No entiendo, maestra. No entiendo la moda, los tiempos de las ropas, las personas que visten trapos que cambian de formas y colores, pero que siempre son trapos que se dividen en baratos y costosos. Tampoco entiendo la tecnología: siempre más aparatos para resolver menos cosas, porque todo está especializado; parece otra cosa que tampoco entiendo… las titulaciones universitarias y el aparente negocio de pasarte la vida entera obligado a ir a la escuela para que te digan que al terminar tenés que ir a la universidad y ver que, para sacarle los ojos al de al lado, tenés que seguir unos años más. Y si es en otro país mejor, entonces decís que conocés otra cultura leyendo un artículo de revista. Y mientras volvés a casa con los papeles bajo el brazo, te piraste al cruzarte con un tipo de Eslovenia o al mirar un documental sobre los sherpas en Nepal. Pero eso no se puede colgar de una pared ni ostenta ningún tipo de promedio académico. Y te preguntás el sentido de la vida mientras hacés valer los ojos que le sacaste al de al lado para tener el puesto mecánico del que te vas a quejar el resto de tu vida (que no es el tiempo biológico, por supuesto que no). El resto de tu vida termina antes de que mueras, porque cuando finalmente hacés valer todo ese tiempo invertido en el puesto que te hizo permanecer en el lugar en donde podés decir que podés hacer valer todo esa plata que juntaste, es demasiado tarde y te olvidaste que tenías dos piernas que también podían hacerte andar como a los sherpas, o que podías pensar en un sinnúmero de cosas para las que antes no había tiempo, pero que ahora aparecen, como la idea de que todo lo que pensás o decís ya fue pensado o dicho por alguien más y, en el fondo, a nadie le importa. Entonces te sentís engañado porque sabés que, efectivamente, a nadie le importa; y así y todo, se preocupan por vos. ¿No maestra? ¿Usted no se preocupa por mí? Podrá decirme que, en cierto sentido lo hace. Y eso va a responder, que sí se preocupa, pero sin entrar en detalles; y yo debo tomar eso. Pero no entiendo, no entiendo que quizá solo deba entender que no hay cosas que entender, que no puedo ser tan ególatra de pensar que todo deba pasar por mi entendimiento, sabiendo que el entendimiento de la mayoría de las cosas me precede y estará cuando muera; que será esta tarde noche, dicho sea de paso, maestra. Ya lo sabe, no intente convencerme, sea insípida, por favor. No hay nada que pueda hacer, ni usted ni yo… Tampoco entiendo cómo esto puede ser posible. Pero así es.
(*): paramatarlapoesia.com
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