Original mirada sobre el autismo en un libro de reciente aparición
"Encuentro con un niño ¿autista? Seis pétalos para una terapeuta" (Lugar Editorial) narra la experiencia de la autora, Liliana Kaufmann, con Martín, un paciente que le regaló la idea de este libro: le dibujó seis pétalos, vinculados a la oscuridad, el agua, el viento, el fuego, la tierra y la luz.
Kaufmann: "Cuando una sociedad está en crisis, la infancia queda en estado de vulnerabilidad absoluta".
“Una vez finalizado el tratamiento de Martín, en la última sesión del tratamiento clínico, lo convoqué a dibujar sus vivencias durante nuestros encuentros en el consultorio. Entonces dibujó una especie de flor de seis pétalos y al lado de cada uno de ellos seis palabras: oscuridad, agua, viento, fuego, tierra, y luz”, contó la psicóloga Liliana Kaufmann, autora del libro “Encuentro con un niño ¿autista? Seis pétalos para una terapeuta” (Lugar Editorial).
Ese fue el disparador de este libro en el que relata su experiencia con los pacientes autistas. “A partir de ese momento entendí que, si yo podía darle voz y pensamiento al itinerario de las transformaciones que se fueron sucediendo en forma de pétalos desde la oscuridad hasta la luz, seguramente iba a poder describir el autismo desde la propia piel de Martín”, agregó.
Conoció a su pequeño paciente cuando el niño tenía dos años y medio y había sido diagnosticado con condiciones del espectro autista. “Inicié el tratamiento de la manera en que habitualmente trabajo con los niños y sus padres. Sin embargo, durante nuestros encuentros recorrí caminos novedosos, aprendí mucho sobre lo que necesita un niño, cómo se producen las transformaciones a lo largo de la vida, también sobre la resiliencia, la empatía y el reconocimiento y disfrute compartido”, indicó.
-¿Por qué surge la necesidad de plasmar en un libro esa vivencia profesional?
-Luego de varios años, cuando retomé la intención de escribir sobre el sentido de ese dibujo/palabras, fui evocando cómo me sentí afectada emocionalmente en el espacio íntimo de las sesiones, cuando Marín evitaba mirarme a los ojos, caminaba atravesando el espacio como si yo no existiera, cuando le soplaba la manito para que me mirara o cuando los globos volaban como aviones por el espacio del consultorio y él me decía: “dale el globito”, intentando expresar que quería que le sople el globo hacia él. En esos tiempos, mientras esbozaba mis primeras ideas reflejados en esos pétalos tuve la revelación de algunos enigmas de mi infancia que me acompañaron toda la vida. A medida que seguí explorando me preguntaba, ¿no refleja también el ciclo de la flor todas las estaciones que transita el devenir mismo de la condición humana? Este también fue uno de los motivos que me impulsaron a escribir el libro, porque este tipo de acercamiento a la raíz íntima de la subjetividad nos permite romper el círculo vicioso de estigmatización-exclusión tan frecuente en nuestra sociedad actual.
-¿Crees que se necesitan nuevos abordajes desde la piscología para terminar de entender -y resolver- muchas de las problemáticas que atraviesan a la infancia?
-Creo que es necesario detenernos a pensar las problemáticas que atraviesan a la infancia actual porque cuando una sociedad está en crisis, la infancia queda en estado de vulnerabilidad absoluta y se necesitan nuevos modos de abordarla. Por una parte, la urgencia con que se vive les demanda a los niños y niñas un ritmo acelerado de vida. Parecería que hay cierta urgencia para que crezcan y sean exitosos, por lo tanto, se les arman agendas con actividades, sin dejarles tiempo para jugar; olvidando que el juego es una base fundamental en el desarrollo de cualquier niño y niña. Sumado a la falta de tiempo para jugar, el avance de la tecnología modificó fuertemente los espacios lúdicos y el intercambio entre pares se ve cada vez más afectado por el uso de la computadora, el celular y las consolas. En esta era tecnológica queda en un segundo plano el juego como experiencia creativa, los dispositivos tecnológicos han desplazado la función de los padres en muchos hogares y los hijos los reclaman con menor frecuencia para compartir momentos de juego. Por otra parte, cuando un niño se muestra desbordado, en lugar de preguntarse sobre lo que ocurre en la familia, en el vínculo con los padres, con el aprendizaje, con sus compañeros de colegio, la medicación aparece como un único medio de contención. Así, quedan sin ser atendidos los sufrimientos del niño.
-¿Cuál es el aporte que brindan los relatos de las historias clínicas para el tratamiento de niños con diagnóstico de autismo?
-Pienso que las historias clínicas son un registro de trayectorias vitales que permitan describir un funcionamiento subjetivo singular, y en el caso de niños con condiciones del espectro autista permiten describir un modo de ser “autista” que ningún manual de diagnóstico puede anticipar.