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Deportes 9 de abril de 2016

Para recordar toda la vida

Milagroso triunfo de Peñarol en alargue sobre Quilmes. Desmantelado por las faltas personales, dio vuelta un partido que a falta de cuatro minutos tenía casi perdido. El equipo de Ramella no lo supo ganar. Fabián Sahdi, gran figura.

por Sebastián Arana

A veces el corazón y la fortaleza mental explican cuestiones que los números no. Ningún quilmeño todavía puede entender todavía cómo se le escapó un partido que ganaba 81 a 73 a falta de cuatro minutos y cómo no pudo aprovechar que en el tramo final Peñarol perdiera por faltas a Moss, Gutiérrez, Diez, Figueroa y Acuña. Pero, antes de irse, Leo sacó dos conejos de la galera para tirarle todos los fantasmas encima. Quilmes se nubló de tal modo que perdió un clásico que tenía en el bolsillo. Y el equipo de Hernández, anoche puro corazón, peleó para forzar el alargue y entonces tiró la “chapa” para imponerse 102 a 96 en un partido para recordar por muchos años en la Liga Nacional de básquetbol.
De las dificultades que impusieron las defensas, salió mejor librado Peñarol en el primer cuarto. Ni “milrayitas” ni “tricolores” consiguieron anotar cerca del canasto. Gallizzi y Moss (causó muy pobre impresión en su presentación ante el público marplatense) se anularon mutuamente. Y el tiro a distancia sustentó las producciones ofensivas de ambos.
De las dos figuras, Brussino influyó un poco más que Baxley. El cañadense consiguió gravitar ganándose siete puntos desde la línea del tiro libre y aportando en varios rubros. El estadounidense quilmeño, por su parte, anotó como casi siempre, pero -a causa de una ridícula técnica que le pitó Tarifeño- se cargó con tres personales y debió salir antes del final del primer parcial. Y, en líneas generales, Brussino estuvo mejor acompañado que el goleador foráneo.
Los ingresos de Vildoza y Romero mejoraron la ofensiva quilmeña en el segundo parcial. La joya “tricolor” aportó un par de bombazos de larga distancia. Y el pivote, por fin, les garantizó a los suyos buenas resoluciones en el poste bajo.
Quilmes, que llegó a ir perdiendo por siete (15-22) segundos antes del final del cuarto inicial, llegó a equilibrar y a pasar al frente en los minutos iniciales del segundo.
Hasta que la rotación “milrayitas” empezó a dar dividendos. Primero Massarelli logró encender fugazmente a Acuña, quien aportó tres “caídas” productivas hacia el canasto quilmeño. Y luego entre el propio Massarelli y Fabián Sahdi descargaron todo su poder de juego y fuego sobre el canasto “tricolor”. Ambos protagonizaron el único pasaje de la primera parte en el que alguna ofensiva fluyó naturalmente. Entre ambos anotaron 21 puntos (11 Sahdi y 10 Massarelli) en el parcial y Peñarol se fue al descanso 51 a 43 al frente.
Había mucho para decir todavía. El equipo de Hernández no tuvo los porcentajes de la parte final del primer tiempo, pero tuvo controlado a Baxley y parecía tener firme las riendas del partido.
Sin embargo, en un par de jugadas puntuales, la moneda cayó del lado quilmeño y se armó un escenario de hacha y tiza para el cuarto final. En la primera, con marcador 68-59 a favor, una “bomba” de Gutiérrez salió de adentro y en la réplica Spalla anotó un triple para achicar a seis. Y en la jugada final de la etapa, con casi nada en el reloj, Vildoza anotó un increíble tiro de tres puntos detrás de la mitad de la cancha. Así los de Ramella ingresaron a sólo dos (67-69) al último segmento.
Ahí cambió el signo del clásico. Quilmes pudo, justo a tiempo, plantar una defensa férrea. Peñarol, sin las energías de antes, comenzó a penar y a encomendarse a un tiro de tres puntos que ya no entraba. Del otro lado, Baxley sí lució con la fuerza necesaria para atacar el aro y ganarse los puntos cerca del canasto.
Quilmes dejó a Peñarol en apenas cuatro puntos en los primeros seis minutos del último cuarto e ingresó a los cuatro finales 81-73 al frente. Parecía tenerlo cocinado.
Pero se apuró en un par de decisiones ofensivas. Y se armó el mejor final de los últimos tiempos. Porque Leo Gutiérrez, cuando parecía no dar más, anotó ocho puntos en una ráfaga y niveló todo. Diez empató en 84 a falta de un minuto y medio.
De ahí al final, Peñarol perdió por cinco personales a Gutiérrez, Diez y Figueroa. Pero se las ingenió para mantenerse con vida. Y, con empate en 88, Baxley tuvo 17″ para jugar la última bola y falló.
Alargue. Y a Quilmes se le vino el mundo encima. Jugó sabiendo que había perdido su gran oportunidad y lo hizo casi todo mal. En esa prórroga pesó más lo mental que la erosión por personales. Si hasta el debutante Winston, con cuatro libres y una asistencia para un triple de Brussino, entró con el pie derecho. El propio santafesino con un tapón sobre Vildoza y Sahdi, gran figura, sellaron un triunfo de esos que se recuerdan por mucho tiempo.