Notas y tonos, un libro de entrevistas a los más grandes músicos de jazz, tiene su traducción en Mar del Plata
Arthur Taylor fue el baterista de casi todos los músicos de jazz de los 60, además compiló en Notas y tonos un sinfín de entrevistas que les hizo a sus propios compañeros. Entre ellos, pasean su genio y excentricidad músicos como Dizzy Gillespie, Ornette Coleman, Thelonius Monk, Philly Joe Jones y muchos más de aquellos jazzistas que llevaron el jazz a su máximo esplendor.
Por Dante Galdona
Santiago Fernández Subiela, uno de los editores; Nicolás Pasetti, músico de jazz; y Fabián Iriarte, traductor, cuentan cómo fue el arduo proceso de traducir y editar esta joya a la que le faltaba su versión en español. Cómo fue el recorrido, cuáles fueron las problemáticas y los descubrimientos, cómo se encuentra la movida del jazz en Mar del Plata, todo en una entrevista para conocer los entretelones de esta jugosa traducción que se incorporó al catálogo de Letra Sudaca.
-Hay un resurgimiento del jazz en Mar del Plata, ¿a qué se debe?
Nicolás Pasetti: -Mar del Plata siempre tuvo una tradición jazzística muy fuerte. Con Festivales desde hace mucho tiempo y grandes músicos referentes llevando adelante sus proyectos durante muchos años. Creo que últimamente se ha fortalecido un circuito estable de jazz en vivo, lo cual permite mayor visibilidad. También se ha generado un intercambio consistente con músicos de distintas partes del país y el mundo, eso genera mayor diversidad y oferta para quienes quieren escuchar distintas propuestas, lo que radica en una mayor afluencia y respuesta del público. Además, propuestas de formación permiten el intercambio de información y aparición de nuevas generaciones de músicos.
-Los jazzistas son muy respetados por todos los músicos, incluso de otros géneros, ¿por qué?
N.P.: -No estoy tan seguro de poder afirmarlo, quizás esa sensación tenga que ver con el alto desarrollo técnico de algunos músicos de jazz. Eso puede generar admiración o respeto. Pero creo que en todos los géneros hay figuras que se destacan al igual que sucede en el jazz y ese respeto y admiración es recíproca.
-¿Ha cambiado el jazz desde sus orígenes a hoy? ¿Hay un jazz actual? ¿Se han incorporado nuevos instrumentos, tecnología electrónica, nuevas formas de ejecutarlo?
N.P.: -Sí, es un estilo en constante evolución y desarrollo, donde conviven formas y sonidos de distintas épocas. Es difícil hablar del jazz como un estilo uniforme, sin dudas hay sonidos actuales y muchos nuevos discos y grupos que expresan ese resultado entre tradición y actualidad. Ya sea desde los elementos técnicos o compositivos a la inclusión de tecnología, electrónica o nuevos recursos sonoros. Hay quienes también se sienten cómodos recreando formas o estilos de ciertos períodos históricos y hay quienes están en constante búsqueda de una sonoridad que refleje a su manera los tiempos actuales.
-Randy Weston, cuando habla de la caída de la popularidad del jazz, habla del problema de los egos, que no se pueden organizar. ¿Pasa lo mismo hoy? ¿ICM es una respuesta a eso? Es claro que si todos los músicos marplatenses asistieran a las fechas de los otros músicos siempre tendrían público, sólo con eso.
N.P.:-Creo que ICM es una respuesta a tratar de construir de una forma colectiva a partir de intereses y objetivos comunes y no desde la individualidad. Fortalecer una escena, tratar de visibilizar proyectos y fomentar la escucha y difusión del jazz y la música improvisada. El tema de los egos creo que es muy delicado, pienso que es importante no dejar de buscar nunca la individualidad y la voz propia a pesar de formar parte de un colectivo. El objetivo de ese colectivo es amplificar esa voz, no uniformarla. Creo que en la ciudad hay mucha cooperación y camaradería entre los y las músicas. En todos los conciertos se ven músicos entre el público, lo cual ayuda a contagiar entusiasmo y mantener la escena activa.
-Ornette Coleman dice que era un hombre del si bemol. Nuestro Charly García dice que esa es una nota irritante. ¿Cómo logran esa perspicacia sonora?
