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Policiales 10 de abril de 2016

Piden enjuiciar a tres peritos policiales por encubrir y alterar un escena de crimen

Los imputados habrían ocultado evidencias para hacer pasar la muerte de la víctima como "suicidio". La Justicia determinó que se trato de un homicidio.

La casa de Castello, donde apareció muerto de un disparo en la cabeza.

El fiscal que investiga el crimen del ecologista Carlos Castello, quien en 2008 fue encontrado asesinado de un balazo en la cabeza en su casa de la ciudad bonaerense de Lobos, pidió que sean sometidos a juicio oral tres peritos médicos de la Policía de la provincia de Buenos Aires acusados de encubrimiento y falso testimonio, informaron hoy fuentes judiciales.
De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio del fiscal de Berazategui, Ernesto Ichazo, al que accedió Télam, los imputados habrían ocultado evidencias para hacer pasar la muerte de la víctima como “suicidio”, tal como estuvo caratulada la causa durante más de cuatro años hasta que se determinó que, en realidad, se había tratado de un homicidio.
El pedido del instructor judicial fue presentado ante el juez de Garantías 7 de Quilmes Gustavo Alejandro Mora y alcanzó a los comisarios Jorge Alvarez Ceballos, Karina Marcela Sabules y Pablo Carlos Miceli.
Al primero de los acusados, el fiscal Ichazo le imputó el delito de “falso testimonio con encubrimiento agravado” por haber adulterado el escenario del hallazgo del cuerpo de Castello (62) y protegido a los probables asesinos.
Mientras que Sabules y Miceli están procesados por “falso testimonio” porque si bien no estuvieron presentes en la autopsia al cuerpo de la víctima, “consignaron falsamente en un informe que las características del orificio de entrada de bala en la cabeza de Castello y ausencia de lesiones en el cuerpo eran compatibles con signos observados en casos de autoagresión (suicidios)”, precisó el fiscal Ichazo en la causa.
“Estoy satisfecho por esta resolución porque viene a corroborar que Carlos no se suicidó”, dijo a Télam Eduardo Castello, hermano de la víctima y quien pidió que se investiguen “más complicidades policiales”.
La investigación judicial se inició el 20 de octubre de 2008, cuando Carlos Castello fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza dentro de su casa, ubicada a 100 metros del destacamento policial Laguna de Lobos, ubicada a unos 115 kilómetros al sudoeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Si bien en un primer momento la hipótesis del caso fue el suicidio, la Justicia determinó luego que el ecologista había sido secuestrado, golpeado y finalmente asesinado.
Al momento del crimen, Castello estaba enfrentado con las autoridades del Club de Pesca de Lobos y de Municipalidad local a partir de una denuncia que él había formulado por la usurpación de una calle que permitía el libre acceso del público a la ribera de la laguna.
En el marco de esa disputa, la víctima también había organizado y encabezado varias movilizaciones de vecinos de la zona que se oponían a dicha medida.
Durante la instrucción de la causa, la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia bonaerense y el Ministerio de Seguridad provincial apartaron de la investigación a la Policía y dispusieron que las diligencias estuvieran a cargo del personal de la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de Gendarmería Nacional.
En 2014, los gendarmes realizaron una inspección en la casa de la víctima y hallaron muestras de sangre y otros elementos que permitieron descartar la hipótesis del suicidio y abonar la del homicidio.
De acuerdo a esos peritajes, el ecologista presentaba lesiones vitales y el arma con la que lo mataron era de un calibre mayor al de la que encontraron junto a su cuerpo, dijeron los informantes.
En ese sentido, los peritos determinaron que el orificio de salida de la bala en la cabeza de Castello no se correspondía con el de una munición calibre .32, como el del arma encontrada junto a su cadáver.
Para los expertos, la víctima nunca empuñó un arma de fuego ya que no se hallaron restos de deflagración de pólvora en sus manos y el disparo fue realizado a una distancia de entre 10 y 15 centímetros.
Además, los peritos establecieron que el lugar donde se halló el cuerpo no era donde se había cometido el crimen ya que la posición del mismo no coincidía con la de un suicidio, por lo que creen que la escena fue montada por los asesinos.



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