Por Adrián Nelso Lomello

Se fue un maestro. El querido amigo Néstor abandonó físicamente este mundo, pero dejó su impronta artística por toda la ciudad. Muchos atesoramos sus obras no solo por su belleza estética sino por que en ellas se expresa la vida de un hombre sencillo, pero de una gran sensibilidad.

Sus distintas etapas de búsqueda pictórica siempre vincularon al hombre con su paisaje marplatense. No se puede concebir el análisis de la obra del maestro Néstor Villar Errecart sin reconocer su profunda raigambre marplatense.

De familia basquetbolista, el club Quilmes fue su infancia y juventud. Luego siguió el negocio de su padre hasta que la vocación lo arrastró como un vendaval por el camino del arte. En el mediodía de la vida y con una gran familia dejo todo por el arte. Tomo clase con grandes Maestros como René Hart, Demetrio Urruchúa y Vicente Forte y siguió su propio camino.

Felizmente y luego de mucho estudio y dedicación pudo encontrar un estilo propio, mezcla de puntillismo figurativo con algunas notas de art nouveau, con una profunda la inspiración naturalista y una forma ornamental de alto impacto visual.

El maestro siempre decía “mis cuadros expresan lo que soy, un pura sal nacido y educado en Mar del Plata, como Piazzolla y Castagnino”.

Demás esta destacar que su familia siempre veló por el sueño artístico del Maestro. Todos juntos, su esposa Piru, sus hijos y nietos, lo acompañaron orgullosos a recibir el premio del Gran Premio de Honor de Artes Plásticas de Buenos Aires, máximo galardón nacional para el arte.

Su huella seguirá presente en la ciudad porque supo transmitir con sabiduría y mucha pasión el arte que inundaba su vida. Su academia de pintura fue transitada por muchos pintores marplatenses que nunca olvidarán su sentencia cotidiana, “busquen y pinten estructuras de lo que ven”.

El maestro fue además un afable conversador y amigo de todos. Su paso por la función pública será recordado por su obra como Director del Museo de Arte Juan Carlos Castagnino y como subsecretario de Cultura de Mar del Plata.
¡Qué afortunado! La muerte fue vencida por el maestro, su obra lo va a trascender por muchos años. Hoy tener un cuadro de Villar Errecart es como atesorar un pedazo del mar, el cielo y el espíritu marplatense.

Adrian Nelso Lomello