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Con la lucidez e inocencia de un niño, Claudio se aventura a viajar en tren con la hinchada de Boca desde Capital hacia Mar del Pata, era el año 2012. Al parecer eran tanta la euforia y alegría del momento por el resultado final del partido de Boca, que los festejos continuaron más allá del estadio, recorriendo el centro de la ciudad llegando hasta Miramar. Al llegar a esa hermosa ciudad quedó maravillado ante la inmensidad del mar y su color, esa fue la primera vez y la última que lo vería, era el mes de septiembre donde las plazas las visten con flores de vivos colores. Claudio estaba solo, ni él sabía cómo había llegado tan lejos, empezó a caminar sin rumbo fijo, contento, era de día aún, parecía haber sufrido un ACV que dificultaba el habla y la marcha. Deambulando muy lento, fue observado por personal policial de una patrulla que daba su rondín. Cuando se acercaron para pedirle sus datos se sonrió y casi balbuceando decía su nombre y de dónde venía pero a los policías no les pareció bien dejarlo desamparado en la vía pública ya que él decía vivir en Capital Federal. Entonces con los trámites pertinentes fue llevado al hospital. Una vez en él, Claudio pareció no extrañar, adaptándose pronto a la vida nueva, con horarios para comer, dormir y bañarse.
No era seguro que los nombres y el apellido fueran reales, ya que el número de DNI que repetía no coincidía con su nombre. ¿Cómo puede ser que sus amigos que lo habían traído para ver un partido de fútbol lo hubieran dejado olvidado? ¿Y su familia?
Tal vez ser hincha de corazón haya cambiado su destino para mejorar algo su calidad de vida. Eso quizás nunca lo podremos saber.

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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.