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Cultura 22 de agosto de 2017

Para arriba y para abajo

por Odda Schumann

De insecto me gustaba la parte de volar, pero no era tan agradable porque casi todo insecto volaba para esa época. Lo bueno fue que me salí… pagaban poco y me llevaba casi todo el día, y eso fue antes del recorte. ¡Imaginate si hoy!… Pero arranqué acá y la verdad que me va bien; y me puedo quejar, sí, siempre puedo tener más pegamento o ser trasladado a la ventana central junto al nombre del local que… ¡ah!

De solo pensar que puedo estar ahí pegado junto a la marca, ¡la marca principal del local!… es como mi tope, a lo que toda etiqueta aspira algún día. Y digo algún día porque llevo años haciendo esto. Claro, “las cosas se construyen con el tiempo”, dicen por ahí. Pero eso sucede cuando te sentás en tu escritorio con un papel y perdés el tiempo proyectando lo que supuestamente debería pasar. Pero creeme, llevo doce años de etiqueta… ¿y? ¿Para qué, me querés decir?

De haber agarrado un lápiz en esa época, hubiera escrito algo así: al año empezás con las vacaciones, a los tres años le enseñás a los nuevos, a los cinco sos coordinador de sector, a los siete u ocho jefe de área, y para los diez sos una pieza imprescindible del tablero… Me debo haber despistado, porque pasaron doce años y sigo siendo la misma etiqueta, pero cobrando antigüedad. ¡Eso es un logro, conformate! Dicen otros por ahí. Pero está todo dicho, cuando no se puede subir, habiendo transitado una agobiante y vergonzosa meseta, solo se puede bajar. Las cartas están echadas. Hice planes para arriba y no funcionaron; ahora planeo para abajo y pretendo no fallar porque ya tengo experiencia.

Es simple: el próximo jueves, cuando cierre el local y me quede haciendo guardia, voy a juntar todo el pegamento y voy a dejar que se seque. También voy a pronunciar las grietas que tengo en los bordes para generar distintos puntos de atracción gravitatoria y así romper el equilibrio. A esa altura, sin pegamento ni nadie cerca, la caída es libre e inevitable. Una vez en el piso, desprendo el resto de mis partes y me pliego, confundiendo mi forma para llegar al basurero. Eso es todo, un plan, pero para abajo. Ahora tengo experiencia, y antes dije lo mismo. Pero puede que falle, porque está escrito en una hoja y es un deseo, un objetivo; otro objetivo que no se va a dar como el primero y que se va a anular para que yo siga desempeñándome como etiqueta, porque la verdad es que alguien tiene que hacerlo.

(*): paramatarlapoesía.com



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