Murió en prisión Eduardo Nicosia, acusado de liderar una siniestra secta yogui
El Swami Vivekayuktananda permanecía detenido en el Hospital Penitenciario de Ezeiza. El miércoles fue trasladado de urgencia el Hospital Interzonal, donde falleció. Estaba acusado de liderar una secta yogui con sede en Mar del Plata y en la que las víctimas, familiares directos o seguidores captados por el atractivo espiritual, aseguraron ser abusadas sexualmente, explotadas, torturas e incluso cambiada la identidad de niños nacidos en ese contexto. Niños que en su mayoría eran hijos de Nicosia.
Nicosia falleció en enero de 2021, en la cárcel de Ezeiza. (Foto Infobae).
Murió Eduardo de Dios Nicosia. También conocido como Swami Vivekayuktananda y acusado desde 2018 de liderar una secta yogui en la que se explotaba laboral y sexualmente a sus miembros, se los despojaba de sus bienes y hasta se les cambiaba la identidad a los recién nacidos, Nicosia falleció en la madrugada del jueves en el Hospital Interzonal de Ezeiza, donde fue trasladado de urgencia horas antes.
Acorralado por un deterioro físico que lo mantenía en estado de postración desde hace más de un año, Nicosia (74) había pedido en diciembre el arresto domiciliario por cuestiones de salud. Sin embargo días atrás el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, que tiene a su cargo la celebración del juicio en el que hay otros cuatro imputados, se lo rechazó por entender que Nicosia no estaba en estado de “desatención médica”.
Nicosia permanecía detenido desde el 3 de julio de 2018 tras el allanamiento al Hotel City de Mar del Plata, donde vivía junto al resto de su familia y explotaban dicho emprendimiento. Allí funcionaba el grupo de yoga que él lideraba y que reclutaba seguidores para trabajar. Desde esa fecha Nicosia permaneció en las instalaciones penitenciarias federales de Ezeiza, acusado de gran cantidad de delitos detectados sostenidos en el tiempo durante más de 40 años. Se le imputaba trata de personas con fines de explotación sexual y laboral agravado, abuso sexual agravado en perjuicio de tres víctimas, acopio de armas de fuego, piezas o municiones, y el delito de hacer incierto y alterar la identidad de un menor de diez años en trece casos.
En el último tiempo, la secta funcionaba en el Hotel City, ubicado en Diagonal Alberdi al 2500.
Junto a Nicosia también fue acusada su esposa Silvia Capossiello por ser su cómplice en todos los delitos, incluidos los casos de abuso sexual, porque oficiaba de “entregadora”. Los demás imputados son Luis Fanesi, ladero de Nicosia desde el año 1973 y conserje del Hotel City, el brasileño Sinecio de Jesús Coronado Acurero, otro hombre que acompañó al Swami desde los años ‘70, y el psicólogo Fernando Velázquez.
“Sí, confirmo que el señor Nicosia falleció poco después de que nos rechazaran la morigeración de su prisión porque anticipábamos este posible desenlace. Pero el Tribunal no analizó la historia clínica y lo rechazó”, dijo el abogado defensor de Nicosia, Pablo Tosco.
Nicosia padecía anemia, dipnea, úlcera gástrica, hipertensión, lesiones múltiples cutáneas por la psoriasis, movilidad reducida y otros trastornos.
Vida y ocaso
Cuando llegó el mes de julio de 2018 y Mar del Plata conoció la historia denunciada por decenas de víctimas, entre ellas una hija del matrimonio Nicosia-Capossiello solo hubo sorpresa, asombro e indignación.
Se supo entonces por la investigación del fiscal Nicolás Czizik y del juez Santiago Inchausti, refrendada posteriormente por el fiscal general Daniel Adler, que, en base a esos testimonios de las propias víctimas, Nicosia mantenía relaciones sexuales con sus seguidores desde hacía décadas y, por estudios de ADN, que al menos 13 de los niños nacidos de esos contactos eran sus hijos biológicos aunque les habían impuesto otra identidad.
La causa se investigó a fondo y permitió descubrir también maniobras de despojo de bienes hacia los seguidores de una actividad noble como el yoga, pero ejecutada por personas con otro tipo de intereses.
Nicosia no era un improvisado, sino todo lo contrario. Era casi un “elegido” y alcanzó estatus altísimo en el mundo espiritual, al punto de ser uno de los máximos referentes en la Argentina en la década del 70. Ya por entonces habían recalado en Mar del Plata y de allí, con todo su grupo más cercano, viajaron a Venezuela donde estuvieron hasta 1984. También en Venezuela tuvieron problemas legales y hasta fue acusado de un terrible homicidio.
Recién en el año 2000 Nicosia y su grupo más cercano (su esposa, Fanesi, Coronado Acurero) reapareció en Mar del Plata y fue entonces cuando compraron el Hotel City. En 2010 crearon una cooperativa para explotar ese hotel hasta 2018, cuando fueron todos detenidos.
Las armas secuestradas durante el allanamiento al Hotel City.
Nicosia, amparado en su idea de ser un elegido (aprovechó para ello haber nacido un 25 de diciembre), cometió una serie de hechos que la Justicia intentaba dirimir en un juicio. En prisión siempre sostuvo ser inocente de todo aquello que se lo acusaba. En 2018 y 2019 pudo ver con cierta regularidad a su esposa, pero con el comienzo de la pandemia, ya no volvió a estar con ella. En los últimos meses, cuando no estaba en el Hospital Penitenciario, se dedicaba a leer.
El miércoles por la tarde se desvaneció y sus signos vitales casi desaparecieron. Del Servicio Penitenciario lo trasladaron al Hospital Interzonal de Ezeiza y, en horas de la madrugada ya del jueves, confirmaron su fallecimiento.
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