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Policiales 11 de mayo de 2021

Piden que el hombre que mató a su hijo sea excarcelado para que dejen de computarle la pena

Franco Cáceres cumple con arresto domiciliario por haber chocado y matado a Matías González en octubre de 2019. Si bien ya hay un tribunal sorteado para su juicio, en plena pandemia la fecha se atrasó y ahora es la querella la que solicita su excarcelación para que no adelante la pena.

La pandemia afectó transversalmente a toda la sociedad, toda lógica fue alterada y esa “normalidad” a la que nos habíamos acostumbrado, con sus imperfecciones constantes, se alteró totalmente, como sucedió con el funcionamiento de la Justicia, que ya contaba con sus demoras en los tiempos precoronavirus y que, desde marzo de 2020, la gran mayoría de los debates públicos se encuentran prácticamente en pausa.

Franco Cáceres se encontraba detenido con prisión preventiva en la Unidad Penal 44 de Batán, por haber atropellado y matado a Matías González (29) el pasado 15 de octubre de 2019 en Fortunato de la Plaza y Udine y haber escapado del lugar. En plena pandemia fue uno de los presos que recibió el beneficio de la libertad condicional, y desde entonces computa tiempo de pena desde su casa.

El juicio contra Cáceres se hará en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4, pero se encuentra demorado, por lo que en un hecho inédito, la familia de Matías González, a través de su abogado querellante Maximiliano Orsini, le pidió a la Justicia de Garantías que excarcelara a Cáceres, así dejaba de computar desde su casa la pena de una posible condena. La pandemia, una vez más, en contra de toda lógica.

La familia de González siente que, al darle la prisión domiciliaria a Cáceres en una audiencia en la que aseguran no fueron notificados, se vulneraron sus derechos establecidos en la Ley de Víctimas y denuncian que “faltó su participación” y fueron imposibilitados de hacer oír su opinión.

“Tratamos de darle el tiempo a la Justicia para que se expida como corresponde, los tiempos pasaron y no hubo respuestas. Quisimos ser cautos, pero nada, acá llegamos al extremo de pedir que le saquen la domiciliaria al hombre que mató a mi hijo, para que esté libre y luego cumpla la condena como corresponde”, contó a LA CAPITAL Juan Murcia, el padre de Matías González.

“Pedimos que nos oigan. Llegamos hasta Casación y no nos dieron lugar al pedido. Se desoyó mucho a la Ley de Víctimas, no se tuvo en cuenta. Vimos que el tiempo pasa y la Justicia no actúa. Y nos da mucha bronca, porque no es justo que pasen los días, los años, y este hombre está con domiciliaria sin control. En pandemia parece que en la Justicia no trabajan”, remarcó Murcia.

Matías González tenía 29 años.

Matías González tenía 29 años.

Se fue a trabajar y no volvió

El 15 de octubre de 2019 Matías González había ido a trabajar a la Cooperativa Obrera. Terminado su turno se subió al colectivo 554 y, pasadas las 21 se bajó en Fortunato de la Plaza y Udine. Cuando se disponía a cruzar la calle fue atropellado por un Volkswagen Bora negro, que iba a alta velocidad y que, por el impactó impulsó el cuerpo de Matías unos cuarenta metros, hasta el otro lado de la calle.

El Bora, conducido por Franco Cáceres, escapó del lugar, se perdió en la noche del barrio Fortunato de la Plaza y dejó a la víctima tirada en el suelo.

“A nosotros nos agarra un shock muy grande, yo a las 10 de la noche estaba por acostarme y me llaman para avisarme de la muerte de mi hijo”, recordó entre lágrimas Juan Murcia y agregó: “Es muy duro de expresar y la Justicia no toma en cuenta el estrés, el dolor, es un momento muy vulnerable. Buscamos por las redes a este tipo que se había escapado, porque huyó después de matar a mi hijo. Después, a los días, la policía lo va a buscar y les tira el auto, se escapa nuevamente y se va a Buenos Aires hasta que finalmente se entrega”.

“Fue todo muy traumático, desde el primer momento. Cuando me dicen que se iba a entregar no entendía nada, no sentía nada. No sabía si yo estaba vivo o muerto. No sabía que responderle al fiscal en nada”, dijo Murcia.

Finalmente Cáceres se entregó y fue imputado por el fiscal Pablo Cistoldi por el delito de “homicidio culposo agravado”. Al haberse dado a la fuga, la Justicia de Garantías le concedió la prisión preventivo, hasta que en la pandemia le otorgaron el beneficio de la prisión domiciliaria, en una audiencia en la que, asegura Murcia, no fueron notificados.

“Día a día es recordar todo y pesa muchísimo. Saber que cuando tenés que confiar en la Justicia y entregar el alma a quienes manejan la causa, no hacen nada”, lamentó el padre de la víctima y agregó: “La Justicia, lenta como siempre, nos cansó. Vemos que no hay justicia, no hacen valer la ley. Se pelean con cosas triviales y a nosotros nos dejan de lado”.

Además del pedido por excarcelar a Cáceres, la familia de González solicitó el cambio de fiscal, que ya fue concedido y la causa la tiene el fiscal Rodolfo Moure, y la modificación de la caratula, para que deje de ser tratada como “homicidio culposo agravado” y pase a ser “homicidio con dolo eventual”.

Tan buena que no podía hacer bromas

Dicen los amigos de Matías González que eran tan bueno que no podía hacer bromas, que no tenía ni ese mínimo de malicia necesario para hacer un chiste.

Juan habla de su hijo y su voz se quiebra. Reconoce que no puede hablar de él sin ser redundante y asegura que era un “ser de luz”, una persona buena, alegre, feliz, que siempre buscaba ayudar a los demás.

“Era un muchacho que se dedicaba a trabajar, nos dedicábamos a la construcción. En el último tiempo él había decidido trabajar en la Cooperativa Obrera. Estaba en pareja, quería formar una familia. Era trabajador, responsable, siempre. Buscaba ser feliz, era alegre, de la casa. Loco por sus sobrinos y sus hermanas, por sus padres, por la novia”, recuerda el hombre y agrega: “Mati era un ser muy especial. Todavía está presente entre nosotros, siempre brindaba una sonrisa”.

Cuando se hizo el funeral de Matías González cerraron las sucursales de la Cooperativa Obrera. Todos fueron a su entierro a acompañar a la familia, a despedir al compañero y amigo. En el velorio, uno de los jefes de Matías se acercó al padre y le dijo que tenía que estar muy orgulloso por la persona había sido en vida el joven.

“Lo estoy, juro que estoy orgulloso de Matías”, dice entre lágrimas Murcia al final de la charla.