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Deportes 25 de abril de 2020

“No me la creo por ser jugador, luché para llegar a donde estoy”

Braian Cufré, el marplatense que se consolidó en la Primera de Vélez, destacó el trabajo de Heinze como DT, las condiciones de Almada y deslizó que Gago "se portó 10 puntos" cuando se accidentaron su mujer y su hija. Cubero, Centurión, Aldosivi, el fútbol femenino, su pasado y presente, en una entrevista con LA CAPITAL.

Foto velez.com.ar

Por Juan Miguel Alvarez

Pelota al piso, mirada hacia adelante y confianza ciega. Braian Cufré es el mismo que diez o quince años atrás, cuando su única meta era ser futbolista profesional. Hoy disfruta de ese sueño cumplido, añora las viejas épocas en Mar del Plata y se plantea nuevos objetivos, pero siempre con los pies sobre la tierra. “No me la creo por ser jugador, luché mucho para llegar a donde estoy”, expresó el marplatense que ya disputó 92 partidos en la Primera de Vélez.

El joven de 23 años valoró el trabajo de Gabriel Heinze, relató cómo lo ayudó Fernando Gago cuando ocurrió el accidente de su mujer y su hija, resaltó las condiciones de Thiago Almada y también reconoció ser simpatizante de Aldosivi desde pequeño, durante una entrevista telefónica con LA CAPITAL.

Braian se inició en River de esta ciudad, llegó a Liniers con 15 años y debutó en Primera División a los 18. Al principio algún despistado lo confundió con Leandro Cufré, campeón Mundial Sub 20. Pero hoy, ya consolidado a partir de sus buenos desempeños, todo “futbolero” lo tiene bien identificado: es el lateral zurdo con técnica, marca, mucha participación en ataque y buena pegada que tiene Vélez.

– Actualmente disfrutás de un buen presente, pero luchaste desde el principio cuando no tenías lugar en la pensión de Vélez…
– Es cierto. Cuando llegué viví en otra pensión dos o tres meses, a cuatro cuadras del club. El alquiler lo tenía que “bancar” mi familia, hasta que en un momento no podíamos pagarlo y lo planteamos con la gente del Fútbol Amateur de Vélez. Por suerte después me consiguieron un lugar en su pensión y me quedé.

– ¿Cómo fue la evolución en inferiores?
– El primer año lo tuve a Guillermo Morigi de entrenador. Me hacían jugar algunos partidos de Liga Metropolitana y otros de AFA. Sobre el final del año se lesionó el “3” que estaba y terminé de titular. Después desde Séptima no salí más. Jugué en todas las divisiones y Walter Pico me dio la oportunidad en Reserva. Ahí disputé tres partidos, hice un gol contra San Lorenzo y ya hice la pretemporada con Primera.

– Miguel Angel Russo te hizo debutar con 18 años…
– Estaba en el plantel y había ido al banco una vez contra Nueva Chicago. Un jueves mi representante me llama para decirme que me iban a hacer contrato y el sábado ya fui titular frente a Lanús (el 18 de octubre de 2015 en “La Fortaleza”). Encima ganamos 1-0. Se me dio todo de golpe, tenía una felicidad enorme.

– ¿Qué te dejó Russo?
– Mucho. Me hizo debutar y me enseñó cosas importantes para alguien que recién comienza. También me aconsejó mucho Leandro Somoza (al principio jugó con él de “doble cinco”), que era como un técnico más dentro de la cancha.

– ¿Tuviste una relación especial con Cubero por el vínculo con Mar del Plata?
– Cuando subís desde inferiores por timidez no querés molestar a los más grandes. Por eso en realidad empezamos a charlar fluidamente a los dos años. Era un referente, muy profesional, siempre con buena cara. Con 40 años se sacrificaba a la altura de los de 20 y tiraba para adelante al equipo. Muy buena persona.

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– Heinze llegó en diciembre de 2017 y antes de las fiestas de fin de año los llamó para entrenar. ¿Lo miraron de reojo?
– Cuando asumió teníamos la vuelta prevista para el 3, 4 de enero. Y nos citó para el 27 de diciembre. ¡No lo podíamos creer, teníamos que pasar las fiestas allá! Muchos chicos estaban de vacaciones, algunos con pasajes de vuelta para una fecha posterior. Dijimos ‘¿a este loco qué le pasa?’ Después nos dimos cuenta por qué lo hizo. Es un obsesivo del trabajo, nunca me pasó con los entrenadores que tuve, que tampoco fueron muchos. Pero se nota que es especial. Un cuerpo técnico muy trabajador, que te da todas las herramientas para llegar bien al partido. No le importa si hace falta entrenar dos veces al día, si tienen que quedarse analizando un partido hasta las 2 de la mañana. Hizo una tarea enorme. Es más, creo que si hoy estamos donde estamos, la mitad o más de la responsabilidad es suya.

