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La Ciudad 8 de marzo de 2022

Mujeres que abren camino en y desde la ciencia

Las investigadoras asistente Cielo Bazterrica y Mariana Addino del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, CONICET-UNMDP), la becaria doctoral Analía Di Bona del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), las docentes de la UNMDP Silvia De Marco y Andrea Gavio y la educadora popular Vanesa Pacotti conforman el “Grupo de Extensión Interdisciplinario de Ambiente y Territorio” de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNMDP. “Somos un grupo suficientemente heterogéneo para tener diversidad de miradas, que le dan sentido y forma a las actividades que vamos realizando”, explica Cielo Bazterrica.

El objetivo del grupo es crear senderos de interpretación ambiental y custodia del territorio en distintos espacios, pero las especialistas explican que el proyecto es la formalización en un grupo de extensión que nació mucho antes, que es la condensación de muchos años de trabajo, del deseo de una ciencia más humana y un espacio de trabajo interprofesional e intergeneracional.

Las científicas llevan a los distintos espacios, Laguna de Mar Chiquita, Reserva del Puerto, la propuesta para realizar talleres en los que el producto final es el sendero auto-guiado de interpretación natural, es decir cartelería que tiene información co-creado con la comunidad.

Algunos de ellos ya se pueden contemplar como resultados de algunos talleres en la Reserva Camarones, en Chubut y en la Laguna de Mar Chiquita. Además esperan se materialice en un futuro cercano en la Reserva Natural Provincial del Puerto de Mar del Plata, ya que la propuesta fue seleccionada por el Programa de Democratización del Conocimiento presentación de Organizado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNMdP en la categoría Objetos instalaciones y muestras proyectos de Comunicación Pública del Conocimiento Científico, nada menos que en el primer puesto del orden de mérito.

Convencidas de que la academia tiene que tener calidad y eso no significa necesariamente dureza, estas mujeres enfocan sus esfuerzos en la mejora de la ciencia en lo cotidiano. Porque más allá de ser docentes e investigadoras de amplia trayectoria y prestigio en sus áreas han logrado generar este espacio, este crisol de miradas como ellas mismas se definen, donde el cuidado -de la otra persona y del ambiente- son lo más importante.

El proyecto que llevan adelante resulta innovador, porque implementan estrategias para el buen uso de los bienes comunes y educación ambiental o como aparece en muchas legislaciones “Custodia del Territorio”, considerando como una parte fundamental a las personas que habitan esos espacios, con sus perspectivas y saberes propios. “Se co-construye en todo momento, desde la escritura, las actividades, los resultados, en cada taller se vive una fiesta de intercambio es un encuentro de saberes, de todos lados, cada persona aportará algo diferente desde su lugar, lejos de ser una verticalidad de saberes académicos”, cuenta Mariana.

Históricamente la vida pública y la decisión de lo que sucedía con los espacios comunes fue un espacio “de hombres”, y en este sentido el proyecto muestra una vez más las capacidades que las mujeres pueden tener cuando existen las oportunidades. Porque las mujeres son mayoría cuando se realiza una actividad, son las vecinas las que en general asisten a las distintas actividades, que en muchos casos hacen un esfuerzo de compatibilizar las tareas domésticas con el proyecto, y eso se hace visible porque muchas asisten a los talleres con sus hijos e hijas.

Origen e historia de este sendero

Silvia De Marco y Andrea Gavio comenzaron este camino de valorización de espacios comunes, en la década del noventa, sin saber que las pondría hoy en este lugar de construcción colectiva. En aquel momento se dieron cuenta lo necesaria que era la formación para el cuidado del ambiente. Entonces supieron dar lo que hoy conocemos como Educación Ambiental, en distintos formatos, como proyectos de extensión y cursos de verano en la UNMDP. Frecuentemente el prestigio y la experiencia suelen ser motivos para sentirse en una situación académica superior, donde ya se aprendió todo y sólo queda enseñar. Sin embargo no es el caso de estas investigadoras y docentes que con toda humildad y sin un atisbo de duda sentencian, como lo hace Silvia: “Yo aprendo todos los días de estas mujeres fabulosas”.

