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Cultura 6 de junio de 2016

Para matar la poesía: El hotel

Por Federico Bagnato

www.paramatarlapoesía.com

—¿Lo mataste vos?
—¡Pero estás loca! –respondí.
Pero no estaba seguro. Lo había matado dos o tres veces. Una en un gran sueño; las otras dos mirándolo de frente y en silencio. Pero matarlo de matarlo, como quién dice quitarle la vida eternamente, eso sí que no lo creo. Porque además estaría preso. Esto no es cualquier lugar en el mundo, esto es Tokio, y en Tokio castigan a los malos. Pero qué más da… yo no soy tan malo, y además hay mucha gente por todos lados, y si en China alguna vez prohibieron tener más de un hijo no estaría mal que dejaran que algunos japoneses murieran, como quien diría, forzosamente. Pero si me pregunta… no, no lo hice. Veamos, vamos a proponerlo. Todo brilla, incluso el asfalto. ¿Dónde está ese gran índice de suicidios? Los japoneses están aburridos, pero no tienen empleados para ocultar cadáveres. Es claro que están aquí, en este hotel, otro hotel más de la Tokio que a nadie le importa, como los cuerpos de esos dementes que aparecen en cuartos de limpieza o depósitos de garaje, y que alguien tiene el desagrado de tener que llevar hacia el depósito de cadáveres (porque claro que hay una dependencia para cadáveres de improviso en el hotel). Menos mal que no es mi sector, pero cada dos por tres te acusan… ¿fuiste vos? Es que no pueden descartar nada, pero lo que descartan lo toman a la ligera: un me repugnaría tocar a otra persona suele ser suficiente para que te dejen en paz y acusen a alguien más. Pero esta vez quien apareció en el sauna era mi tío, otro de esos que no le importa a nadie. Pobre tío, si pudiera recordar su nombre diría pobre fulanito. Pero no es mi trabajo, no me corresponde. Mi trabajo es seguir haciéndome el tonto con cara de nada y continuar matando a quien así lo desee. Digamos que puedo darme cuenta quién la está pasando mal o recurre insistentemente a la idea del suicidio. Quizá hay veces que me equivoco, pero nunca me entero. Eso es triste y habla mal de mí, denota angustia o algo por el estilo. Será cuestión de esperar a que me cruce con algún otro trastornado y se lleve la vida que cree que no merezco seguir viviendo.



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