– ¿Por qué llegó su mensaje? ¿Por la forma de ser, el trabajo o su conocimiento?
– Heinze tiene un carácter fuerte, pero es lo que nos hacía falta en el momento que llegó. Te lleva a hacer lo que quiere por la forma que tiene de decir las cosas, porque te muestra claramente cuestiones relacionadas al juego y por todo el cuidado para que estemos bien. Tanto él como el “profe” (Javier Vilamitjana) se preocupan por todos los detalles. Cuando pasó lo de mi señora y mi hija (ver aparte), ellos me visitaron el mismo día, después de perder el partido con Lanús. Eso lo valoro mucho. Son personas buenas y humildes.

– ¿Sentís que estás consolidado en Primera?
– Ahora sí. Me costó llegar a este nivel, con la seguridad que tengo. “El Gringo” (Heinze) tuvo mucho que ver por la forma en que me demostró su confianza y porque me ayudó con su idea de juego. Yo siempre quise llegar a Primera y creí en mi potencial. Mi mérito fue en los momentos malos no bajar los brazos. Cuando no me tocó jugar, entrené de la misma manera y todavía más.

– ¿Cómo entró Centurión al grupo?
– Muy bien. Uno se cruza en los partidos y sabe cómo son las personas. El mismo Fernando (Gago), que había sido compañero suyo, nos decía que era un pibe bueno, humilde. Desde el primer día cayó muy bien.

– Jugaste con Centurión, Gago, “Monito” Vargas, Almada. ¿Cuál te sorprendió más?
– Thiago (Almada) es un distinto. No es fácil explotar con 17, 18 años. Yo no paro de sorprenderme con lo que puede hacer con la pelota. Con “Monito” Vargas tengo trato desde que llegó a inferiores y siempre me gustó su juego. Pero es una cosa de locos lo que hace Almada, que además que es muy chico y tiene mucho para crecer todavía.

– ¿Sos su consejero como compañero en la concentración?
– No, a pesar de la edad que tiene es muy maduro. Por eso no hace falta decirle nada. Somos muy amigos, nos contamos todo, trato de acompañarlo en lo que puedo. Pero consejos no le doy porque tiene una familia que lo rodea bien y quiere lo mejor para él.

– Hace un tiempo se hizo pública una foto tuya con Almada y Juanfer Quintero. ¿Sos amigo del colombiano?
– No, en realidad soy amigo de Almada, con quien solemos juntarnos a comer. El siempre habla con “Juanfer” y después de un partido contra River le dijo de cenar en su casa y me invitó. La pasamos bien.

– ¿Sos simpatizante de Aldosivi?
– (Risas) Sí… Desde chico soy hincha y siempre que puedo escaparme voy a ver algún partido como la final de la B Nacional contra Almagro.

– ¿Te cuesta enfrentarlo?
– No me importa para nada. Cuando juego, yo siempre quiero ganar.

– ¿Cuál es el mejor equipo del fútbol argentino en la actualidad?
– River.

– ¿Y el mejor jugador?
– Thiago Almada.

– ¿Un referente en tu puesto?
– Jordi Alba.

– ¿El futbolista que marcaste que más te complicó?
– Emiliano Rigoni.

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– Sos amigo de “Mili” Menéndez. ¿Qué opinás del crecimiento del fútbol femenino?
– Está muy bueno. Me gusta que se le esté dando importancia al fútbol femenino porque ellas tienen todo el derecho a hacer lo que les gusta y vivir de esto. Ojalá pueda seguir creciendo.

– ¿Cómo convivís con la realidad del futbolista profesional? Matías Vargas, ex compañero, dijo hace poco en una nota que se vive en una burbuja…
– Yo siempre luché para ser jugador de fútbol. Hay mucha gente que piensa que somos unos boludos que corremos detrás de una pelota y ganamos plata, pero no saben el sacrificio que se hace para llegar. El camino no es fácil. Desde chico siempre tuve la idea de ayudar a mi familia mediante el fútbol. Hoy lo puedo hacer y estoy feliz. Me falta mucho para terminar la carrera, pero voy por el buen camino. Igual es verdad lo que dijo el “Mono”, que a veces parece un mundo irreal porque está todo servido. Esa parte es difícil.

– ¿Y cuál es tu cable a tierra?
– La familia. Ellos me hacen ver la realidad. Igual yo no me la creo por ser jugador de fútbol. Soy el mismo que antes. El otro día miraba la nota con la foto de inferiores en River de Mar del Plata y decía ‘cómo extraño eso, hacerlo por diversión; terminar un partido y seguir jugando a la pelota con mis amigos’. El profesionalismo no permite esas cosas. Pero luché mucho para llegar donde estoy y pienso aprovecharlo de la mejor manera.

