Por la muda de piel, se observan elefantes marinos en la costa
Entre diciembre y febrero, estos mamíferos pasan por una de las dos etapas anuales en los que se acercan a la costa. La importancia de respetarlos, mirarlos desde lejos y dejarlos volver al mar.
Un elefante marino en plena playa Bristol. Foto gentileza Eduardo Bracco.
Turistas tomando sol, mate y aire de mar; niños haciendo castillos de arena; vendedores ambulantes por doquier y de fondo los dos grandes lobos marinos que enmarcan la postal más reconocida de la ciudad de Mar del Plata. Pero nadie se imaginó que una tarde de mediados de enero en la Playa Bristol, los turistas iban a tener la visita de un elefante marino real. Carolina De León explica por qué se da este fenómeno en estos meses.
La presencia de ejemplares en las costas bonaerenses durante el verano responde al regreso de animales a la costa para mudar el pelo. En el caso de los machos subadultos y adultos, el cambio de pelo se inicia a fines de febrero, mientras que las hembras lo realizan entre fines de diciembre a principios de febrero. El ciclo de vida anual del elefante marino del sur comprende dos etapas terrestres: una dedicada a la muda (diciembre a febrero) y otra a la reproducción (septiembre y octubre), alternadas con dos etapas de alimentación en mar abierto.
Los ejemplares avistados recientemente forman parte de la población de elefantes marinos que se reproduce en la Península Valdés (Chubut), y los mismos pueden salir previamente en distintas zonas costeras del Mar Argentino antes de llegar a sus zonas de muda. “Por lo que pudo observarse en ambos ejemplares registrados en los últimos días en Mar del Plata y Miramar, todavía no se había iniciado la muda, dado que el pelo mostraba áreas decoloradas y marcas típicas del tiempo transcurrido desde la última muda.
En esta especie la muda se caracteriza como “catastrófica”, ya que en pocos días pierden totalmente el pelo junto con la capa externa de la piel, que se desprende en grandes parches Durante este período, los ejemplares se mantienen en la costa y ayunando hasta que el nuevo pelo se encuentre totalmente desarrollado”, remarca De León.
Finalizada la muda, los ejemplares nuevamente regresan a mar abierto por un período de alimentación de varios meses, para volver nuevamente a tierra para reproducirse desde agosto hasta noviembre.
En estas últimas tardes veraniegas de enero, se reportó la presencia de dos mamíferos marinos localizados en la zona costera comprendida entre Mar del Plata y Miramar. Dichos ejemplares fueron registrados mediante fotografías en distintas playas, uno de ellos en la Playa Acantilados de Mar del Plata y el otro en el Balneario Sol II de Miramar. Se trató de dos ejemplares de elefante marino del sur (Mirounga leonina), un mamífero marino perteneciente a la familia de las focas (Familia Phocidae).
El elefante marino del sur es el más grande de los Pinnípedos -grupo que incluye a focas, morsas y lobos marinos-, siendo los machos adultos casi cinco veces más pesados que las hembras y con una marcada proboscis o trompa, que da origen a su nombre común.
Carolina de León, becaria doctoral perteneciente al grupo de Investigación “Biología, ecología y conservación de Mamíferos Marinos” del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, Conicet-UNMdP) explica que:
“El ejemplar hallado en Miramar presentaba un largo total de aproximadamente 3.5 metros, numerosas cicatrices en el cuello y una incipiente proboscis o trompa, lo que permite identificarlo como un macho subadulto de aproximadamente seis años de edad, y próximo a la adultez”.
Y agrega: “Por otra parte, el animal registrado en Mar del Plata era un ejemplar algo más pequeño que no alcanzaba los 3 metros, no presentaba marcas en el cuello y no tenía desarrollada la proboscis, por lo que probablemente se trate de un macho un poco más joven que el primero, o bien, una hembra adulta. Esto no fue posible de constatar debido a que no se ha podido observar la zona ventral del ejemplar, en donde fácilmente se puede distinguir la zona genital para determinación del sexo”. Este último animal fue avistado nuevamente el día 14 de enero en la Playa Bristol de Mar del Plata, en medio de una multitud de personas que respetaron el perímetro establecido por guardavidas, guardaparques provinciales y Prefectura Naval Argentina, hasta que el ejemplar volvió al mar.
En Valdés
La colonia de elefantes marinos de Península Valdés ha experimentado un notable aumento poblacional en las últimas décadas. Los últimos censos realizados por el grupo de Mirtha Lewis, investigadora principal del Centro Nacional Patagónico, registraron aproximadamente 11.000 cachorros nacidos anualmente dentro de los aproximadamente 30.000 animales que se reproducen en Península Valdés. De esta manera, es un fenómeno esperable el registrar elefantes marinos en áreas muy alejadas de las zonas de concentración terrestre y, por ello, resulta frecuente ver ejemplares vagabundos por toda la costa de la provincia de Buenos Aires, Uruguay y Brasil, hasta el archipiélago de Fernando de Noronha. Muchos de estos ejemplares son avistados principalmente en verano, lo cual coincide con los últimos registros en la ciudad de Mar del Plata.
“Debido a que es frecuente ver animales en nuestras costas, se recomienda dar aviso a la Prefectura Naval Argentina llamando al 106 y en todos los casos, no acercarse ni tratar de tocar a los ejemplares, esto puede ser peligroso tanto para las personas como para los animales. Su estadía en nuestras playas es corta, salen a descansar o mudar el pelo y luego de escasas horas o pocos días, vuelven al mar”, finaliza De León.
Investigación
Carolina De León es oriunda de Pinamar y fue becada por la Municipalidad de esta ciudad para realizar su carrera en la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde se recibió de licenciada en Ciencias Biológicas en 2015. En el año 2016, obtuvo su beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) para desarrollar su doctorado en el estudio del metabolismo energético y comportamiento respiratorio del elefante marino del sur.
Tal proyecto es desarrollado en colaboración entre el IIMyC, el Centro Nacional Patagónico (Puerto Madryn) y la Texas A&M University (Galveston, EEUU). Su trabajo de campo es desarrollado en colonias patagónicas, mientras que realizó un período de entrenamiento en Prince Williams Sound (Alaska, EEUU) en el marco de un convenio de cooperación entre el Conicet y la National Science Foundation de este país. Desarrolla su tarea docente en la carrera de Biología de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
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