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Opinión 12 de febrero de 2016

Otra vez sopa: es hora de salir de PISA

Una vez más, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDEP) advierte sobre los “pésimos resultados de los alumnos argentinos en las pruebas PISA”, programa al que SADOP ha criticado con firmeza.

Por Daniel E. Di Bártolo (*)

Según los resultados del programa PISA, de los 64 países que aparecen en el informe, Perú, Colombia, Brasil y Argentina se encuentran entre los diez cuyos estudiantes tienen un nivel más bajo en áreas como matemática, ciencia y lectura.

El Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP) ha sido crítico de PISA. Más aún en ocasión del encuentro “Más y Mejor Educación para Todos”, realizado en la Universidad Metropolitana para la Eduación y el Trabajo (UMET), donde sostuvimos la consigna “Salir de Pisa”.

No solamente lo planteamos los docentes privados.

En mayo de 2015, un reconocido grupo de intelectuales de diversas universidades, gran parte de ellas norteamericanas e inglesas, enviaron una carta abierta a Andreas Schleicher, coordinador internacional del sistema de evaluación propuesto por la OCDE.

Allí destacaban:

1. El negativo papel de las pruebas estandarizadas internacionales en promover la competencia, etiquetando y clasificando alumnos y docentes en función de su rendimiento.

2. La tentación de los países a seguir caminos fáciles y de corto plazo para mejorar su desempeño en las pruebas, desconsiderando que los cambios en el campo educativo llevan mucho más que los tres años que separa una prueba de otra.

3. PISA mide unas dimensiones del aprendizaje e ignora otras, lo que “reduce peligrosamente nuestro imaginario colectivo acerca de lo que la educación es y debería ser”.

4. PISA está dominada por una visión economicista y unilateral de la educación.

5. La OCDE asume un mandato que no le corresponde, adjudicándose un papel de gran agencia de evaluación internacional, opacando a instituciones como la UNESCO y UNICEF.

6. La implementación de las pruebas se realiza en muchos países con asociaciones entre el sector público y privado, abriendo oportunidades de negocios que entran en franco antagonismo con los intereses educativos. Algunas de estas empresas ofrecen servicios educativos a las escuelas estadounidenses y a los distritos escolares de manera masiva y con fines de lucro, al tiempo que persiguen planes de desarrollo de la educación primaria con fines de lucro en África, donde la OCDE ahora está planeando introducir el programa PISA.

7. PISA contribuye a consolidar una euforia evaluadora que “perjudica a nuestros hijos y empobrece nuestras aulas”.
También en el campo latinoamericano, un nutrido grupo de especialistas en Brasil, nucleados en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), expresaron su oposición al programa PISA, destacando siete aspectos que evidencian el carácter reduccionista, tecnocrático, economicista y privatizador de una prueba que contribuye con la precarización del trabajo docente y la despolitización de las prácticas educativas. Los firmantes oponen los objetivos de PISA al desarrollo de sistemas educativos autónomos, donde la educación cumpla un papel emancipador y democrático.

Como sostiene el profesor Pablo Gentili, “PISA simplifica lo que es complejo. PISA jerarquiza lo que no tiene un orden. PISA compara lo incomparable. PISA silencia lo que la realidad amplifica. PISA distrae lo que merece atención. PISA consagra lo que es banal y trivializa lo que debería ser fundamental”.

Salir de este sistema no implicaría negar la validez de otras pruebas internacionales. De hecho salir de PISA tampoco significa rechazar la participación en evaluaciones internacionales. Por ejemplo, las pruebas del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE), coordinado por la oficina regional de la UNESCO en América Latina, constituyen un aporte de mucho mayor relevancia para un conocimiento riguroso de la calidad educativa en la región. La especialista ecuatoriana Rosa María Torres destaca, con razón, las ventajas de las pruebas de la UNESCO, en contraposición al reduccionismo analítico de PISA.

Estas sólidas argumentaciones de ningún modo soslayan y disminuyen el valor objetivo de la evaluación en el proceso pedagógico y en las políticas públicas de educación. Más aún, como consecuencia del Acuerdo Paritario del 29/10/2013 y la instrumentación del Programa “Nuestra Escuela”, acuñamos un sentido, un itinerario y una metodología propia: auto-evaluación institucional, participativa y situada.

La difusión sesgada de los resultados en el contexto del inicio de año escolar no hace más que enturbiar el proceso de negociación colectiva de los docentes, tratando de deslegitimar el reclamo salarial por la tendenciosa interpretación que los malos resultados son consecuencia del deficiente desempeño docente.

Desde los 90, cuando las recetas neoliberales proponían calidad educativa, construimos, junto al P. Jorge Seiboldl, un concepto propio: la “calidad integral de la educación” que implica una mirada amplia y estructural de un proceso complejo y diverso donde infinidad de factores juegan un papel decisivo.

En ese marco, evaluar desde la integralidad, está en las antípodas de solo medir en un múltiple chorice algunos ítems de saberes, de algunos alumnos, de una edad, de algunos colegios.

(*) Secretario de Educación SADOP