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Opinión 2 de febrero de 2018

Progresar: la clave educativa

por Maximiliano Abad

Los gobiernos se expresan a través de medidas, medidas que son más sólidas, que se articulan con mayor firmeza y convicción, cuando implican destinar recursos, redireccionar presupuestos y establecer prioridades.

Al fin y al cabo, la política democrática es una suma de decisiones acordadas para resolver temas pendientes o crear oportunidades utilizando los recursos disponibles. Es en este sentido que Cambiemos está dando mensajes claros de qué país imagina y qué Estado y dirigencia política hace falta para hacer realidad ese anhelo.

En cuarenta y ocho horas, dos decisiones declararon firmemente un rumbo político. Primero, una significativa reducción de la planta de funcionarios políticos del Estado Nacional que impactará en un ahorro de más de mil millones de pesos a las arcas públicas.

Segundo, un refuerzo presupuestario para el Plan Progresar, al cual se lo financia en un monto de diez mil millones de pesos y se establecen nuevos criterios y exigencias que lo convierten en el sistema de becas educativas más importante que haya tenido el Estado argentino en décadas.

Los cambios de fondo del Progresar son tan relevantes –o más-, que el aumento de montos. Primero, Progresar deja de ser un simple subsidio para ser un sistema de becas con condiciones que exigen a los estudiantes de primario y secundario, que pasen de año; y a los de la universidad, la aprobación de la mitad de las materias del ciclo correspondiente. Además, para aquellos que terminen su año aprobando todas las materias con un promedio de ocho o superior, recibirán un pago extra igual al total del monto recibido durante el año.

Premiar el esfuerzo

Esto es, sencillamente premiar el esfuerzo y mérito de quienes se esmeran en busca de la excelencia.
En segundo lugar, el Progresar identifica carreras y profesorados estratégicos, para los cuales los montos de las becas son más altos. Estas carreras se definen por región, en función de cuáles son las necesidades de cada zona del país en materia de técnicos, docentes y profesionales.

Esta decisión implica que el Estado además de garantizar el derecho a la educación pública, direcciona esfuerzos para que educación y desarrollo colectivo, vayan de la mano.

Finalmente, los criterios para el ingreso al programa son más amplios. Los requisitos son que la familia reciba hasta tres salarios mínimos de ingresos mensuales (actualmente unos $28.500), y que el estudiante tenga hasta 30 años de edad (en el caso de quienes ya son parte del programa).

El objetivo es no solo que los chicos, adolescentes y jóvenes estén en las escuelas y universidades, el objetivo es que culminen sus estudios y salgan del sistema educativo con un título en la mano y no eyectados a mitad de camino truncándose su proyecto de vida por razones laborales o económicas.

La Argentina tiene por delante el enorme desafío de desarrollarse económicamente, equilibrar las desigualdades sociales y generar oportunidades en un país que parece tenerlo todo pero al que siempre le falta algo.
La tarea es tan dura como apasionante. Tenemos una economía que hasta hace dos años nos tenía aislados del mundo y sólo creaba pobres y bingos esquilmando a la producción y hoy llama la atención del mundo, exporta y empieza a crear trabajo.

Y sabemos que la educación es el único camino para que lo que hoy son avances se conviertan en un camino sólido. Solo así eludiremos las frustraciones que periódicamente nos atormentan y conseguiremos el desarrollo al que aspiramos.

Es posible que los resultados de este gran programa de becas, no los vea este gobierno; pero es seguro que una iniciativa de esta naturaleza, cimentará el camino del país a ese desarrollo anhelado. El Progresar es más que un paso adelante, es una clave para que las oportunidades dejen de ser un discurso y pasen a ser un hecho en la Argentina del siglo XXI.

(*): Diputado provincial por Cambiemos.