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Arte y Espectáculos 8 de agosto de 2021

Política y religión encuentran su conexión más oscura en la serie “El Reino”

La ficción argentina, escrita por Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro y protagonizada por Diego Peretti, Mercedes Morán, Chino Darín, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel y Peter Lanzani, estrena este viernes 13 de agosto, en Netflix.

Por Nicolás Biederman – Télam

El realizador Marcelo Piñeyro y la escritora Claudia Piñeiro son los creadores de “El Reino”, serie de thriller político que sigue a un pastor evangélico candidato a vicepresidente cuyo compañero de fórmula es asesinado en el acto de cierre de campaña, que llega a Netflix el viernes próximo con un oscuro relato que une los mundos de la política y la religión.

“Queríamos contar cómo un sentimiento tan legítimo, tan genuino, como el de la religiosidad, podía ser manipulado con otros fines”, explicó a Télam el director de “Tango feroz”, “Caballos salvajes” y “Cenizas del paraíso”, entre otras.

“El Reino” cuenta la historia del pastor Emilio Vázquez Pena, encarnado por Diego Peretti, y cómo su vida y la de su entorno familiar se ven sacudidos a partir del atentado contra el candidato a presidente de la república: tras el horror, llega la oportunidad, y el religioso podría convertirse en el máximo mandatario de la Nación.

Entre intrigas, Emilio intentará descifrar las causas del crimen y a su instigador, todo mientras el ojo público escudriña entre sus secretos y los de la lucrativa iglesia dirigida por la familia.

La serie producida por K&S cuenta con un elenco de figuras: Mercedes Morán, Chino Darín, Nancy Dupláa, Joaquín Furriel y Peter Lanzani lideran el reparto.

Piñeyro se encargó de la dirección junto con Miguel Cohan, en lo que es la primera serie de su carrera, y coescribió todos los episodios con la escritora de “Las viudas de los jueves”, “Tuya” y “Betibú”.

El cineasta conoció a Piñeiro cuando adaptó “Las viudas…” al cine en 2009, pero fue recién hace pocos años que surgió la idea de crear algo en dupla: “Los dos teníamos ganas de trabajar juntos, y empezamos a tirar ideas; hubo dos que quedaron como finalistas y nos decidimos por esta historia del pastor Emilio y su familia que tenía mucho para cortar”, recordó Claudia Piñeiro.

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Télam: El universo de la iglesia evangélica, que ha crecido tanto en los últimos años, no había sido muy visitado en la ficción. ¿Qué es lo que les atraía de este mundo en conexión con la política?

Marcelo Piñeyro: Básicamente con Claudia compartimos una visión del mundo, y sentíamos que este avance de la posverdad, esta tendencia de llevar un debate a lo irracional, a lo emocional, es una característica muy fuerte del siglo XXI, que de pronto han reaparecido las guerras y tensiones religiosas. Sentíamos que en las tres Américas el evangelismo y las iglesias evangélicas eran uno de los arietes muy fuertes de eso. En Argentina sin duda no es tan potente como en otros sitios, entonces de algún modo el punto de partida fue preguntarnos “qué pasaría si” estaba esa porción de votos de los evangélicos que determine el resultado de una elección. Y a partir de ahí poder contar una ficción que reflexione sobre esta característica del mundo contemporáneo.

Empezamos a pensar personajes y ellos nos fueron marcando la trama. Cuando le presentamos el proyecto a Netflix y nos dijeron que le diéramos para adelante, teníamos el punto de partida, que es el atentado, y los personajes. Con sinceridad, cuando empezamos a escribir no sabíamos cómo iba a terminar esta historia.

T: ¿En qué se parecen los mundos de la política y la iglesia evangélica?

Claudia Piñeiro: En concreto, estos que planteamos en la serie comparten una agenda de conservadurismo, de no aceptación de determinados derechos de las personas, estar en contra de la ESI, del aborto, de la ley del matrimonio igualitario. Entonces, como comparten esa agenda de restricción de derechos personales, estos políticos dicen “aunemos esfuerzos y hagamos esto que nos interesa a los dos”. Después el político saca otros beneficios, que son sumar cantidad de votos, y esta iglesia suma los suyos, que tendrán que ver con prebendas económicas y otro tipo de cosas.

MP: En principio, religión y política no tienen por qué tener nada que ver, pero hay una concepción de la política y de la religión que se basa en la manipulación que es lo que une a estos que contamos en “El Reino”.

T: Militancia y fe parecen confundirse en esta trama.

CP: Hay personajes que actúan como les pide la política que lo hagan o como le pide la religión que actúen. Está después en la curva dramática de cada uno de ellos poder o no plantarse en algún momento y decir “hasta acá sí o hasta acá no”. Alguno lo logrará y algunos no. Pero tanto la religión como la política te piden una suerte de cerrar los ojos y hacer lo que el dogma te pide más allá de tu criterio personal, y es un conflicto muy interesante para plantearle a los personajes.

T: ¿Hubo debate sobre cómo encarar la pintura de esta iglesia?

CP: Nosotros tenemos mucho respeto por el que tiene una fe religiosa, la que sea, y tenemos personajes verdaderamente convencidos de su religiosidad y de su fe, y que actúan bien dentro de esos parámetros. Queremos pintar a esta familia que tiene un montón de conflictos, de secretos, de cosas ocultas oscuras. Hay algunos que están muy comprometidos con la religión con verdadera fe y otros que no, que están haciendo su juego.

Por supuesto que habrá a quien no le guste. Nosotros elegimos estos, pero eso no quiere decir que sea el universo de la religión evangelista ni en Argentina ni en ninguna parte.

MP: No tuvimos nunca un alerta a la política de la cancelación ni nada por el estilo. Recuerdo que muy en el arranque, como para prevenir, fui muy casi diría brutal en las primeras charlas. Que si nos metíamos en este tema no podíamos hacerlo tibiamente.

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T: ¿Qué desafíos tiene la creación de una historia coral?

MP: Donde está la base sobre la que se construye es en el guion. Ahí está su desarrollo, su tridimensionalidad, para que los actores le saquen punta. Estoy convencido de que este mismo guion con otro elenco es diferente; no la trama pero sí las sutilezas que en definitiva le dan la verdadera identidad a un relato.

CP: Yo aprendí a escribir guiones con María Inés Andrés, una gran directora de televisión, guionista y una cabeza privilegiada, y ella nos obligaba para todos los personajes, incluso para el que entraba y decía “la mesa está servida” en un programa de televisión, contestar una serie de preguntas sobre ese personaje aunque solamente vaya a decir esa línea. Ella decía que si vos después al actor le das un personaje tridimensional aunque sea para decir eso, él es capaz de hacerlo crecer y hacerlo verosímil. Y creo que nosotros les entregamos algo pensado, tridimensional desde la base.