¿Por qué Mar del Plata es la capital nacional del pulóver?
Historia de una industria emblemática de la ciudad. De raíces inmigrantes, se originó en la ciudad en los ’50, proliferó en poco tiempo y se destacó por su calidad. Las crisis económicas le pusieron un límite, pero las empresas que persistieron son modelo en el país y trabajan para el mercado nacional e internacional.
Mar del Plata es epicentro turístico del país en verano y la capital nacional del pulóver. Su historia, llena de diversidades, tiene esas paradojas.
La industria textil, artesanal en sus inicios y altamente tecnificada en la actualidad, es uno de los principales emblemas de la ciudad. Fruto de la visión de los inmigrantes italianos, la capacidad de la mano de obra con la que se nutrió y las constantes inversiones que realizaron los emprendedores. La variedad climática, con descensos térmicos en la tarde-noche de los meses de verano, le dio un espaldarazo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, muchas familias llegaron de Europa en busca de una mejor calidad de vida. Esos inmigrantes, en general los de origen italiano, sentaron las bases de la industria textil; y así abrigaron a aquellos que les dieron abrigo.
Trajeron el oficio, las primeras máquinas y tomaron la iniciativa en los albores de la década de 1950.
Las mujeres, con ayuda de los niños, fueron las protagonistas: relegadas de otros trabajos, dedicaron su tiempo al tejido de punto para participar de la economía doméstica. Pronto esa actividad fue el sustento principal y una gran oportunidad de crecimiento, con un contexto histórico beneficioso por las políticas de protección industrial.
Primeras empresas
Tejidos Bagnato, Depaoli, Raquel -la única vigente-, Noelia, Testa, Pilar de F. Goacobone, Andreatta y Marsaro fueron las empresas precursoras en Mar del Plata.
“Al principio se confeccionaban prendas únicas y a medida”, rememoró Humberto Pieroni, hijo de Marino, uno de los fundadores de Tejidos Raquel.
Fábrica de Tejidos Raquel en la década del ’60.
Luego aparecieron pequeñas unidades que practicaban la actividad en paralelo (trabajo “a fasón”) para las incipientes fábricas: así nació en la década del ’70 Textilana, más conocida como Mauro Sergio, que luego expandió el proceso productivo y abrió locales comerciales en distintos puntos del país.
“Mis padres y colegas siempre comentaban que cuando caminaban por la ciudad por aquellos años, en cada garaje se escuchaba el ruido de las máquinas de tejer. Había pocas empresas, pero en poco tiempo les habían dado trabajo a miles de personas”, relató Humberto Pieroni.
Rápido apogeo
La calidad y diseño de Mar del Plata fue un diferencial de prestigio respecto a las industrias de Capital Federal y el pulóver se convirtió en una especie de souvenir para los turistas. El clima colaboró para su institución. “Como generalmente refrescaba a partir de las 17, la gente empezó a comprar pulóveres para abrigarse. También influyó que se fabricaron muchas máquinas manuales, lo que acrecentó la producción. Había presencia permanente y así nació la Avenida Juan B. Justo como lugar emblemático”, confió Raúl Maisonnave, quien junto a Roberto Basso fundó Raffaelli Giardino en 1980.
Lo cierto es que la industria textil tuvo una evolución notable en sus primeras décadas, a la par del crecimiento de la ciudad como receptora de turismo. “Venían a buscar alfajores y pulóveres, además de ir a comer al Puerto “, sintetizó Humberto Pieroni.
Reconfiguración de la industria
El cambio generacional en las empresas y la adquisición de nueva tecnología reconfiguraron la industria. “Mar del Plata fue una de las ciudades que más se equipó durante los ’80”, sostuvo Raúl Maisonnave.
“Se acortaron los plazos en la producción. Antes era todo manual, pero con las máquinas que llegaron ya se podía variar colores, formas, hacer rombos, cuadrados… La forma se hacía con tijeras. Con el tiempo aparecieron directamente las máquinas que le daban forma a las prendas, con lo cual se ahorró lana. La prenda ya salía menguada, lo que le dio más categoría. Ahora nosotros tenemos cuatro máquinas japonesas de prenda completa”, contó Humberto Pieroni sobre la evolución en el proceso de fabricación.
Con los años, además de producir a nivel local, las empresas más importantes empezaron a confeccionar colecciones de punto de marcas nacionales e internacionales.
El trabajo en Tejidos Raquel, con sus máquinas japonesas.
Golpes por las crisis
Así como tuvo un rápido crecimiento, la industria textil -como otros sectores- sufrió por las continuas crisis de la economía argentina. Ese contexto provocó el cierre de numerosas empresas. “Permanecimos porque el barco nuestro es fuerte. Hay mucha gente que no pudo capear el temporal del 2001. Las empresas sólidas pudieron pasar la ola. Ya con un desanimo general, porque nadie se arriesgó y se amplió como antes”, analizó Raúl Maisonnave. “Varias veces nos juntamos en familia para ver si seguíamos o no”, admitió Humberto Pieroni.
