Música, danza y fuego: homenaje a la chacarera, su diosa y la lengua quichua
Crece la convocatoria al ritual de la Teleseada. Se trata de una fiesta que, de la mano del grupo Shinkaleros, fue creciendo y este viernes celebra su edición número 14, difundiendo la danza más popular del acervo cultural folklórico argentino.
Coincidiendo con la Semana Santa, el evento combina música con espiritualidad.
Shinkaleros es un grupo folklórico que nació ligado al territorio, a lo comunal, a las tradiciones. Fue concebido como respuesta al sentir de un grupo de personas que habían emigrando desde las ciudades hacia el campo y pusieron música esa experiencia.
El territorio en cuestión fue el pueblo de Chapadmalal “mucho antes del boom turístico” y de la mano del acervo cultural folklórico, los llevó a profundizar en la lengua quichua y su difusión, a partir de la danza más popular y extendida del género: la chacarera.
“La inspiración de Shinkaleros siempre está en el monte” definió Marcelo Lorenzoni, vocero de la formación.
De esa forma, el grupo llegó a la figura de la Telesita, a conocer su impronta, el mito en torno a ella y el homenaje a partir de un “rezabaile” de siete chacareras que concluye con el fuego de una pira que representa a la bailarina santiagueña que inspiró la leyenda.
Una vez más, este 7 de abril, Shinkaleros realizará la ya tradicional Teleseada, con entrada libre y gratuita desde las 15 en Abuela Catalina (Calle 753 e Incahuén), Playa Chapadmalal.
“La venimos sosteniendo con un esfuerzo indescriptible” reconoció Lorenzoni (voz, guitarra y quichua) del grupo que se completa con Guillermo Sampayo (primera voz, guitarra), Charlie Serra (violín, voz, arte conceptual), Raúl Islas (bandoneon, voz, arreglos), Ismael Uruguayo Arriaga (bajo, voz), Agustín Insausti (piano, voz) Santiago Vivani (bombo legüero, voz) y Gastón Angrehs (técnica).
“Esta teleseada, la número 14, es especial. Se vuelve a celebrar en el patio de la abuela Catalina, donde se celebró la número 6, la primera de las grandes teleseadas convocantes y nosotros empezamos a entender que iba a venir siempre mucha gente a bailar chacareras” contó Marcelo.
Otra particularidad -señaló- es que “es la número 14 y teniendo en cuenta que es un calendario lunar el que rige las teleseadas es el inicio de un nuevo ciclo. Como si las 13 teleseadas anteriores hubieran sido el proceso para un renacimiento y una reafirmación de la fiesta en el pueblo de Chapadmalal. Es el inicio de un nuevo ciclo. Y el año 2023 también suma 7 en la numerología, que es tan importante en esta fiesta, por eso se hace el viernes 7 y por eso se le bailan siete chacareras a la Telesita”.
Para esta festividad, habrá “músicos y artistas que han acompañado a la Teleseada en este largo camino y han ayudado a la supervivencia de esta fiesta popular honrándola con su trabajo”. Tuma, Hermanos Barrientos de Miramar, el Pala Palavecino, Trío MGP, Killi Pelizza de Chapalmalal, Ola coplera -grupo de mujeres cantoras de coplas- Roberto Jiménez, el Ballet Folclórico Nuestras Danzas, la agrupación infanto-juvenil Santos Vega y Shinkaleros, enumeró.
-¿Se plantearon como objetivo contribuir a mantener, expandir el conocimiento de la lengua quichua?
– Sí, la difusión de la lengua, quichua se hace conscientemente y tiene que ver con un agradecimiento hacia lo que es el ritmo de la chacarera, tan popular este cuadro folclórico dentro de nuestro rico acervo cultural de danzas. La chacarera es la más popular de todas las danzas folklóricas, se baila desde el sur hacia todo el norte de nuestro territorio, la mayoría de las personas que aprendemos a bailar folklore lo hacemos iniciando a través de una chacarera, que simple y es llegadora. A los shinkaleros la chacarera nos abrió un montón de puertas hermosas y vínculos, amistades y conexiones con la gente y el universo en general, así que nuestro agradecimiento fue honrar la lengua madre de la chacarera, del origen de la chacarera, que es la lengua quichua y un poco también por rebeldía, porque don Sixto Palavecino nomás de grande empezó a cantar en quichua y no muchos lo acompañaron, Desde acá, una devolución para los hermanos santiagueños y su bellísima lengua quichua que dio origen a la hermosa chacarera, que todos disfrutamos.
-¿Cómo fue su vinculación con la Telesita?
-Comienza desde la influencia de un músico santiagueño, Pucho Ruiz, que se acercó a nosotros en Chapadmalal y nos contó por primera vez de la leyenda bastante misteriosa y atractiva. Los integrantes de Shinkaleros siempre hemos sido humildes investigadores con pretensiones intelectuales y a todos nos atrajo muchísimo ese mito, decidimos investigarlo, profundizar mucho. Cuando encontramos que había un ritual asociado a la chacarera y a la historia de la Telesita, que consistía en bailar siete chacareras ya veníamos trabajando en diferentes rituales y en investigación de costumbres de la tradición quechua, del pueblo quichua y eso fue muy atractivo para hacer una especie de tesis de investigación sobre la chacarera y sobre la historia de la Telesita. Así aprendimos lo que era el ritual.
