Quiere vender un riñón para pagar la fiesta de 15 de su hija
Maximiliano Almandoz practica taekwondo y representó al país en el exterior, pero hoy sobrevive con dos trabajos para llegar a fin de mes.
Maximiliano Almandoz es mozo en La Rural y tiene un pequeño almacén barrial en uno de los ambientes de su casa en González Catán, en el partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires.
Trabaja 17 horas por día y entre las dos actividades acumula cerca de 14.000 pesos mensuales. Es el único ingreso de la familia y alcanza con lo justo para mantener a su pareja y sus dos hijos. Esa es la pelea más difícil.
Almandoz es taekwondista y este año ganó dos medallas de oro representando a la Argentina en el exterior y obtuvo la de plata en el torneo nacional, además está la posibilidad de que sea convocado para la Selección Nacional, lo que sería un paso muy importante para el deportista. Pero admite que “no se puede vivir del taekwondo”, recalcando que es muy difícil subsistir del deporte en nuestro país.
Todos los premios parecen poca cosa si no puede satisfacer los deseos de Araceli, su hija de 14 años, a quien quiere regalarle la mejor fiesta de 15. Para cumplir el sueño de su hija, Almandoz decidió ofrecer una parte de su cuerpo. Luego de investigar que una persona puede vivir con un sólo riñón, tomó una decisión. “Vendo riñón para hacerle la fiesta de 15 años a mi hija”, publicó en una nota periodística, donde decenas de personas ofrecen sus órganos desde distintas partes de América Latina.
“Las ventas del almacén bajaron muchísimo, la gente consume menos”, dijo en una entrevista para el portal Actualidad.rt.com. Javier aseguró que la malaria comenzó en el 2014 — durante el último tramo del Gobierno de Cristina Kirchner y se acrecentó en la actualidad, bajo el mandato de Mauricio Macri.
“Tengo cuatro heladeras y estoy pagando 8.000 pesos de luz, por eso tuve que buscar un segundo trabajo. Esto alcanza para comprar comida y pagar algunas cuentas, nada más”, se lamentó, y sentenció: “Se me cayó todo”.
Almandoz argumenta que en Argentina no hay buenos empleos para ciudadanos que no continuaron sus estudios después del colegio secundario y “solo tienen tiempo para trabajar y trabajar”.
La debilidad de Javier es su hija, por eso su decisión parece estar tomada: “Si ella es feliz, yo soy feliz. Hablamos de mucha plata, 300 mil pesos. Sus compañeritas hacen sus festejos, sería muy frustrante para mí no hacerlo”, manifestó.
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