Lo iban a enjuiciar por el crimen de Leticia Filosi pero estaba muerto
Sergio Andrés Molina fue asesinado el 12 de mayo de 2014 en Villa Gesell. La Justicia de Mar del Plata lo supo hace algunas horas, al ser rechazada la cédula que lo notificaba para el inicio del juicio por el homicidio de Leticia Filosi. Molina era uno de los imputados, junto a Fernando Spotter. Ambos ya habían sido absueltos en 2008, pero Casación había ordenado la reiteración del juicio.
por Fernando Del Rio
El próximo lunes debía iniciarse el segundo juicio contra Sergio Molina y Fernando Spotter por el brutal crimen de la adolescente María Leticia Filosi (17), cuyo cuerpo vejado y estrangulado apareció frente a las playas de Camet en el año 2004. Aunque ambos imputados habían sido absueltos por un tribunal local en 2008, instancias superiores determinaron que los jueces habían hecho una mala valoración de la prueba y ordenaron repetir el juicio.
Sin embargo, ayer se supo que Molina, sobre quien pesaban los mayores indicios para acreditar la autoría material del homicidio, fue asesinado hace casi un año en la ciudad de Villa Gesell. Esta novedad será expuesta en la audiencia preliminar prevista para hoy al mediodía ?además de otras cuestiones- y seguramente el nuevo Tribunal decida la postergación del debate.
El crimen de Filosi fue el último de una estremecedora serie ocurrida entre los años 2000 y 2004, y que llevó a pensar a los especialistas e investigadores que podía existir un mismo asesino. Relacionaban los hechos varios elementos: geográficos, características de las víctimas, metodología y mecánica del ataque, y la ?huella-souvenir? sobre el cadáver.
Al igual que las demás mujeres asesinadas, Filosi fue previamente violada y la muerte, según confirmaron los peritos forenses, sucedió por estrangulamiento. Para ello, el o los homicidas le introdujeron en su boca la bombacha y luego le envolvieron la cabeza con una bolsa de naylon hasta matarla.
En el año 2008 la Justicia llevó a juicio a Molina y Spotter, después de un arduo trabajo de los fiscales Alfredo De Leonardis y Rodolfo Moure (ver aparte).
Debido a la prueba colectada, el Ministerio Público Fiscal solicitó la pena de prisión perpetua para ambos procesados. Lo que los vinculaba al crimen era un ADN coincidente que fue extraído del semen hallado en el cuerpo de Filosi y varios testimonios incriminatorios.
La sorpresa llegó en el momento de dictarse la sentencia: los jueces Esteban Viñas, Antonio Martinelli y Aldo Carnevale fallaron en favor de Molina y Spotter al absolverlos y ordenar su inmediata libertad. ¿Por qué? Porque entendieron que la prueba de ADN no era lo suficientemente confiable para garantizar un resultado certero. Diez años atrás, obtener un perfil genético y cotejarlo con la muestra de un imputado no era tan seguro como en la actualidad. En aquella ocasión había sido el laboratorio de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires el encargado de los peritajes químicos.
"Más allá de la sed de justicia popular, está lo jurídico, y esa sed de justicia popular no puede ser satisfecha por una sentencia arbitraria y mucho menos por una condena ilegal", dijeron los jueces. Viñas fue más contundente al destacar su ?profunda preocupación por la constatación de serias deficiencias investigativas, cuando no desprolijidades y posibles ilicitudes".
La cadena de custodia de los ADN y ciertos métodos de investigación fueron así cuestionados, pero el punto clave fue que el novio de Leticia Filosi se había corregido de una declaración anterior y había asegurado que sí había tenido relaciones sexuales. Un estudio de ADN reveló que el semen hallado en la vagina de la víctima también le pertenecía. Al igual que a Molina y Spotter. Ante esa policoncurrencia de perfiles genéticos, el tribunal calificó como poco fiable los estudios y absolvió a los imputados.
Apelación y marcha atrás
En el fallo de los jueces decidieron que todos los demás indicios que los fiscales habían acumulado en torno a las acusaciones no eran relevantes, e incluso solicitaron apertura de causas por falsos testimonios entre otros a un tal Daniel Ulloa, quien tiempo más tarde sería condenado por el asesinato del joven Paolo Celaya. Este crimen sucedió en la puerta de Altabirra, el bar al que concurrían Spotter, Molina y Filosi.
En consecuencia, al desestimarse los demás indicios y al anular la principal prueba ?los peritajes genéticos- no había más que hacer. Tanto Spotter como Molina fueron absueltos en un criterio técnico irrefutable del tribunal.
Lógicamente el fallo generó un descontento total y hasta se produjeron incidentes al final de la lectura. ?Fue vergonzoso ese fallo. Es el día de hoy que no puedo entender lo que hicieron los jueces?, dijo ayer Marta Filosi, la madre de Leticia.
Lo cierto es que el Ministerio Público recurrió la decisión de los jueces y una instancia superior dijo que los jueces se habían equivocado. Estableció que en el expediente había mucho más que un ADN incriminatorio y que esos indicios desechados podían explicar los hechos. Por ese motivo determinó que se repitiera el juicio.