-¿Ha cambiado la fiesta desde sus inicios?
-Primero eran reuniones muy humildes, en unos ranchitos sencillos, en unas esquinas de unos montes en el barrio Santa Isabel. A medida que los bailarines sobre todo, fueron corriendo la voz de que en un lugar se hacia un rezabaile, que no era los que se hacen en Santiago del Estero, empezaron a venir de todas partes.
Hay que tener más cuidados y más precauciones de lo que es el manejo del público en un espacio abierto.
Sin embargo el principal de los desvelos, además del cuidado de la gente, de los músicos, de la calidad del sonido, que haya artesanos de la zona y cosas ricas, es que no se pierda el carácter sagrado de ceremonia rural, familiar y multietarea que tiene la Teleseada, donde podemos congregarnos todos y unirnos diferentes pensamientos y religiones a través de una danza en común.
-¿Qué valoran de esa conjunción entre la música, en encuentro, el fuego, lo ritual?
-Música, fuego, ritual, lo ancestral es precisamente la caída del ego que ocurre en las teleseadas donde nos encontramos personas de toda la comunidad, gente que es amiga gente, que está peleada se encuentran a bailar todos juntos. La caída del ego que permite ese tipo de conjunción de rituales que solamente se pueden dar en la naturaleza.
-¿Qué consideran que tienen para decirnos como sociedad estas celebraciones, su fundamentación, lo compartido?
-Realmente solo en el marco natural y al abrigo del monte, del fuego, del suelo, de la tierra, de las estrellas, podemos encontrar ese silencio que nos permita responder a la pregunta de qué tenemos para dar. Venimos a la Teleseada a bailar, a elevar un rezo, pero también a obtener un silencio personal que pueda responder a esa pregunta.
Nosotros invitamos a pasar cada vez más tiempo cerca de los árboles y de las plantas y alejarse de la contaminación urbana de las ciudades.
-¿Qué desafíos implica ir profundizando conductas, caminos sustentables a la celebración, dadas las dimensiones que ha adquirido?
-Precisamente las dimensiones que va cobrando el evento nos confronta a la realidad y también de tener que pensar cuestiones, básicas y materiales como el manejo de la basura, el reciclado. la Teleseada 2023 cuenta con la colaboración del Espacio Consciente Chapadmalal que han dispuesto cestos de reciclado que serán debidamente señalizados y compartidos constantemente durante la fiesta para asegurarnos de que toda la basura pueda ser reciclada. Además no se van a utilizar vasos plástico, se va se va a dar un solo vaso hecho con material reciclado que se va a vender a 200 pesos y va a ser para que uno utilice ese vaso toda la noche. Luego la persona que quiera puede devolverlo y se le reintegra el dinero o bien se lo pueden llevar como recuerdo. Así eliminamos un gran volumen de basura.
Desde el impacto ambiental sonoro y auditivo, nunca manejamos volúmenes estridentes ni sonidos demasiado altos.
Y el gran desafío de hacerse grande la fiesta es que no pierda la identidad regional de una fiesta hecha en Chapadmalal por gente de acá, donde se muestran las prácticas productivas de la zona y no se termine convirtiendo en un modelo más de festival a replicarse en en todas partes del país.
Desde lo sagrado y lo consciente apuntamos a que siempre sea sustentable y no invasivo del lugar e identitario y regional.
-¿Cuánto tiene que ver el tipo de desarrollo que ha tenido Chapadmalal con el devenir de Shinkaleros y su impronta y viceversa?
-Es la pregunta más difícil y más dura de responder porque realmente desde los inicios de Shinkaleros hace 11 años, casi 12 cuando este lugar no era tan conocido ni turísticamente tan promocionado, uno se regodeaba con las maravillas de poder cantar, la maravilla de poder mudarse al campo, a la naturaleza y emprender una vida más en contacto con lo natural y las prácticas productivas también naturales y compartirlo. Y este entusiasmo se fue contagiando a mucha gente. Somos un poco responsables también de que se haya dado a conocer este bellísimo espacio en todo el país mucho antes de este enorme aluvión turístico que fue más que nada premeditado como un negocio inmobiliario.
Y también nos confronta con el hecho de que acá, lo que veíamos como montes y campos son en realidad terrenos loteados uno al lado del otro y a medida que la gente se va viniendo se van perdiendo esos pedacitos de monte.
Es una situación bastante contradictoria para nosotros.
Pero de ninguna manera nos iba a impedir que cantáramos la maravilla de poder vivir en este espacio natural, que esperamos que dure muchos años más y que la gente que se va viniendo, de a poquito, tenga conciencia y cuidado de que importan mucho más las plantas y los árboles que los muros, las alarmas y las luminarias de las calles, por lo menos para esa calidad de vida, que uno busca cuando viene a vivir a estos lugares.