N.P.: -No estoy seguro, pero seguramente las vibraciones frecuenciales que genera cada nota puede causar ciertas sensaciones físicas a quien escuche. Hay algo físico/frecuencial pero también hay algo cultural: ciertas sonoridades nos generan respuestas emocionales que no sabemos exactamente de dónde provienen: de lo que conocemos o desconocemos, de lo vibracional, lo físico, de la memoria, quien sabe… Ahí creo que radica gran parte del misterio que nos hace querer seguir escuchando y disfrutando de la música.
-¿Cuánto trabajo supuso esta traducción?
Fabián Iriarte: -La tarea de traducir este libro de entrevistas me llevó bastante tiempo (más que el que creí al principio) por dos razones: la primera, porque se trata de un volumen de muchas páginas y la segunda, porque fue mi primer trabajo de cierta extensión, por encargo de una editorial, como traductor “amateur”. Las dos cuestiones principales que supusieron más trabajo, investigación y cuidado fueron (a) el léxico de la época (fines de la década de 1960 en adelante) y del contexto (el ambiente del jazz de músicos afroamericanos); y (b) los aspectos técnicos, para los cuales consulté con dos amigos músicos, Nicolás Pasetti y uno de los editores, Santiago Fernández Subiela.
-¿Vos hacés música? ¿O la traducción la hiciste sólo por trabajo? ¿Escuchaste jazz mientras traducías?
F.I.:-No hago música. Estudié guitarra cuando era chico, pero no continué practicando. Hice la traducción porque la editorial me hizo ese encargo, pero acepté enseguida y disfruté de la tarea. Mientras traducía, miré videos y escuché cada uno de los temas y canciones que se mencionan en las entrevistas.
-¿Para qué público está destinado este libro?
Santiago Fernández Subiela: -Este, al igual que los demás libros de nuestra colección de jazz, es un libro para un público amplio. Si bien la órbita del jazz delimita sus propios seguidores, y este libro pertenece a ese nicho, la cercanía y flexibilidad de los temas de estas conversaciones son lo suficientemente amplias como para ser disfrutados por un lector común, no necesariamente interesado en lo musical.
-Muchas de las entrevistas recuerdan al cuento de Cortázar El perseguidor, donde claramente el personaje es Charlie Parker. ¿Eran todos así de excéntricos?
S.F.S.: -No, decir que todos los músicos de jazz eran excéntricos sería generalizar demasiado. Sí creo que hay algo de eso relacionado con la creatividad del jazz, que de algún modo traía a individuos que desafiaban las normas sociales. En Notas y tonos hay unos cuantos de esos, excéntricos y creativos: Thelonius Monk, Sun Ra (uno de los más “locos”), Mingus o Dizzy Gillespie.
-Ya que hablamos de Parker, es una ausencia importante en el libro. ¿Sabés por qué Arthur Taylor no le hizo entrevista, a pesar de haber sido su baterista?
S.F.S.: -No, es una buena incógnita.
-Quisiera que le digas a quien no conoce o no escucha jazz qué es lo que se está perdiendo.
S.F.S.: -Creo que Notas y tonos es mucho más que un libro sobre jazz, es un artefacto cultural que refleja los tiempos cambiantes en los que surgió, y eso es lo más interesante. Con estas entrevistas podemos acceder a una mirada diferente sobre el mundo, analizar el contexto sociopolítico de la época, el papel de los artistas negros en esa sociedad tan marcadamente discriminatoria, las tensiones raciales, el uso de las drogas, entre tantos otros temas.
-En la entrevista con Dexter Gordon, la primera del libro, parecen tomarse el pelo, no hablan de música, ¿por qué incluirla?
S.F.S.: -Bueno, se trata de una decisión autoral que hay que respetar. Arthur Taylor hizo todas las entrevistas pensando en armar un libro, y si no solo incluyó esa entrevista a Gordon, sino que también la puso como inicio del libro, por algo será.
-Philly Joe Jones dice que estuvo en Cuba el día que Fidel entró en La Habana, una nota de color que me lleva a preguntar: ¿Es el único vínculo del jazz con el socialismo?
S.F.S.: -No estoy seguro. Hay algunos vínculos más o menos explícitos, como el de la Jazz Composers Orchestra, que estaba vinculada a la New Left y al movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, o Charlie Haden, bastante conocido por su compromiso con causas sociales y políticas.
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