“Hago bandas desde el amor, no sé hacerlas de otra manera”
Es dueño de una enorme trayectoria en el rock. Con su nuevo proyecto editó en 2016 un segundo disco. Palo Pandolfo habla de la voz, de su poética y de lo que debe tener una banda, antes de llegar a Mar del Plata.
Experimentador, juglar, versátil, dueño de una voz poderosa, con la que puede vestir de texturas nuevas a sus canciones, Palo Pandolfo reconoce que su poética “viene de muchos lugares” y que sus letras “son descaradamente honestas”. “En esa poética hay un lugar que es medio propio, que toma de todos lados y genera algo propio… Charly García dice que el que le copia a uno solo es un pelotudo, pero que el que le copia a todos es un genio… yo soy un eslabón de una cadena, de la cadena de la música popular argentina, volcado a lo eléctrico, a la psicodelia post Beatle, me siento bastante dentro de la cultura del rock argentino, pero por años de cultivarla, de escucharla y de adodarla”, asegura el músico a LA CAPITAL.
Con su banda “La hermandad”, Pandolfo llegará a Mar del Plata para presentar su último disco, “La transformación”. Un disco rockero, once canciones de sonido visceral y contundente. Esa música confeccionada con su banda, en la que se encuentran los músicos Mariano Mieres (guitarras y coros), Carlos Fernandez (batería y coros), Alito Spina (bajo y coros) y Gerardo Farez (teclados), sonará desde las 22 de esta noche en el escenario de Teatriz (Bolívar y la Diagonal Pueyrredon).
“Sí, hace un tiempo que no voy a Mar del Plata. Se dio ahora y es maravilloso”, cuenta y confía que permanecerá todo el fin de semana, para grabar el video de la canción Un reflejo. “Vamos a filmar con el mismo director con el que hice El leñador, vamos a ir al mar, será un viaje reloco” se entusiasma.
“La transformación” nació como desprendimiento del disco anterior, “Esto es un abrazo” que realizó con los mismos músicos. “Cuando vi que con la banda, apretando un poco el acelerador, aparecía la presión sonora dije vamos por ese lado y compusimos enfocándonos en eso, en un sonido bien retro contemporáneo, post punk, algo que yo hice siempre, compusimos con Alito Spina, el bajista, y con Mariano Mieres, que es el guitarrista. Empezamos a desarrollar una estética”.
– ¿Fue fundamental encontrar un buen grupo de trabajo para lograr el sonido que querías?
– Sí, exacto, es un placer, porque yo hago bandas desde el amor, no sé hacerlas de otra manera, preferiría ser frío y calculador, pero no me sale, necesito que para que funcione haya onda, la hermandad es un trabajo diario, de afecto, de compañerismo, de voluntad de laburo, de cordialidad. Es un trabajo fino, humano, el disco lo grabamos en ese contexto. “La hermandad” la armé para que sea una banda de rock, yo se como funciona una banda de rock, porque hice una a los 13 años, en 1978, y Visitantes apareció en el 99. Fueron dos décadas completas de tener tres y más bandas. Se que las bandas funcionan con determinados parámetros, eso lo conozco bien.
– ¿Con qué parámetros?
– Uno que apliqué concretamente es la territorialidad, somos una banda de gente del Oeste del gran Buenos Aires, vivimos cerca, dicho de otra manera. Mariano era vecino. Jugamos partidos de fútbol, tiene que haber vida en una banda, es necesario compartir, el rock es transpirar, Lennon transpiraba, transpiraba mucho, Lennon y McCartney son un ejemplo de cómo se tienen que hacer las cosas. Somos personas grandes y empezamos a tener hijos, tenemos que combinar horarios y esfuerzos y voluntades y el trabajo del músico es sacrificado, necesitas identificación, afecto para poder apostar, es un laburo diario, semanal y además nosotros somos independientes.
– Con tanta vida musical que tenés encima y tan cambiante, además, ¿cuál es tu impronta?
– Siento que con la voz tengo un poder que hago que las cosas vibren, lo hago con los perros, con los gatos, paso por los garages y tiro la voz para escuchar la cámara, soy un adicto del sonido y todo el tiempo quiero experimentar con el sonido, a la voz la tenés encima permanentemente, me gusta la percusión, zapatear, yo puedo tocar todos los instrumentos porque vivo en consonancia con el mundo sonoro. Hay un trabajo espiritual en lo vocal, hay un trabajo vibratorio.
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