legado que busca mantener con su obra.

En medio de ambos momentos pop, Airbag puso la cuota de rock clásico, con una presentación en la que no faltaron ninguno de los artilugios del género, pues hubo escenografía con llamaradas de fuego, solos de guitarras veloces tocados con los dientes, distorsión y baladas de tono épico, entre otras cosas.

Pero también hubo una buena versión con realce en sus colores hardcore de “Money for Nothing”, de Dire Straits, y un paseo por algunos riffs célebres, como el de “Walk this Way”, de Aerosmith.

Llamado a ser el gran toque emotivo de la jornada, la nueva reunión de Virus, con los hermanos Marcelo y Julio Moura, y el baterista Mario Serra, esquivó con elegancia esa etiqueta y reafirmó que los clásicos de ayer pueden sonar tan modernos como hace 40 años.

Con éxitos como “Imágenes paganas”, “Agujero interior”, “El probador”, “Amor descartable” y “Pronta entrega”, entre otros, Virus dejó en claro que se trata de un repertorio que goza de tal actualidad que aún se resiste a jugar en el terreno de la nostalgia. Que no se haya evocado de manera expresa -porque se trata de una presencia que sobrevuela permanentemente- la figura de Federico Moura fue acaso otra acertada toma de postura.

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La frutilla del postre fue Benito Cerati de invitado en “Luna de miel de la mano” y la sincera alegría de Marcelo Moura por esa visita. Resultó inevitable recordar que Federico Moura fue el productor en el debut discográfico de Soda Stereo.

A Virus le siguió El Cuarteto de Nos, con sus ingeniosas y cadenciosas líricas que, camufladas de libre asociación, desafían al oyente con sus planteos existencialistas. Entre algunos estrenos de su inminente nuevo disco y clásicos como “El hijo de Hernández” y “Yendo a la casa de Damián”, la banda comandada por Roberto Musso redondeó una vibrante actuación que tuvo su momento más brillante en “Contrapunto para humano y computadora”.

En medio de tanto rock y pop tradicional, Trueno aportó la sangre nueva con un set que no se alejó de las sonoridades rockeras pero desde territorios del rap, ese espacio en donde se viene desarrollando desde hace tantos años.

Una vigorosa banda y un enérgico desempeño vocal con soltura para lanzar sus rimas le permitieron a Trueno ganarse a un público que en pocos minutos más iba a estar saltando al ritmo de Las Pelotas.

Precisamente, antes del gran número central de Gorillaz, el grupo de Germán Daffunchio jugó el juego que mejor le sale: el de animar con su sucesión de clásicos al público festivalero. Para ello, dejó de lado su faceta más melancólica y sus exploraciones sonoras para apostar sobre seguro.

En tanto, en un escenario ubicado en las márgenes de los dos centrales, Vicentico, Eruca Sativa y Los Pericos se repartían los horarios nocturnos.

Para el gran final de este primer día, que más temprano había tenido diversos artistas emergentes, se reservó a la gran atracción del festival y Gorillaz no defraudó. El set del combo de Damon Albarn fue una prueba de imaginación musical y un derroche de carisma. El cruce final con Trueno en “Clint Eastwood” dejó la gran postal del festival -y más allá también-.

De paso, los grandes momentos que abundaron en esta primera jornada hicieron olvidar el gusto amargo de la cancelación a último momento de Fito Páez por haber contraído coronavirus.

El Quilmes Rock, que volvió a la presencialidad tras nueve años de ausencia y una edición virtual realizada en 2020, tendrá este domingo desde el mediodía su segunda y última jornada.

Nathy Peluso, Divididos, Los Auténticos Decadentes, Turf, Los Tipitos, Lit Killah y el homenaje a Catupecu Machu aparecen como las grandes atracciones para el cierre.



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