La Justicia de Garantías ordenó la prisión preventiva del policía Fabián Vázquez por el crimen de quien era su pareja, también perteneciente a la fuerza se seguridad, Guadalupe Mena (19). 

La hipótesis de la fiscal Constanza Mandagaran se centra en que se trató de un femicidio y no de un accidente, como intentó instalar el acusado. Las pericias científicas, las pruebas plantadas por Vázquez en la escena, su falso testimonio y hasta un contexto de violencia de género que saltó a la luz tras el análisis de celulares apoyan la acusación.

Vázquez está imputado por  “homicidio agravado en contexto de violencia de género”, un delito que de probarse solo contempla la prisión perpetua, y se encuentra detenido desde la muerte de Mena, ocurrida el 1° de enero.

Para la fiscal Mandagaran, existe un riesgo procesal evidente si Vázquez recupera la libertad en este estadio de la causa. Primero por tratarse de un delito con la expectativa de la máxima pena posible, luego por ser un integrante de la Policía Bonaerense y finalmente porque el imputado mintió deliberadamente en su testimonio para garantizar su impunidad.

Por estos motivos, la Justicia de Garantías acompañó el pedido de la fiscal, para que Vázquez permanezca detenido mientras avanza la investigación en su contra.

Restan todavía los informes del dermotest, tanto de Mena como de Vázquez, que estarían recién para el 24 de febrero, en el que podrían confirmar la existencia de partículas de la deflagración en las manos del imputado, de la víctima o de ambos.

Las pruebas que sustentan el femicidio

Gudalupe Mena.

La fiscal Mandagaran cuenta con dos pericias científicas que apoyan la hipótesis de femicidio: por un lado la pericia balística, que indica que el proyectil que mató a Guadalupe Mena fue disparada del arma reglamentaria de Vázquez y, por otro, la autopsia, que demostró que el disparó se produjo desde al menos 40 centímetros de distancia y de arriba hacia abajo.

Con estos informes la escena parece muy clara: Vázquez habría estado atrás de Mena y a una mayor altura que ella, y le habría disparado con su arma reglamentaria en la cabeza.

En la causa no figura que Mena y Vázquez hubiesen discutido momentos antes del disparo. No hay pruebas de eso, pero sí hay argumentos para entender que existía conflicto en la pareja en un contexto de violencia de género.

Si bien Vázquez, cuando declaró, dijo que no había conflictos con Mena, esto fue otra de sus mentiras: los investigadores constataron que había peleas y discusiones con la víctima ya que él le mentía porque no terminaba de dejar a su expareja, quien se encuentra embarazada.

En esa línea declararon numerosos testigos, familiares y amigos de la víctima, que explicaron que si bien no había violencia física en la pareja, las peleas eran constantes porque Vázquez “jugaba a dos puntas” entre Mena y su exnovia embarazada.

El análisis de los celulares de víctima y victimario, sus chats, también dan cuenta de estas discusiones, de las peleas constantes entre ambos que constituyen un contexto de violencia de género en la pareja.

La hipótesis fiscal

El 1° de enero, Vázquez había ido a buscar el armamento y la ropa de servicio de Mena a la casa de su madre y luego fue a su casa, en Falucho al 8600. Allí, además de Mena, se encontraban los padres de Vázquez y su hermano con la novia.

Vázquez llegó al lugar a las 20.25 y a las 20.40 llamaron al 911 para denunciar que se había producido un disparo, que Mena estaba herida de gravedad con una bala en la cabeza. La investigación se centra en lo que sucedió durante esos 15 minutos.

Mena fue trasladada de urgencia al Hospital Interzonal, donde falleció a los pocos minutos ingresar.

Cuando la policía y la fiscal Mandagaran llegaron a la casa de Falucho al 8600 hallaron la pistola reglamentaria de la joven en una cama, junto a los cargadores. Además, en el suelo se encontró una vaina, que correspondía al arma de la víctima.

Si bien en el lugar estaban los familiares de Vázquez como posibles testigos, no fueron citados a declarar ya que no tienen la obligación de decir la verdad. Si dio su testimonio la novia del hermano del acusado, que solo dijo que estaba en su cuarto al escuchar un disparo.

Como Vázquez estaba en el lugar, la fiscal ordenó su detención y también el secuestro de su arma reglamentaria, que estaba en su bolso de servicio.

“Estaba limpiando su arma y cuando hizo una broma yo intenté quitársela”, aclaró Vázquez ante la fiscal cuando declaró. Sin embargo luego, con la pericia balística y la autopsia, quedaría en evidencia que mintió.

Una vez que se conoció que el arma que mató a Mena fue la de Vázquez, la fiscal pudo reconstruir lo que ocurrió como un femicidio y no un accidente. Con Vázquez con su arma, detrás de Mena, dispárandole en la cabeza.

Para la fiscal, el arma de Mena habría sido disparada después del femicidio, para plantar en el lugar un escenario de accidente. Por eso se encontró una vaina del arma de la víctima pero no el accidente balístico. Por eso estaba su arma sobre la cama. Y, también por eso, el arma homicida, la pistola de Vázquez, estaba guardada en un bolso cuando llegó la policía.