“Los extremos de la economía, abierta o cerrada, nos golpearon. Se necesita financiamiento y tener variables competitivas en la parte impositiva y laboral. Siempre los industriales tratamos de ver el vaso medio lleno y seguir apostando”, destacó Juan Pablo Maisonnave.
Actualidad
En Mar del Plata hay 150 empresas y cerca de 4.000 mil personas que trabajan de forma legal en la industria local, aunque esta cifra no es fielmente representativa porque el sector cuenta con un índice muy alto de trabajadores no registrados (incluso superior al promedio nacional), lo que dificulta la regulación de las condiciones laborales y la competitividad de las empresas “en regla”.
La maquinaria utilizada en la ciudad proviene en su mayoría de Japón y Alemania (el 85 por ciento), mientras que las restantes son de Italia (sobre todo de costura) y China.
“Desde que se teje hasta que sale al local de venta, la materia prima pasa por entre diez y doce manos diferentes. En Mar del Plata se cuida mucho al recurso humano, hay una variación muy pequeña de despidos, porque para calificar y capacitar la mano de obra se tarda un año. Es una industria de valor agregado, actualizada con lo último en tecnología” analizó Juan Pablo Maisonnave.
“A nivel local trabajamos por ordenanzas que impliquen la reactivación de la Avenida Juan B. Justo. Hasta en los momentos de crisis Mar del Plata se tecnificó con lo último que hay en el mundo y eso mantuvo a la industria vigente”, añadió el ex presidente de la Cámara Textil local.
Su empresa, Raffaelli Giardino, emplea a 110 personas y tiene distintas unidades de negocio: es punto de venta con seis locales, comercializa al por mayor para 60 multimarcas y trabaja para 10 marcas de primera línea. Además, posee certificación sustentable de acuerdo a los estándares internacionales.
Patrimonio cultural
La Avenida Juan B. Justo, conocida como “Avenida del pulóver”, funcionó como un termómetro de la actividad. Durante muchos años estuvo repleta de negocios de tejido de punto y la gente hacía largas filas para comprar sus prendas. Hoy la oferta es más reducida -con comercios dedicados a otros rubros en la zona- y la demanda disminuyó.
Pero más allá de las dificultades constantes, hubo empresas que la mantuvieron en pie y que hoy pisan fuerte en el mercado internacional.
La industria textil es un patrimonio cultural de Mar del Plata. De raíces inmigrantes, con avances y retrocesos, cambios en sus formas, ya vio pasar a tres generaciones de tejedores. Es un clásico que no pasa de moda.
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Los Pieroni, tejiendo historia
Las hermanas Raquel y Angelita Pieroni, inmigrantes de la región Toscana (Cascio, Lucca), fueron pioneras de la tradición del tejido de punto en la ciudad. Junto a sus otros hermanos, Gino, Marino, Enio y Eduardo, fundaron Tejidos Raquel, una empresa que atravesó toda la historia local de la industria textil.
Gino llegó primero, en 1948, y tuvo distintos oficios: comerciante, carnicero, llamador del ferrocarril. Vio posibilidades de crecimiento y no dudó en convocar al resto de los integrantes de su familia.
Instalados todos en esta ciudad, en 1951 adquirieron una máquina rectilínea manual, con la que empezaron a tejer para los primeros clientes en su casa ubicada en Neuquén y 3 de Febrero.
Foto archivo de Tejidos Raquel, década del ’60.
Con el correr de los años, para aumentar la capacidad productiva, debieron trasladarse a talleres. Así, en 1956 los Pieroni compraron una propiedad en Av. Jara 1942 e instalaron la primera fábrica a nivel empresa en Mar del Plata. En la planta alta trabajaban las tejedoras y en la parte baja las costureras.
En 1961 adquirieron la propiedad de Luro y Jujuy, donde todavía permanece el local para venta al público. Y cinco años más tarde compraron el lugar de la actual fábrica, en San Juan y Falucho, de 1.500 metros cuadrados de dimensión (actualmente posee 2.500 metros cuadrados) y ya entonces con 50 operarios (hoy tiene 85, tras llegar a un máximo de 110). La empresa, conducida por Humberto y Guillermo -hijos de Marino y Raquel, respectivamente-, trabaja para 20 marcas de primera línea.
Humberto y Guillermo Pieroni -hijos de los fundadores- quienes conducen Tejidos Raquel, junto al gerente técnico Gustavo Herdt.
“Nos mantuvimos porque somos una empresa familiar en la que los integrantes siempre estuvimos muy unidos. Trabajamos honestamente, le pusimos el hombro a las crisis y nunca hicimos descalabros por intentar agrandarnos más de la cuenta”, sostuvo Humberto sobre el “secreto” de la continuidad en el tiempo.
De sangre italiana, la empresa de los Pieroni llevó siempre como estandarte los valores de la familia y el trabajo. Así tejió su historia.
Nota publicada en febrero de 2020 y editada para la sección “Hemeroteca LA CAPITAL”.
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