Por José Rigane (*)
Aranguren acaba de anunciar un nuevo aumento del gas. Los sectores que más aumento tendrán (R1) son los de menor consumo, con un terrible golpe al bolsillo del 40%, justo antes del invierno.
Los sectores que más consumen (R3 y R4) tendrán un aumento del 28%. A todo esto hay que sumarle el 45% del aumento de diciembre y los anteriores.
Cínicamente, el gobierno -al mismo tiempo- hace todo lo posible para que las paritarias no superen el 15% y sin cláusula gatillo. Injusto por dónde se lo mire.
Estos aumentos vienen desde abril y diciembre de 2017 y así será este 2018 y el próximo 2019. Todo arreglado entre Macri-Aranguren con las empresas distribuidoras y transportistas de gas. Con las productoras y grandes petroleras, como Shell, de donde el ministro proviene, también ya arregló aumentos y subsidios.
Si, mientras los trabajadores y el pueblo nos bancamos el tarifazo, la producción de gas natural en la Argentina está subsidiada, esto quiere decir que el gobierno de Macri y Aranguren le dan subsidios a las grandes petroleras que sacan gas del país.
Un negocio que tienen asegurado gracias al tarifazo que pagamos todos, y si a las petroleras algo no les gusta frenan o disminuyen la producción, como ocurrió entre 2016 y 2017, que cayó preocupantemente la producción de petróleo y gas en la Argentina.
El resultado es una concreta pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores/as, un fenomenal aumento de las ganancias de las empresas y una terrible pérdida de soberanía energética y nacional.
¿Las inversiones? Bien, gracias. ¿El tarifazo? Un duro golpe a las economías familiares. Entonces ¿qué hacer?
Primero, tenemos que recuperar la soberanía nacional en manos del pueblo argentino. Segundo, terminar con el modelo energético que convirtió a la energía en un bien suntuario, en un bien de lujo.
* Secretario Adjunto de la CTA Autónoma y Secretario General de FeTERA y del Sindicato de Luz y Fuerza Mar del Plata.