Persona, empresa y sociedad: El valor social de la eutopía
Por Alberto Farías Gramegna [email protected]
“Los valores se construyen interactuando. Si no se sigue ese camino, sólo se desarrollan adoctrinamientos”- Salvador García Sánchez
“La utopía nos inmoviliza por su imposibilidad, mientras que la eutopía nos moviliza por su posibilidad”- Carlos Calvo
A propósito de la presentación en la Universidad de Murcia, España, de mi nuevo libro “Personalidades competentes, organizaciones eutópicas”, resumiré aquí algunos principios de la “eutopía”, concepto funcional y novedoso en las organizaciones socio-laborales y enfatizando la importancia de lo que he denominado “personalidades competentes”, sin las cuales la organización eutópica no funcionaría; pero al mismo tiempo ésta deberá indagar y capacitar las competencias de las personas, teniendo en cuenta el estilo de cada personalidad y así garantizar una actitud competente frente al desafío de la producción, la calidad y el buen lugar de trabajo.
La gestión organizacional del trabajo ha ido cambiando históricamente desde la “dirección por instrucciones” (clásica), pasando por la llamada “dirección por objetivos” (segunda mitad del siglo pasado) a la actual propuesta de la “dirección por valores”, que intenta promocionar el compromiso, la participación protagónica y el liderazgo eutópico y donde los jefes actúan como entrenadores (“coachers”) de competencias. Y ahí es donde aparece el factor “personalidad competente”, es decir un estilo personal que armonice con la característica de la tarea encomendada, más allá de la capacitación técnica que posea el trabajador: se puede conocer mucho sobre ventas y productos, pero tener un estilo distante, poco sociable, tímido e introvertido, y sentirse incómodo tratando de influir en las decisiones del comprador, por lo que -como vemos- esas características no son funcionalmente útiles al rol de “vendedor”. Por tanto se busca “la persona justa para el lugar justo”.
Las autoevaluaciones de los participantes de una empresa eutópica verifican la autogestión de cada uno en los planos de la confianza, la atención al proyecto armónico sujeto-grupo, la acción cotidiana concreta, y el tiempo del ser uno mismo y en relación a los valores propios y compartidos. Al respecto García Sánchez opina que “En demasiadas ocasiones los valores en las empresas e instituciones se quedan en meras palabras, un cambio de lenguaje. No es así, los valores se construyen interactuando. Si no se sigue ese camino, sólo se desarrollan adoctrinamientos.”
Los valores eutópicos: clave del cambio competente
En los últimos años se han multiplicado las llamadas “organizaciones eutópicas”, término que alude a un lugar apto para el trabajo agradable y de calidad de vida. (Eu: adecuado, saludable, funcional y topos: lugar). La organización eutópica se orienta a la creación de vínculos y espacios de trabajo saludables, protagónicos y creativos, en los que se puede trabajar confortablemente y tener expectativas de crecimiento con seguridad, donde prima el principio “win-win” (ganar-ganar), es decir gana el empleado y el empleador, el cliente y el agente.
En “La empresa eutópica” (Salvador García Sánchez) y “La dirección por valores”, (S. García Sánchez y Shimon Dolan) estos autores afirman que las empresas eutópicas -por oposición a las “distópicas” que destruyen actitudes positivas y quitan orgullo al trabajador- son aquellas que están gestionadas por un equilibrio de valores económicos, éticos y emocionales, resultando un lugar idóneo donde invertir capital y tiempo de trabajo. Resultan más efectivas porque en ellas es posible el desarrollo de afectos positivos. Situadas entre la utopía de la sensibilidad humanística y el pragmatismo económico del sistema capitalista tradicional, su gestión se sostiene en lo que se conoce como “dirección por valores”. Los liderazgos eutópicos se orientan a la construcción de confianza, en primer lugar en sí mismo generando autoconfianza para construir luego confianza de equipo. La dirección eutópica diferencia la gestión tradicional -que maneja solo valores numéricos- de los liderazgos capaces de construir valores compartidos e instaurar sinergia laboral.
Del dicho al hecho: ¿es posible cambiar valores?
En mis seminarios surgen entre los asistentes preguntas que expresan dudas sobre si la eutopía es sólo una utópica expresión de deseos:¿es posible instalar en la cabezas y los gestos de los líderes y de los trabajadores una gestión empresarial (en sentido amplio) de características eutópicas, en un contexto socio-cultural distópico (un lugar disfuncional e indeseable) , disnómico (distorsión de valores) o en muchos aspectos directamente anómico (sin normas ético-morales y de respeto jurídico-institucional)?
Cuando se describe aquel contexto aparece un escenario poco edificante, resultado de décadas de desvaríos: “mafias” sectoriales; corrupción desde la misma base ciudadana del pequeño gesto trasgresor; una sociedad confrontativa al extremo por tradición contestataria antisistema, inclinada mediáticamente a la afectación constante, donde indigna hoy lo mismo que ayer generó indiferencia o viceversa; una cultura corporativa y afecta a las polémicas abstractas; una sociedad obsesionada por la pequeña economía del retaceo y la eterna pulseada inflacionaria, dicotómica en lo político y necesitada siempre de un “enemigo” externo o interno contra quien luchar en nombre de alguna mítica y extemporánea etiqueta ideológica; anómala y discrecional en el funcionamiento de sus instituciones básicas (justicia, seguridad, salud, educación) y surcada transversalmente por una historia de cinismo, hipocresía social y afección oportunista al populismo de turno.
Ante esto suelo responder: “No es poco, pero aún así sigue amaneciendo” y enseguida digo que sí, que el cambio es posible, no a pesar, sino por la necesidad de ese mismo panorama negativo. Los ciclos de conciencia estructural del hombre son sorprendentes: sociedades sepultadas por la patología del escepticismo y la insolidaridad, de pronto luego de crisis terminales han salido con increíble fortaleza a corregir sus lacras y han triunfado. Es éste un momento lento de transición hacia ese cambio de valores aunque muchos aún no lo vean, porque ya se sabe que lo esencial es al comienzo invisible a los ojos del pragmático inmediatista y del escéptico amoral. No hay cambio socio-económico si antes no hay cambio filosófico-cultural que lo sostenga racionalmente. Lo político es efecto y no causa del nivel de conciencia educativa y moral de una sociedad. De allí el valor social de la eutopía.
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