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Opinión 22 de agosto de 2017

“Este combate es un injerto que deslumbra al mundo”

El periodista Osvaldo Príncipi analiza la pelea entre Floyd Mayweather y Conor McGregor. También revisa la actualidad del boxeo en Argentina y su proyección como deporte estrella para la inclusión social.

por Agustín Marangoni

El boxeo atraviesa un momento opaco. Casi no hay nombres de peso ni gran repercusión de público. En cambio, las artes marciales mixtas han conquistado una tajada generosa de la atención mundial. Son deportes bien distintos. Uno histórico, de enorme jerarquía y respeto. El otro joven, en sintonía con la ferocidad del espectáculo en estos primeros años de siglo. Los empresarios, listos para el zarpazo, entendieron que los universos podían cruzarse. Igual que una productora de cómics, midieron personajes y analizaron la proyección del mercado a partir de una ecuación básica: generar un estallido. En un rincón lo ubicaron a Floyd Mayweather, boxeador retirado hace casi dos años, invicto, uno de los mejores libra por libra de todos los tiempos. En la otra esquina, Conor McGregor, un luchador irlandés –campeón en dos categorías– que pisa fuerte en el escenario de la UFC. Amague va, amague viene, firmaron un contrato que promete bolsas de 175 millones de dólares para Money Mayweather y 100 millones de dólares para McGregor. El combate será este sábado, a doce rounds, con las reglas del boxeo y transmisión en vivo para los cinco continentes. En Argentina se verá por la señal codificada Fox Premium.

Era de esperar, no sólo estallaron las finanzas, también se encendió la discusión. Los puristas del boxeo hasta ensayaron burlas. Los seguidores de la UFC entienden que es un desafío por la disciplina atlética, sí, pero mucho más por la necesidad de alcanzar prestigio. El periodista Osvaldo Príncipi es cauto en su análisis: “Lo más fácil es analizar la pelea desde un punto despectivo. Pero uno puede interiorizarse en McGregor, que es un divo en un arte reciente. Hay que darle respeto. El evento no sirve, pero los personajes son muy grandes. Mayweather no tiene nada que ganar, sólo tiene una bomba de tiempo entre sus puños, que es ver cómo queda la imagen del boxeo después de esto”.

Príncipi reflexiona desde sus conocimientos sobre la estructura comercial del boxeo, pero también desde la filosofía técnica de un combate. Para él, este es un acontecimiento dispar. De sacar los nombres propios, pensar la vuelta de un campeón mundial para enfrentar a un debutante, que encima llega desde otro universo, no tiene sentido. “Esa diferencia abismal de concepto se va a corroborar con la postura de favorito de uno sobre otro. El contorno es tan especial, tan espectacular, que no sé si decir polémico o indescifrable. Creo que ni se puede analizar como una pelea de boxeo”, señala.

– ¿Qué opinás de este cruce de disciplinas?

– Esto forma parte de un desafío del mundo del espectáculo que está organizado previendo la máxima seriedad sobre el ring, teniendo en cuenta lo que significa el concepto y la imagen de Mayweather, y lo que implica para la industria de las artes marciales mixtas la figura de McGregor. El negocio de la organización va a marcar una cifra de compra increíble, ahí todo está hecho a la medida del público de las artes marciales mixtas. Es el público que más va a comprar y más va a acceder. Este combate es un injerto que deslumbra al mundo y que a un purista del boxeo sólo le desata curiosidad.

– ¿Cómo lo ves al irlandés?

– McGregor va a tener que experimentar con situaciones ajenas en su carrera. Peleará en un cuadrilátero de 6 x 6 metros, muy distinto a la jaula octagonal de casi diez metros de largo. El reglamento será ciento por ciento boxeo, legislado por la Comisión Atlética de Nevada. No se permitirán patadas, codazos ni inmovilizaciones de ningún estilo. Los guantes tendrán encaje de mano entera y serán de 8 onzas, diferentes a los de encaje recortado de 4 onzas que se usan en la UFC. Además McGregor, acostumbrado a luchar descalzo sobre una tarima, tendrá que subirse a un ring acolchado con calzado reglamentario. Todo dice que los límites son para él.

– Analistas de todo el mundo aseguran que este combate perjudica al boxeo. ¿Estás de acuerdo?

– Totalmente, lo único que gana el boxeo es la vuelta de Mayweather. Pero sólo va a medir qué profundidad, qué ejecución le va a dar a un hombre físicamente fuerte pero técnicamente torpe. Maywheather tiene todo que perder y nada que ganar. Y Mayweather significa el boxeo. El deporte profesional está inmerso en una industria tan rara y loca que ayer Michael Phelps nadó contra un tiburón, hoy sucede este combate y no me sorprendería que mañana un chofer de larga distancia compita contra un corredor de fórmula uno. 

