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El País 7 de junio de 2016

Murió el sociólogo y ensayista Torcuato Di Tella

El ex secretario de Cultura fue un hombre muy ligado a las artes. Fundó, junto a su hermano Guido, del Instituto Di Tella. Tenía 86 años.

por Julieta Grosso
El sociólogo y ex secretario de Cultura Torcuato Di Tella, que falleció esta mañana a los 86 años, supo conciliar una intensa labor académica en el campo de las ciencias políticas y sociales con un afán polemista que le valió más de un traspié público y entre otras controversias desató en 2004 el abrupto final de su gestión como secretario de Cultura.
Le gustaba la provocación y no hacía nada por evitarlo, a pesar de la insistencia de sus allegados para que modere los alcances de su lengua impertinente: ni siquiera cuando el entonces presidente Néstor Kirchner lo convocó para estar al frente de la cartera de Cultura logró reprimir la tentación por el escándalo.
Hombre de incuestionable formación académica y con un apellido ligado a los años cruciales de la industrialización nacional, Torcuato conjugó un conjunto de obras cruciales sobre procesos comparativo en América Latina con apreciaciones un tanto díscolas sobre los actores de la política.
“Sólo con la ideologí­a y los votos no se gobierna. Para gobernar se hace necesario contar con el apoyo de alguno de los grupos de interés real de la sociedad que son, por ejemplo, los grandes empresarios, la clase media, la clase obrera, los marginales, los sindicatos, los grupos intelectuales, la universidad, la iglesia, etcétera. Si uno no tiene el apoyo de eso, un gobierno es inviable”, sostuvo poco después del fracaso de la Alianza.
Nacido en 1929 como Torcuato Francisco Salvador, fue el hijo mayor del fundador de la fábrica Siam Di Tella, que supo diseñar las emblemáticas heladeras blancas y el mítico automóvil Siam Di Tella 1500. Estudió primero ingeniería industrial por mandato familiar y luego -por vocación- realizó una maestrí­a en Sociologí­a en la Universidad de Columbia en Nueva York, en 1953.
A los 34 años escribió su primer libro, “El sistema político argentino y la clase obrera” y en 1958 fundó junto a su hermano Guido -también de formación industrial- el Instituto Di Tella, centro de encuentro de los artistas más vanguardistas de los 60.
“Le donamos un tercio de nuestras acciones en la empresa cada uno y con eso funcionaba, además de la colección de mi padre -contó alguna vez-. La idea era que hubiera un museo dinámico, aparte de un grupo de investigación, inspirado en el modelo norteamericano de las fundaciones tipo Ford y Rockefeller. Mi vocación fue la excusa perfecta para no trabajar en la empresa. No me gustaba trabajar y tení­a miedo de hacerlo”.
La década del 60 lo sorprendió muy consustanciado con el Partido Socialista, acaso como una prolongación de su afiliación al Partido Laborista británico durante los años que vivió en Londres, casi en simultáneo a su experiencia en la India de Mahatma Gandhi.
“Mi cristalización ideológica sobrevino mientras estudiaba sociologí­a en la London School of Economics. Pero la sensibilidad hacia las clases populares en mi familia siempre existió, entre otras razones porque mi familia pasó por una etapa muy pobre: gambeteaban la pobreza en un cuarto de pensión. Mi padre, que era cabeza de ratón en los Abruzzos, vino acá a los dos años. De joven, querí­a hacer algún dinero y volverse a Italia”, evocó en una entrevista.
Por esos años el intelectual simpatizaba con lo que entendía como una articulación entre “la izquierda democrática” con el peronismo, movimiento al que le dedicó singulares definiciones que solían extrapolar metáforas de otros universos ajenos a la intelectualidad.
“Para entender el peronismo hay que apelar a la teorí­a del rabanito: si uno quiere sacarlo de la tierra, no hay que tirar de las hojas porque se rompe. Hay que cavar en la tierra, pero sin dañar las hojas porque por ahí­ respira”, sostuvo alguna vez.
Apenas investido como presidente, Kirchner lo convocó para dirigir la secretaría de Cultura en lo que se anticipaba como una gestión que borraría el sesgo banal de la década menemista, pero las cosas no salieron como se esperaba.
El primer traspié como funcionario llegó de la mano de un episodio policial que se transformó en una anécdota certera para ilustrar la predilección de Di Tella por desatender recomendaciones. La ocurrencia, que derivó en robo cantado, se originó cuando antes de visitar una biblioteca popular en la Boca decidió mostrarles a sus hijos y a una sobrina radicada en los Estados Unidos “lo que era una villa miseria”.
Decidido a concretar un improvisado tour etnográfico, el entonces secretario de Cultura se aventuró a pie en la isla Maciel y cuando recién había atravesado el puente que cruza el Riachuelo fue asaltado a punta de pistola por dos jóvenes que le arrebataron la billetera y otras pertenencias.
Después llegaron las polémicas declaraciones al periódico La Nación sobre el rumbo de su gestión y la sintonía con el gobierno kirchnerista: “La Cultura no tiene prioridad para el gobierno y tampoco la tiene para mí­. A mi me interesa la cultura, pero hay cosas que me interesan más. No puedo decir que no me importa. Pero no es una de mis prioridades…con tantos temas por solucionar, el paí­s se convierte en una casa que se quema y la cultura es el gallinero del fondo”, sostuvo en mayo de 2004.
Las formulaciones se multiplicaron por esos días en otros reportajes pero las cosas se terminaron de desencadenar con una entrevista concedida a la revista TXT, en la que se refirió en términos insultantes a la actriz Nacha Guevara por su entonces inminente nombramiento al frente del Fondo Nacional de las Artes.
La renuncia, inevitable, sobrevino el 24 de noviembre de 2004 y durante un tiempo se retiró a cuarteles de invierno hasta que en 2010 la entonces presidenta Cristina de Kirchner le ofreció la Embajada de Italia, adonde se instaló junto a su esposa, la politóloga y empresaria Tamara Di Tella.
Entre los libros, que escribió figuran “Huachipato et Lota. Étude sur la conscience ouvrière dans deux entreprises chiliennes (1966), “Sindicato y comunidad. Dos tipos de estructura sindical latinoamericana”, (1967), “La teoría del primer impacto del crecimiento económico” (1968), “Sociología de los procesos políticos” (1986), “Historia de los partidos políticos en América Latina” (1994) e “Historia argentina contemporánea” (1998).
En los últimos tiempos, Torcuato ya lucía enfermo. Pasó sus últimos días internado en el Sanatorio Mater Dei. Sus restos serán velados en la sede de la Universidad Di Tella, en la avenida Figueroa Alcorta 7350, y su despedida final en el cementerio de la Chacarita.
Télam.