Parque Nacional Talampaya: naturaleza y prehistoria en estado puro
Los paredones rojizos, declarados Patrimonio Natural de la Humanidad, y la fauna que lo habita, invitan a una travesía que evidencia el paso de millones de años a través de las capas geológicas y los restos fósiles que lo habitan.
Por Leila Lorena Torres
El Parque Nacional Talampaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y una de las Siete Maravillas Naturales de la Argentina, ofrece un espectáculo único para todos los sentidos, con la imponencia de sus rojos cañones de tierra y piedra, la fauna salvaje que puebla su arenoso paisaje, y los maravillosos tesoros ocultos de sus yacimientos paleontológico y arqueológico que atrapan a los casi 100 mil visitantes que año a año recorren el lugar.
La Rioja es un reservorio único de bellezas naturales, de tesoros patrimoniales, de hechos históricos destacados y de un acervo cultural reconocido en todos los rincones del país.
Las alturas cordilleranas impactan con sus paisajes de nieve y viento; la Capital ofrece los eventos culturales y religiosos que la identifican en el país; los llanos del sur cobijan gran parte de la lucha federal de la Patria.
Pero un recorrido por La Rioja no puede pasar por alto uno de los productos turísticos más destacados del norte argentino, el Parque Nacional Talampaya, ubicado en el departamento General Felipe Varela y a unos 215 kilómetros de la capital provincial.
La experiencia puede vivirse durante todo el año, pero el calor intenso que caracteriza a la zona hace que la temporada más agradable de visitación sea entre los meses de marzo y noviembre.
Para llegar a Talampaya desde la ciudad de La Rioja, vía transfer o en automóvil particular, debe tomarse la Ruta Nacional 38 durante 70 kilómetros hacia el sur hasta la localidad de Patquía, desde allí hacia el oeste por la Ruta Nacional 150 por otros 60 kilómetros hasta el cruce con la Ruta Nacional 76, y finalmente, seguir hacia el norte por casi 80 kilómetros hasta el portal de ingreso al Parque Nacional.
El color rojizo de la tierra que le da a este valle un aspecto lunar contrasta con las alturas de la precordillera hacia el oeste y el majestuoso nevado del Famatina hacia el norte, preparando al viajero a vivir una experiencia inolvidable.
El concesionario del Parque ofrece distintos servicios para quienes acceden al predio, con un restaurante de primer nivel y las mejores instalaciones para aclimatarse al lugar y esperar entrar al Cañón del Talampaya.
Además de recibir toda la información necesaria, registrarse para la guiada o comprar los mejores productos regionales de la provincia, hay un atractivo previo impactante: el Sendero del Triásico, un paseo por una muestra realista con una docena de especies de grandes dinosaurios que habitaron esta zona del país, una de las más ricas del mundo en vestigios paleontológicos.
Ahora sí, nos preparamos para los recorridos por el interior del Cañón que se ofrecen desde el Parque Nacional, con cuatro circuitos de diferente duración y longitud, todos a bordo de vehículos especiales disponibles para estas travesías.
El Cañón emerge del río que lo cruza y baña sus costas encajonadas. Los bruscos cambios de temperatura han generado este cincelamiento natural que ha producido la rotura de grandes placas tectónicas durante un período de más de 250 millones de años de evolución.
Sitio de extrema belleza, el desierto se impone por sus suelos variados y sus colores únicos. Dentro del Parque Nacional Talampaya, el sector del Cañón es el atractivo más importante y de mayor belleza escénica, y donde las actividades se desarrollan en horarios y grupos organizados, siempre acompañados de un guía local lo que ha permitido mantener el recurso turístico en excelentes condiciones de conservación y preservación.
La gran amplitud térmica predomina tanto en verano como en invierno. Son frecuentes las sensibles variaciones de temperatura durante el día, y con respecto a la noche las diferencias son notorias. Los veranos son cálidos, con máximas que pueden superar los 38º C de sensación térmica al sol, e inviernos con mínimas de 0 º C y en algunas oportunidades bajo cero, mientras que los meses con probabilidad de temperaturas más bajas van de junio a septiembre.
Los vientos soplan en este lugar durante todo el año, siendo los más frecuentes los del cuadrante noroeste, oeste, y sudeste, y es el viento zonda uno de los más enérgicos. Esta zona se caracteriza además por su bajo porcentaje de humedad ambiente, salvo en verano cuando suelen producirse lluvias, que tienen un promedio anual de 150 a 170 mm. En caso de lluvia o viento zonda se cierra el acceso a excursiones dentro del Parque Nacional.
Una vez arriba de los cómodos y modernos vehículos que pone a disposición el concesionario del Parque, se inician los trayectos que tienen paradas en cada una de las estaciones donde se realizan pequeñas caminatas para interactuar con la espectacular naturaleza del lugar.
A través de enormes paredones rojizos de 150 metros de altura, la excursión invita a conocer la irregularidad de las paredes que se abren y cierran a cada paso, brindando una atmósfera de ensueño al viajero.
Los Petroglifos, el Jardín Botánico, la Catedral Gótica, el Monje, el Cañón de Shimpa y los Balcones son los atractivos más conocidos del Parque, cada uno un verdadero viaje a los orígenes naturales de nuestro planeta.
Talampaya alberga una amplia gama de antepasados de mamíferos, así como vestigios de dinosaurios y plantas, que ilustran la evolución de los vertebrados y las características de los paleoambientes del período Triásico.
El Cañón de Talampaya recibe aproximadamente 100 mil personas al año, una cifra que se incrementó drásticamente en el último año gracias a la reactivación turística pos pandemia.
El número de visitantes aumenta durante los meses de invierno, aunque en el otoño y primavera empiezan a ser cada vez más frecuentes.
Es necesario realizar reserva previa a través del sistema online del concesionario para poder asegurar su lugar en las excursiones, ya que existe una capacidad de carga limitada por día de visitantes.
En 1893 el geólogo Alfrid Stasmed realizó en territorio riojano un gran hallazgo: los campos de Talampaya, y más de 70 años después, en la década del ’40, el doctor Joaquín Frenguelli aportó valiosa información captando el interés de geólogos y paleontólogos de todo el mundo.
El hallazgo de fósiles animales y de flora, así como los estratos geológicos analizados, responden a los acontecimientos que tuvieron lugar en el período Triásico de la era Mesozoica hace 225 millones de años, dónde los reptiles eran los dueños de estas tierras.
La formación del cordón cordillerano acontecida hace 60 millones de años dejó al descubierto este curioso relieve constituido por arcillitas y areniscas compactadas con una visible presencia de óxido de hierro, que es el que determina la coloración rojiza de los paredones que afloran en el área.
Este ecosistema es uno de los pocos lugares en el mundo donde claramente se pueden observar las distintas capas que componen el terreno y de qué manera los movimientos internos de la tierra fueron acomodando las placas que la constituyen.
El término Talampaya tiene muchas acepciones, pero la mayoría de los autores coinciden en traducirla como “río seco del tala”.
En 1975 el gobierno de la provincia de La Rioja crea el Parque Provincial Talampaya, y luego, en 1997, a través de una ley otorga los derechos del lugar a la Administración de Parques Nacionales para que se lo declare Parque Nacional.
Finalmente, el 29 de noviembre de 2000 es declarado por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad.
(*): Especial para Télam.
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