Stana Cerovic permaneció soltera toda su vida para preservar el apellido de la familia ante la falta de descendientes varones.
PODGORICA, Montenegro.- La última “virgen prometida” de Montenegro, Stana Cerovic, murió anoche a los 85 años tras permanecer soltera toda su vida para preservar el apellido de la familia ante la falta de descendientes varones, según una tradición medieval que persiste en la sociedad rural en parte de la región balcánica.
Stana era la menor en una familia con cinco hijas mujeres y dos varones, que murieron jóvenes.
De niña le prometió a su padre, Milivoj Cerovic, que nunca se casaría para salvar el apellido, convirtiéndose en jefa familiar, una promesa que cumplió sin quebrarla jamás, consigna un despacho de la agencia Ansa.
Las “Burrneshasor”, o “vírgenes prometidas”, son un fenómeno típico de la sociedad rural de Montegro, Albania del Norte y Kosovo, donde las familias sin hijos varones transformaban, a todos los efectos, a sus hijas en hombres.
La hija más joven era obligada a cortarse el pelo, vestir ropa masculina y jurar, sobre todo, no casarse nunca: tras este juramento, la sociedad la trataba igual que a cualquier hombre.
En Albania, la vírgenes prometidas representan un sector de la población femenina que para librarse de las restricciones opresivas impuestas a su género eligen vivir como hombres.
Bajo el régimen patriarcal imperante en el poblado de Savnik, donde vivía, Stana Cerovic vistió desde chica con ropa masculina y obtuvo los “privilegios” reservados a los hombres, como fumar, compartir con ellos el café en el bar, usar armas y votar, por lo que pagó el precio de la soltería y de no tener hijos.
Estas reglas arcaicas, que nacieron en el siglo XV en pueblos montañeses entre el sur de Kosovo y el norte albanés, rigieron la vida de la última virgen prometida montenegrina, que murió ayer en el la casa de cuidados a donde la llevaron luego de cumplir los 80 para atender sus problemas de salud.