Tiempo atrás el fiscal Mariano Moyano fue designado para actuar durante el debate y se sorteó el Tribunal Oral Nº4 para fallar. Este tribunal tiene una particularidad: uno de sus integrantes es De Leonardis, quien fuera fiscal de la causa. Frente a esa situación se nombró a Néstor Conti para acompañar a Gustavo Fissore y a Jorge Peralta. No obstante, Conti atraviesa una licencia por razones de salud, de manera que está pendiente la conformación definitiva.
Hoy al mediodía el fiscal Moyano se reunirá con el Tribunal y con los abogados de las distintas partes y confirmará la muerte de Sergio Andrés Molina y la extinción de la imputación del crimen de Filosi. Sólo eso justifica la suspensión del inicio del juicio previsto para el próximo lunes, aunque los defensores de Spotter tuvieran previsto algo similar por su solicitud de un nuevo informe pericial en el Departamento Judicial de San Martín para consolidar la prueba de ADN, algo acerca de lo cual la familia Filosi estaría de acuerdo.
El último de una serie tremenda de asesinatos
En los primeros años del nuevo siglo era tan habitual encontrar el cuerpo vejado y estrangulado de una mujer en la zona próxima a Camet que tenía algo de deportivo. ?En Mar del Plata el deporte nacional es matar mujeres y tirarlas por ahí?, llegó a decir atravesado por el dolor, el pariente indignado de una de las víctimas. Y no era una mirada confundida: tiempo después el médico Jorge Caldera arrojaría por uno de los acantilados de aquella zona el cadáver aún tibio de Bárbara Tiscornia para desorientar a la policía y de ese modo encubrir al asesino de su hijo.
Encima los años previos, plenos en su conmoción por aquel figurado Loco de la Ruta, contextualizaban a favor de acostumbrarse a la impunidad y naturalizar los asesinatos, las descuartizaciones y los abusos sexuales contra mujeres.
En total, las muertes en Camet fueron cinco y de esa serie ninguna de sus víctimas encontró la paz simbólica que otorga el hallazgo de justicia. Aunque resulte absurdo, muchas veces conocer el asesino, su método, sus perversiones, entender la saña y explicarla desde la ciencia forense es expuesto como un paliativo. Tal vez así lo sea y detrás de esa necesidad está la familia de María Leticia Filosi (17), la última de las mujeres asesinadas en Camet, el 10 de mayo de 2004.
?No pienso que a mi hija la deje en paz hallar justicia. No lo sé. Pero sí sé que a mí me cerraría el círculo. A mí me daría algo de paz.?, dijo a LA CAPITAL, la madre de Leticia, Marta Filosi con fortaleza y esperanza.
Ayer la mujer se enteró de la muerte de Molina. Se lo dijo su abogado Leonardo Lucotti, designado por el cuerpo colegiado para asistir a la familia Filosi. ?Necesito que la Justicia diga y confirme que ellos fueron los que le hicieron eso a mi hija, que fue algo terrible. No tienen ni idea de la manera aberrante en que le quitaron su vida?, sostuvo Marta Filosi.
Lo que le hicieron a su hija, a una adolescente de 17 años fue estremecedor, por las formas, las circunstancias, por el trasfondo y porque Leticia era una adolescente como casi todas, con la secundaria terminada y el deseo de solventarse ella misma su carrera en la universidad.
El 10 de mayo de 2004, a las 9.30 de la mañana, María Leticia Filosi llegó al centro de la ciudad desde su casa de la calle Lebenshon. Tenía la certeza de que la iban a tomar como camarera en el bar ubicado frente a la fuente de Peatonal San Martín y San Luis. Su entrevista con el empleador fue exitosa. Al cabo de algunos minutos de charla, lo convenció de que era la mejor opción, y salió de allí con el trabajo asegurado.
María Leticia Filosi atravesaba una etapa singular. Ya recibida en la secundaria había elegido ser psicóloga especializada en menores con dificultades y para ello debía trabajar. ?Yo no estaba en condiciones de mantenerle una carrera universitaria?, recordó la madre. Por eso quería trabajar y por eso sabía que recién en 2005 comenzaría a estudiar.
Pero esa laxitud, esa descompresión, también la había llevado a relacionarse con algunas personas indeseables de la noche. Un individuo la había conquistado y ella, en su ingenuidad, se dejó arrastrar a ese mundo: el novio era un vendedor de droga al menudeo y se transformó en un perseguidor implacable.
En ese mundo estaba el boliche Altabirra, un canto bar que funcionó durante años en la avenida Colón y Lamadrid. Por allí también merodeaban Sergio Molina y Fernando Spotter, hombres que la doblaban en edad.
De acuerdo a lo que logró investigar el fiscal De Leonardis y el entonces ayudante Rodolfo Moure (hoy uno de los mejores fiscales del Departamento Judicial Mar del Plata), aquella mañana del 10 de mayo, tras salir de la entrevista laboral, Filosi se dirigió a un local de regalería de la calle Rivadavia y luego salió caminando. En un punto no determinado, pero muy próximo a la Municipalidad, ella subió a un vehículo. ?Conocía al conductor, sin duda?, dicen aún hoy los investigadores.
