Preocupación en el sur por otro verano con fiestas, afters y ruidos molestos
Vecinos de la zona sur de Mar del Plata anticipan un verano complicado por ruidos molestos y disturbios por los after beach y fiestas electrónicas. Hace años sufren el impacto de estos eventos. Cuestionan la falta de control y la concentración de la mayoría de las fiestas en balnearios de la zona.
Con la llegada de la primavera y el verano a la vista, entre los vecinos de la zona sur de Mar del Plata vuelve a emerger una preocupación que desde hace años motiva quejas y reclamos: los ruidos molestos y las alteraciones de la tranquilidad que provocan los after beach y las fiestas electrónicas.
Barrios como Alfar, Faro Norte, San Patricio y Serena, entre otros, están cada vez más afectados por una creciente oferta de eventos que, si bien atraen turistas -y los vecinos entienden que son parte del folklore de la temporada-, perturban la calidad de vida de los residentes permanentes que, cada mañana, después de “dormir poco o mal” por el elevado volumen de la música y frecuentes disturbios, deben ir a trabajar.
La preocupación se extiende al barrio Punta Mogotes. A metros de Waikiki, una playa se convertirá en verano en una discoteca al aire libre.
La transformación de paradores y balnearios en boliches al caer la tarde se ha vuelto una constante que genera alarma y rechazo entre los vecinos, principalmente en el sur de la ciudad. Después de un día de playa, la fiesta no termina; por el contrario, comienza a tomar fuerza.
“A la tarde tenés los ruidos del after beach y se complica volver de trabajar. A la noche está el boliche y la fiesta electrónica, y a la madrugada los afters ilegales en las casas hasta las 6 o 7 de la mañana. No dormís“, describen vecinos de Alfar, quienes ya saben lo que les espera en la temporada y cuestionan: “¿Por qué están concentradas todas estas fiestas en el sur? Deberían organizarse, controlarse y distribuirse mejor”.
Las quejas y denuncias han crecido a la par de los ruidos molestos en los últimos años. Algunos vecinos dicen “saber de memoria” el teléfono del municipio para denunciar los ruidos. Pero, admiten, “no sirve; no cambia nada”.
Con el paso del tiempo, más balnearios suman fiestas en la arena con música y alcohol luego del día de playa, más paradores ofrecen fiestas electrónicas, y más vecinos encuentran dificultades para descansar, entre la música que ingresa a los domicilios “como si tuvieras el boliche al lado”, incluso con las ventanas cerradas, y vidrios y paredes que “literalmente vibran”, de acuerdo a la dirección el viento.
Desde hace años, los vecinos han intentado hacerse oír. Se han llevado a cabo mesas de trabajo y se han impulsado reclamos, pero muchos sienten que sus esfuerzos son en vano. “Nos sentimos abandonados, como si a nadie le importara lo que estamos viviendo”, dijo un vecino de Faro Norte, que hace años sufre “un desamparo constante” porque “se quiebra la sana convivencia”.
El problema no se limita solo al ruido; también afecta, por ejemplo, la seguridad de los jóvenes que deambulan por las calles de los barrios del sur bajo los efectos del alcohol. “No se trata solo de fiestas; se trata de no poder dormir, de ver a chicos borrachos por las calles, de tener a cuidacoches peleándose en la puerta de tu casa, de no poder salir tranquilo en familia”, agregó una vecina de Alfar.
Uno de los puntos más críticos es la concentración de eventos en el sur de la ciudad. “Es absurdo que todas las fiestas estén acá. A veces hay varias el mismo día”, se quejan los vecinos.
Sin embargo, es importante remarcar que los vecinos entienden y tienen en claro que Mar del Plata necesita atraer turismo, especialmente el joven. Saben perfectamente que las fiestas de este estilo son parte del verano y aseguran que la solución no es prohibir, sino regular, controlar y organizar mejor.
“Entendemos que la gente viene a divertirse y que es parte del verano. Algunos dicen ‘y bueno, es solo un mes’, pero nosotros no estamos de vacaciones, tenemos que trabajar igual y no se puede vivir así, con música fuerte y disturbios todo el día”, agregó la residente de Alfar.
El reclamo de los vecinos, que literalmente lleva décadas, pone de relieve la necesidad de un equilibrio entre la oferta de entretenimiento y la calidad de vida de quienes eligen vivir en estas áreas.