Príncipi no duda un segundo en afirmar que este enfrentamiento es un gran show en el cual los atletas están sometidos a una presión comercial excesiva. “¿Qué elogio va a tener Mayweather dominando a un luchador torpe que se quiere convertir en boxeador? La espectacularidad es algo que requiere el consumo. Ver esta pelea significa ver un show y no una contienda deportiva. Hay que pensarla como un show, sino sería ridículo. Analizar como boxeador a McGregor es analizar a un injerto con la lupa de un crítico. Al punto que no se puede predecir ni la conducta ni el comportamiento. Hay que esperar a que termine la pelea”, dice.

– Tus palabras suenan a que lo hacen por plata…

– Todo es la plata. El deporte profesional tiene un objetivo, que es el resultado del dinero. Y todo tipo de profesional está regido por el dinero. Si las empresas entendieron que este era el espectáculo más redituable de este momento a nivel deporte, y lo va a ser, es porque encuentran una masa de consumo. Es el mensaje que mandan a Estados Unidos y a Inglaterra, como principal cliente, teniendo en cuenta el radio británico de la idolatría irlandesa que tiene MacGregor.

El negocio en números es claro. Hay tres empresas asociadas para este combate: Mayweather Promotions – Showtime, la T-Mobile – MGM y la UFC. La proyección de ventas está calculada en unas 4.500.000 suscripciones vía Pay per view [Pague por ver] con un precio de 89,95 dólares para televisación estándar y 99,95 dólares para televisación en hd. La recaudación estimada superaría los 400 millones de dólares, sólo en Estados Unidos e Inglaterra. A ese número hay que sumarle la venta de 20 mil entradas del T-Mobile Arena de Las Vegas. Los precios oscilan entre 500 y 10 mil dólares, y ya están casi agotadas. Se vendieron de a dos entradas por persona para evitar la reventa, aun así circulan ofertas en internet de 40 mil dólares por cada ticket preferencial desde hace una semana. El movimiento comercial tiene tal magnitud que el número final de recaudación es imposible de suponer. A los números de base hay que agregarle la publicidad en el estadio, en el ring, en la ropa de los luchadores y en la televisación mundial. Además de los derechos de transmisión para los canales que quieran comprar la pelea. 

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– ¿Cómo lo ves a Maywheather? Hace casi dos años que se retiró.

– Maywheather lleva 23 meses de retirado y tiene 40 años. Él está intacto porque su disciplina sigue intacta. Su vida displicente es sostenida por su disciplina de gimnasio. Él es un dependiente del ejercicio y de mantener el cuerpo brillante.

– ¿Por qué creés que el mercado del boxeo cayó y creció el de las artes marciales mixtas?

– Creo que el vale todo ganó un terreno que no perdió el boxeo. Es otra cosa. No creo que la gente del boxeo se haya ido al vale todo. El boxeo y las artes marciales, en cultura y en público, no tienen nada que ver. Es un auge del vale todo a nivel internacional, pero en Argentina, por ejemplo, no tiene tanto éxito. Aunque tengan rating las peleas, no es masivo. El vale todo no tiene estructura y sí la tiene el boxeo. El boxeo, con jerarquía o no, mantiene su cartelera nacional todos los viernes, con dos o tres veladas para la televisión. No creo que el boxeo compita con las artes marciales. No hay un paralelo ahí.

– ¿Por qué el boxeo argentino ha tenido una visible merma en figuras de peso? ¿Qué pasó?

– Por errores en su estructura, porque la Federación Argentina no ha tenido un trabajo federativo, sino que compite con las empresas promotoras por ser una más. No hay talentos porque no hay conocimiento. Los programas nacionales de la Secretaría de deporte para el boxeo desatan una ignorancia terrible y porque los fondos que destina el Enard van a los eventos y a los boxeadores equivocados.

La palabras de Príncipi son claras: cuando se habla del boxeo hay que mantener el respeto que merece el deporte que más medallas olímpicas y más campeones del mundo le dio a la Argentina. La falta de presencia en los medios, agrega, es otra de las causas que hicieron caer el consumo de boxeo. “A nivel informativo, el boxeo es una víctima del foco infeccioso del fútbol. Eso bloquea el desarrollo de cualquier deporte”, explica.