Lo próximo que se supo de María Leticia Filosi fue que pasaría a ser una más de las mujeres violadas, estranguladas y arrojadas en las cercanías de la ruta 11, entre Camet y Santa Clara.
El crimen
Los forenses determinaron que el cadáver de Filosi presentaba golpes en el cráneo que le causaron un desvanecimiento y que en ese estado había sido violada por al menos dos personas. Los violadores y asesinos, para garantizar su impunidad, la mataron: le colocaron la bombacha y el protector femenino dentro de la boca y finalmente le envolvieron la cabeza en una bolsa de nailon que anudaron alrededor de su cuello. Así pudieron asegurarse la oclusión de las vías respiratorias.
El cuerpo de Filosi fue encontrado por un cartonero en proximidades del complejo ?La Manada?, un sitio que se ubica de forma lindante al AADA 601, sobre la Ruta 11. Estaba dentro de bolsas de consorcio, por lo que los investigadores concluyeron que ese no había sido el lugar donde fue abusada y asesinada.
La labor investigativa estuvo a cargo de la DDI local y de los fiscales. No fue sencilla pero comenzó con la reconstrucción del entorno de Filosi a partir de testimonios. Uno de ellos fue el de su ex novio, quien luego sería clave en el caso. Este joven había tenido un romance ?serio? con Filosi que se había interrumpido en el tiempo en que la joven conoció al ?dealer?. Pero estaba claro que ambos se querían y que volverían a estar juntos. Sólo era una cuestión de tiempo. Tan buena era la relación entre ambos, que fue ese joven quien reconoció el cuerpo en la morgue.
Los investigadores llegaron a ese mundo nocturno en el que Filosi había caído presa y establecieron que Molina y Spotter conocían al novio ?dealer?. También que Molina había tenido problemas con ese individuo y que había expresado abiertamente su deseo de darle un escarmiento.
Por ese motivo pidió la fiscalía la detención de ambos sospechosos y también la extracción de muestra de sangre para cotejar el ADN con los restos de semen hallado en el cuerpo de la joven.
Durante la investigación el novio ?serio? de Filosi ocultó que en la madrugada del lunes ambos habían mantenido relaciones sexuales y que había eyaculado en el interior de la vagina. Ese dato recién lo puso en conocimiento del fiscal en el juicio oral, lo que obligó a los jueces a solicitar un nuevo cotejo de ADN. Algunos días después los peritos confirmaron que había semen de ese joven en la víctima y eso profundizó la convicción del tribunal sobre la poca solidez de la imputación basada en el ADN.
Cuando en abril del 2008 los jueces absolvieron a Spotter y a Molina, otro sacudón de impunidad estremeció a la ciudad. El último de los crímenes de Camet tenía el mismo destino que los anteriores. Como había sucedido con Débora San Martín, Marlene Michienzi, María Claudia Renovell y Mariana Vázquez, no había culpables. El recuerdo de ellas es todo lo que queda como combustible para avanzar hacia la utopía de algo tan sencillo: saber lo que les sucedió.
Apuñalado tras una pelea de borrachos
Cuando la Cédula de Notificación intentó ser enviada a Sergio Andrés Molina (43), a su domicilio de Villa Gesell, surgió un error en el sistema. El destinatario figuraba como fallecido. El dato sorprendió al fiscal Moyano y al defensor oficial Eduardo Carmona, encargado de la defensa de Molina. De inmediato se puso en marcha un método de comprobación de esa novedad, que finalmente se confirmó.
El 12 de mayo del año último, Molina participó de una velada de ingesta de bebidas alcohólicas y otras celebraciones domésticas en una casa de paseo 147 entre las avenidas 7 y 8, del barrio ?Valle Guaraní?. Por esa zona residía desde hacía algún tiempo y conocía a la gente del vecindario. Tal vez no lo conocían demasiado a él.
Molina era un delincuente. Antes del crimen de Filosi tenía causas abiertas por robos calificados, daño, amenazas, coacción y lesiones, e incluso se sospechaba que era vendedor de drogas. Claro que durante el juicio de 2008 dijo ser otra persona tan diferente que los jueces lo calificaron de fabulador (llegó a decir que les robaba la droga a ?dealers? y luego la regalaba).
Tras el homicidio de Filosi sumó más delitos a su prontuario: lesiones y tentativa de robo el 20 de septiembre de 2008, violación de domicilio el 22 de agosto de 2010 y el 27 de junio de 2012, y robo agravado de vehículo dejado en la vía pública en grado de tentativa el 18 de abril de 2013, en Gesell.
Probablemente, en ?Valle Guaraní? no supieran todo esto, pero sí que era un hombre conflictivo. Esa noche del 12 de mayo Molina tomó de más y participó de una pelea en la cual fue herido de tres puñaladas. Conducido al hospital de Gesell, pereció una semana más tarde.
Por el caso fue detenido Carlos Mauro Acuña Grance (26), en una ciudad de la provincia de Misiones.