– ¿Cuáles son las metas más próximas?
– Me propongo cosas a corto plazo. Ahora estamos en la Sudamericana y el día de mañana quisiera jugar una Libertadores. Obviamente después llegar a Europa o ni hablar a la Selección Argentina. Pero me gustaría que no sean sólo palabras y sé que tengo que esforzarme para que eso suceda. Por mi parte voy a dar lo máximo.

– ¿Cómo vivís este periodo de incertidumbre, con la presentación virtual de un DT (Mauricio Pellegrino) y el entrenamiento en soledad?
– Es raro compartir entrenamiento mediante un celular. Por un lado, estoy ansioso para que se termine la cuarentena, entrenar en la cancha, jugar con el estadio lleno. Pero por otro, no me desespero porque puedo disfrutar de mi familia.

El accidente de su familia y la ayuda de Gago

El 18 de agosto del año pasado, Braian Cufré atravesó un momento delicado. Su esposa, Antonella, y su hija, Ambar, sufrieron un accidente cuando el auto en el que se trasladaban cayó en una zanja, tras despistarse en la ruta 6 a la altura de Cañuelas. Su mujer se quebró una vértebra y la pequeña que entonces tenía siete meses sufrió fractura de cráneo. El futbolista relató cómo recibió la noticia en la concentración, previo a un partido con Lanús, detalló la ayuda de Gago y el apoyo de todo Vélez.

– ¿Cómo te enteraste del accidente durante la concentración?
– Eran las 7 de la mañana, yo dormía y Thiago Almada, con quien comparto habitación, me dice que me estaban llamando. Atiendo y mi suegra me comenta del accidente, pero sin precisiones. Yo no entendía bien qué había pasado. Me volvió a llamar, me explicó algo más, pero me dijo que estaba mal el abuelo de mi señora; que Antonella había entrado caminando al hospital y que mi hija estaba bien, con un golpe leve. Nosotros jugábamos a las 17 y yo incluso entrené esa mañana. No le quería contar a mis compañeros, pero Almada habló con Fernando (Gago), quien se portó diez puntos conmigo. Primero me empezó a preguntar al respecto y enseguida empezó a hacer llamadas. Así terminó hablando con un “capo” de Swiss Medical que desde el Sanatorio de los Arcos se comunicó con el hospital de Cañuelas, donde ellas estaban. Terminamos de entrenar, Fernando me dice que le mandó un mensaje esta persona. Ahí escuché que mi hija estaba muy grave, con fractura de cráneo. Me volví loco y salí a la ruta como estaba, sin bañarme, acompañado por una persona de seguridad de Vélez. Ese trayecto fue tremendo.

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– ¿Te ayudó la contención de la gente de Vélez para atravesar un momento tan difícil?
– Sí, fueron mis compañeros, dirigentes, el médico, cuerpo técnico. Me dieron una mano muy grande en una situación muy fea. Realmente lo necesitaba en ese momento. Gente del club y de otros equipos, como Omar De Felippe, Leandro Somoza, Mariano Pavone. Esa fuerza me ayudó a salir adelante.

– ¿Te costó concentrarte en el fútbol durante el periodo de recuperación de ellas?
– Me quedé dos días sin entrenar. Después volví, lo necesitaba porque tenía la cabeza a mil y me permitía salir un rato del hospital. Me quedaba hasta la noche en la clínica, dormía dos o tres horas y me iba a entrenar. De ahí otra vez a la clínica. Así hasta que les dieron el alta (ocho días después).
Ese mal momento ya es pasado. Hoy Cufré disfruta los días en familia con Antonella y Ambar, a quien define como “una guerrera”. No es para menos.

El Progreso, su barrio y su propósito

Braian Cufré se inició en el fútbol en el barrio El Progreso “con los amigos de la esquina”. Allí se la pasaba con la pelota abajo del brazo, o más precisamente del pie izquierdo. Los estudios los inició en el Instituto Alejandro Fleming y los continuó desde Quinto Grado en la Escuela Primaria N°50 “2 de Abril”.

Braian Cufré en las inferiores de River, Foto Diego Berrutti.

Braian Cufré en las inferiores de River. Foto Diego Berrutti.

Cuando tenía 8 años, su padrastro (Daniel) consiguió mediante Hugo Melcon una prueba en River de esta ciudad. Jugó contra chicos dos años mayores, se destacó, marcó dos goles y, lógicamente, quedó. “River ’96 era un gran equipo, con chicos que jugamos juntos muchos años. Me acuerdo una final en cancha de Kimberley que le ganamos a Aldosivi. También de los campeonatos de Liga Marplatense con Luis Flores y ‘el Negro’ Presentado como entrenadores (dio la vuelta en 2008, 2010 y 2011). Se extraña eso porque era algo especial. Jugar sin presiones, divertirse. Pero a la vez siempre quise jugar en Buenos Aires”, deslizó Cufré, quien no se olvida su infancia en Mar del Plata mientras disfruta su presente en Liniers.