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Cultura 10 de abril de 2016

“Poner en tela de juicio los estereotipos me parece necesario, eso también es la literatura”, dijo Silvia Schujer en Mar del Plata

Invitada por la ONG Jitanjáfora, la autora habla en esta entrevista sobre cómo construye sus historias infantiles: temas, estereotipos y lectores. Además, anuncia la salida de dos nuevos libros durante este año. “Los chicos, lejos de constituir una masa compacta y uniforme, son personas que tienen gustos propios, entornos y coyunturas determinadas”, dice.

Para la escritora Silvia Schujer, creadora de libros para chicos en los que suele aparecer el personaje de Lucas, la literatura infantil necesita “poner en tela de juicio los estereotipos”. Y aseguró que entre sus herramientas de trabajo, el autor, la autora tienen la posibilidad de “crear personajes y mundos que no necesariamente respondan a lo instituido”.
Invitada a las jornadas La literatura y la escuela que organiza todos los años la ong marplatense Jitanjáfora, Schujer pasó esta semana por Mar del Plata. Docentes y personas vinculadas al fomento de la lectura siguieron de cerca los conceptos vertidos en la conferencia que brindó el viernes último en la sala Astor Piazzolla del Auditorium, bajo la moderación de Elena Stapich.
Un 2016 intenso en materia laboral vive esta escritora. Durante este año aparecerán las novedades “Eso que Lucas se trajo de un sueño” (Randhom House) y “Josefino Lafinur viaja en Galera” (Editorial Atlántida). Además, ya están en las librerías Cuentos del Chiribitil, una colección de Eudeba en la que participa con el texto titulado “Una de perros”. “También salió por Santillana, en la colección Loqueleo, una novela que se desarrolla en el Tucumán de 1816. Se llama ‘La moneda maravillosa’ y, según me comentaron, está gustando mucho”, agrega la autora, en diálogo con LA CAPITAL.
Schujer indica que sus historias “hablan de aquello sobre lo que a mí me interesa reflexionar y, en ese sentido, en lo que escribo siempre los estereotipos se cuestionan, en esto entra también el cuestionamiento a ciertas convenciones del lenguaje y hasta del propio género literario”.
Además, entiende que “los temas en sí no son garantía de una buena obra literaria, sobre todo si la pretensión de abordar una cuestión, como la de género, es previa a la construcción de una historia concreta, es decir, si la historia no es más que una excusa para abordar un tema, digamos, moral, termina siendo un panfleto, una moderna fábula con moraleja”.
E indica que, en esos casos, se cae en la pretensión de escribir “desde un lugar de soberbia en el que, supuestamente, lo que uno dice es la verdad sagrada que debe aceptarse sin más, y por más políticamente correcta que sea esa verdad si no abre la posibilidad de ser cuestionada, a mí no me interesa”.
Por eso concluye que lo realmente estimulante es pulverizar las formas. “Lo que a mí me gusta es poner todo en cuestión, poner en tela de juicio los estereotipos me parece necesario porque eso también es la literatura”, expresa.
-¿Para qué clase de niño o niña escribe?
-Yo escribo historias, novelas, canciones o poesías alrededor de todo aquello que a mi me genera interés. Algo de todo lo que escribo coincide con el interés de otros, entre los cuales hay chicos. No todos, algunos. Porque los chicos, lejos de constituir una masa compacta y uniforme, son personas que –como los adultos- tienen gustos propios, entornos y coyunturas determinadas que pueden acercarlos o no a los mundos literarios que planteo. Lo mío es contar historias, buscar y encontrar en ellas respuestas a lo que no sé y, por supuesto nuevos interrogantes. Esto no siempre tiene que ver con la anécdota que cuento sino con el modo de hacerlo, con todas las posibilidades que me ofrece el lenguaje y sus múltiples sentidos, sonoridades, bellezas.
-¿Cómo nació el personaje de Lucas, que aparece en varios de sus libros?
-Lucas es el protagonista de una saga que hasta ahora está formada por seis títulos: el primero, se llama “Lucas duerme en un jardín”; el último, o mejor dicho el que está a pocos meses de salir: “Eso que Lucas se trajo de un sueño”. El personaje es un chico de aproximadamente siete años años cuyas aventuras parten de lo cotidiano y se dirimen en un espacio donde la línea de lo real y lo fantástico suele ser difusa. No recuerdo bien cómo surgió porque el primero lo escribí hace cerca de treinta años. Pero, a juzgar por el aspecto físico del personaje, seguramente está inspirado en cómo era mi hijo a esa edad.
-¿Después de tantos éxitos, de tantos buenos libros, sigue siendo un género menor la literatura infantil?
-Como en todos los géneros, en la literatura para chicos hay obras mayores y menores.
-¿Cuál es la diferencia entre una historia infantil y una para adultos?
-Las historias que suelen interesar a los chicos son aquellas que de una u otra manera empatizan con sus fantasmas, sus anhelos, sus necesidades, sus experiencias y sus circunstancias. Esto también ocurre con las historias para “los adultos” a quienes los convocan otros afanes y problemáticas. Dado que en literatura, las historias no son en sí mismas sino cómo se narran, con qué demanda de lenguaje, desde qué punto de vista, etc, la diferencia entre un texto para chicos y uno para adultos, cae de maduro. Aclaro: esto no significa que sea más fácil escribir para chicos que para grandes.
-¿Qué tiene de valedero participar de las jornadas de Jitanjáfora? ¿Qué le aporta a su trabajo?
-Siempre es interesante transmitir la experiencia de la escritura a otros, sobre todo cuando se trata de personas que conocen o se proponen conocer la actividad que uno desarrolla. Y no solo conocerla por curiosidad sino porque puede colaborar con su formación estudiantil y/o laboral. En cuanto a mí, me brinda la ocasión de ponerme en contacto con un segmento de lectores muy particular: aquellos que se vinculan o se vincularán con dos de las razones que me convocan literariamente: los libros y los chicos.