Pinceladas de la ciudad: La esperanza, la casa y las luces en Florentino Ameghino
Por Pablo Garcilazo
“Nosotros decimos lo que el vecino no puede decir. La sociedad de fomento es el puente fundamental entre los vecinos y los gobernantes”. Acalorada definición de un fomentista de pura cepa. De esos que saben que la realidad que pasa en el barrio es la única verdad medible para que las cosas sean siempre un poquito mejor. Su voz gruesa, ojos saltones y andar tranquilo me hacen acordar a esos uruguayos compañeros, claros y solidarios ante todo y todos. De esos que caminan firmemente para representar desde su lugar las necesidades de vecinos y vecinas de su barrio.
Ricardo Rubén Pereyra llegó allá por los años 80 a lo que hoy es el barrio Florentino Ameghino. Uno de esos barrios con muchos nombres: Villa Sapito, por las continuas inundaciones que sufría, La Zulema, por aquel gran almacén de ramos generales, hasta tener su nombre actual.
La sociedad de fomento fue creada allá por el año 1969, a puro pulmón por los propios vecinos que fueron construyendo la sede actual. Se fueron sucediendo distintas comisiones hasta que por los años noventa, funcionó la salita de primeros auxilios con cuatro consultorios en la sociedad de fomento.
A principios de siglo, de la década de 2000, comienza un retroceso que pudo ser el final de la asociación de fomento Florentino Ameghino: estuvo siete años cerrada, se había convertido en una casa propia de algunos vecinos que realizaban bingos, riñas de gallo, rifas. Lo peor pudo pasar.
Para el año 2009, Pereyra encontró que la sociedad de fomento estaba a punto de perder la personería jurídica, deudas en todos los servicios, sin convenio con la Municipalidad, con un juicio de un ex empleado tractorista, con el edificio destruido.
Pero siempre se puede volver a empezar. Y fue así. Con sus vecinos se fue organizando para que vuelvan a hacerse socios y vuelvan a creer en algo nuevo y sincero. El techo de la sede casi no estaba, pero las bases de la convicción vecinal
integradora si que Pereyra y su gente las tenía. No hay un mal que dure cien años, ni para siempre. La esperanza estaba otra vez en marcha.
La sociedad de fomento Ameghino volvió a abrir sus puertas y a representar al barrio. Se propusieron un centro de salud 24 horas, y luego de idas y venidas con la Municipalidad en 2010 pudo construirse. “Hasta que llegó una de nuestras prioridades”, sostiene Pereyra, “La colocación de un semáforo en la avenida Luro y 244” donde murieron y quedaron heridos muchos vecinos por los accidentes de tránsito.
Y la sede de la sociedad de fomento también volvió a recuperar ese lugar perdido. La esperanza, la casa y las luces tuvieron que volver al barrio Florentino Ameghino. Ahí donde termina la avenida Luro estos vecinos dicen y hacen el puente para un barrio mejor, recuperando eso esencial y maravilloso: la solidaridad.
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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.
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