Los puños y la inclusión

El boxeo ha nutrido sus filas con luchadores que llegan desde sectores sociales marginados. El mismo McGregor es emergente de una familia clase baja irlandesa, sin estudios y pocas posibilidades de proyectar su vida más allá de lo inmediato. Mike Tyson, Bernard Hopkins, Ron Lyle y Carlos Monzón, entre otras estrellas mundiales, se hicieron un lugar a puro corazón y fuerza de voluntad, a pesar de sus contexto adversos. Historiadores y documentalistas del boxeo hacen hincapié en que hoy hay menos boxeadores porque las disputas callejeras se resuelven a los tiros y no a los puños como hace cincuenta años. Es una teoría que tiene fisuras conceptuales, pero que denuncia un cambio de código cultural visible en las franjas excluidas. También en la manera de administrar la violencia, especialmente desde las instituciones.

En Argentina, desde el 2012, se desarrolla el programa Boxeo sin cadenas, en el cual se entrena a los reclusos de las unidades 38 (Sierra Chica), 15 (Río Gallegos) y de la Penitenciaria de Villa Devoto para que se desarrollen como atletas, y, fundamentalmente, para inculcar valores. El boxeo –dicen los responsables del programa– no tienen nada que ver con la brutalidad, es un trabajo de técnica controlada y reglamentada, donde el espíritu deportivo y la competencia sana están por encima de la violencia en sí misma.

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En Estados Unidos, un preso le cuesta al Estado unos 60 mil dólares anuales. Mientras que un gimnasio de boxeo tiene un costo de 50 mil dólares anuales y le da contención y posibilidades reales de inclusión a 10 deportistas. En Argentina, un preso le cuesta al Estado cerca de 23 mil pesos mensuales. Casi 300 mil pesos al año. Es decir, se está desperdiciando al boxeo como herramienta efectiva de inclusión y prevención para la población en riesgo. Con una inversión mínima, visiblemente menor a la del castigo penal. 

– ¿Qué opinás de usar el boxeo como un dispositivo de inclusión social?

– El boxeo fue siempre, desde la década del 10 a hoy, uno de los mejores regeneradores sociales que el deporte puede aportarle a la sociedad. Y cuando se habla de boxeo generalmente no hay que ir tanto al marginal. El boxeo siempre, desde el club a la sociedad del fomento o al gimnasio, cumplió una función social. Incorpora gente a la que muchas instituciones les cierra las puertas. Yo me río cuando escucho en los discursos políticos la palabra inclusión, porque los programas deportivos estatales hoy no incluyen a nadie.

– ¿Cómo ves la figura del preso que deviene en boxeador?

– El boxeo puede ser una revancha ante la vida. En Argentina debe haber quince o veinte centros de detención que tienen el boxeo como oficio. Ser boxeador, para un pibe de dieciséis años, es más tentador que el oficio de panadero o de zapatero. Lo va a motivar y lo va a concentrar de otra manera. El programa Boxeo sin cadenas ofrece un permiso laboral para que los internos, según el grado de condena, puedan salir a trabajar de boxeadores. A nosotros nos tocaron varios casos en nuestras transmisiones. El boxeo como oficio, como trabajo, es un integrador social. El boxeo, además de ser un espectáculo y un deporte, es un trabajo. Aquel que debuta peleando como amateur a tres rounds está trabajando. Nadie sube al ring si no recibe su viático. El boxeo como contención social también se practica en muchas sociedades de fomento, que hoy son las que han reemplazado al club.

– ¿Qué opinás de la políticas deportivas de los últimos años?

– El político deportivo es muy cínico, habla de inclusión social y cuando puede deriva la responsabilidad a otra institución. Argentina tiene una ignorancia enorme en política deportiva, por eso el boxeo siempre quedó afuera. El boxeo es uno de los deportes con mayor respeto social, además de los logros que ha conseguido para la Argentina.

– ¿Por qué entonces el Estado no lo incorpora?

– A veces se confunde la pobreza con la decencia. Ese es un gran intríngulis que hace a un concepto de la opinión pública del boxeo. El practicante del boxeo sigue siendo un pobre decente. Y a veces ese pobre decente se mezcla con el pibe díscolo, el pibe que viene reventado de la casa. El boxeo lo agrupa y trata de salvarlo con los medios que tiene. Ahí no llega el Estado ni las políticas deportivas. Argentina hace 25 años tiene una política deportiva que esquiva el boxeo, porque no hay capacidad para trabajar con el medio social que agrupa el boxeo.

– La última, Osvaldo. ¿Vas a cubrir la pelea de Mayweather?

– ¡No! Ya pedí todo para viajar a cubrir el combate entre Gennady Golovkin y Canelo Álvarez, el 16 de septiembre. Esa sí.



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