Por Marcelo Solari

El superclásico tuvo su lugar. El lugar que nunca debería perder, aunque los avatares deportivos a veces conduzcan a ello. La buena voluntad de todos los involucrados permitió que, aunque no estaba previsto para esta temporada, al menos en versión de partido amistoso, Mar del Plata tuviera a sus tradicionales rivales del básquetbol frente a frente.

En definitiva, Peñarol superó anoche a Quilmes, por 76 a 59, ante poco menos de 2.000 espectadores, un marco interesante y con el típico colorido en las tribunas del Polideportivo Panamericano “Islas Malvinas”.

Antes de iniciarse el partido, el presidente, Domingo Robles, y el manager, Tato Rodríguez, le entregaron al entrenador Gabriel Picatto una camiseta mitad “milrayitas” y mitad selección argentina, en reconocimiento a su labor como asistente en el flamante subcampeóna mundial en China.

Se esperaba la presencia sorpresa del entrenador Sergio Hernández, pero a pesar de que estuvo en la ciudad, tuvo que cumplir compromisos en Buenos Aires. Su gente lo espera para tributarle todo el afecto. ¿Vendrá el jueves, en
el partido debut en el Súper 20 ante Bahía Básket?

A la hora de jugar, entre dos equipos en plena preparación, con mínimo rodaje y escasos sistemas, aunque con una teórica disparidad de calidad individual (Peñarol cuenta con cuatro extranjeros, por caso, y Quilmes ninguno). Nada determinante a estas alturas de poco aceitado funcionamiento colectivo, pero un detalle a tener en cuenta.

Sin embargo, el partido fue sumamente parejo durante todo su desarrollo. El “tricolor” castigó en el inicio con sus lanzamientos exteriores y tomó una ventaja (9-4), aunque con el correr del cuarto inicial, Peñarol equilibró con un
activo Darryl Johnson y más variantes a la hora de anotar.

Igualmente equilibrado resultó el segundo segmento, con aciertos y errores de ambos lados y sin que ninguno pudiera asumir el control.

Para el “milrayitas” fue positivo el ingreso de Santiago Vaulet y de a poco fue insertándose en el juego Joshua Jackson. Para Quilmes sumaron Jeffrey Merchant y el base Raúl Pelorosso.

Cuando regresaron del descanso largo, por momentos se vieron algunas buenas corridas, si bien las defensas de ambos impusieron respeto. En el balance de duelos individuales, Alejandro Reinick había controlado bien a Devin Thomas en la primera mitad, aunque el foráneo estuvo más participativo en la segunda.

A su vez, Jackson aportó bastante y Quilmes lo equiparó con un activo Juan Esteban De la Fuente.

Todo estaba por definirse cuando ingresaron al cuarto final. El puertorriqueño Gabriel Belardo pudo jugar muy poco al complicarse con las faltas personales y cuando retornó en el último cuarto no fue factor.

De todas maneras, fue en ese segmento cuando Peñarol inclinó la balanza. Mucho tuvo que ver su mejor respuesta defensiva, su dominio del rebote (40 a 27), un mejor control de la posesión (apenas 6 pérdidas contra 14 de su rival) y el gran aporte individual de Tomás Monacchi (13 puntos y 9 rebotes). Suficiente para ganar el partido y también el trofeo en disputa.

Síntesis

Peñarol (76): G. Belardo 2, J. Jackson 15, P. Tabárez 5 (x), C. Johnson 6 y D. Thomas 8 (FI). S. Vaulet 17, F. Barroso 4, T. Monacchi 13, J. Valinotti 2, L. Gorosterrazú 4, J.M. Fernández 0. DT: Gabriel Piccato.

Quilmes (59): A. Merlo 5, J.E. De la Fuente 14, G. Eseverri 3, M. Maciel 5 y A. Reinick 8 (FI). J. Merchant 13, R. Pelorosso 11, D. Skidelsky 0, I. Catani 0, J.C. Germano 0 (x) . DT: Manuel Gelpi.

Estadio: Polideportivo Panamericano “Islas Malvinas”.
Arbitros: Noel Leguizamón, Mauro Pereyra y Hernán Rodríguez.
Parciales: 14-15, 32-30 y 50-46.