Por otra parte, hace unos diez años, recuerda Cielo, comenzaron junto a Vanesa el proyecto “Senderos de interpretación ambiental” en el Arroyo Camarones en Chubut. El proceso no fue sencillo, existieron conflictos con dueños de campos, cambios de administración e incluso la naturaleza hizo de las suyas cuando destruyó todo con una marejada. Pero cuando estas mujeres se plantan lo hacen con raíces profundas y el sendero hoy es un hecho marcando el Arroyo que antes podía pasar desapercibido.

En el 2018 Vanesa observó que en Mar Chiquita no había ninguna iniciativa como la que habían hecho en Camarones, entonces la idea comenzó a moverse y a moldearse para empezar a ser algo tangible. La única Albúfera de nuestro país también tenía que tener un sendero de interpretación y la comunidad debía ser parte de eso. Comenzaron las reuniones, la coordinación y el grupo, que ahora sumaba a Silvia, Andrea, Mariana y Analía, y así iniciaron los talleres y reuniones que marcarían los senderos bonaerenses.

El resultado es único, y Mariana cree que es tan satisfactorio porque no hablan de la conservación como sinónimo de “no tocar”: “Las personas somos parte de la naturaleza y por eso pensamos e invitamos desde los talleres a disfrutar a mirar, a estar en la naturaleza” agrega la bióloga. No se trata de carteles informativos sobre especies del lugar, o al menos, no sólo se trata de eso.

Si bien existen algunos carteles cuya información es sobre las especies hay otros que invitan, simplemente, a “contemplar el atardecer”. Mariana cuenta que: ”En un taller, haciendo un relevamiento de espacios importantes todo el grupo coincidió en un puentecito presente en un arroyo tributario de la laguna en donde se ven los mejores atardeceres del mundo al que nadie iba porque no es visible a simple vista, allí cae el sol, mirando hacia el oeste, generando unas puestas preciosas”. En ese lugar ahora hay un cartel que lo señala y recuerda al caminante hacer actividades básicas que tienen que ver con disfrutar ese lugar en ese momento: “llevate tu basura, respirá, bésate, sacá fotos”. Hoy es un punto donde mucha gente va a sacar fotos del atardecer y que por sí sólo desde la mirada de la ciencia pasaba desapercibido. “Cuando paso y veo el puente lleno de gente tomando fotos pienso “algo hicimos”, algo intangible quizás, porque se trata de valorar un bien común e invitar a otros a que vivan el lugar de otra manera.” agrega Mariana emocionada.
Un trabajo en mancomunión

El trabajo del equipo es por consenso, no por mayoría. Cada cartel, texto, color, ubicación, todo se decide por consenso, “porque en el consenso se garantiza el resultado, aunque sea a largo plazo, pero eso nos permite que todas las personas que participan sientan que el proyecto es suyo”, reflexiona Cielo. A lo que Silvia agrega “Consenso y bienes comunes es algo que para nosotras está en mancomunión, porque hay que conciliar siempre”.

¿Por qué elegir hacer este tipo de ciencia? “Yo elegí ser bióloga para salvar a los leones, y con este proyecto siento que volví a las raíces, aunque no son leones: trabajamos por la conservación de las zarigüeyas”, comparte Cielo divertida, y en sus palabras se deja ver la profunda pasión por la empresa que llevan adelante. Claro está que este tipo de iniciativas a veces parecen opuestas a la producción científica tradicional. “Los tiempos son otros, no los de los papers”, dice Mariana y Cielo agrega: “Es muy diferente porque ¿Cómo cuantificar la extensión? ¿Cuánto vale el efecto en las personas de este proyecto en una planilla de Excel? “. Es entonces cuando Silvia agrega una frase que lo resume todo: “Lo que hacemos es compartir información de un modo ágil, emotivo, cargado de sentimientos, de simbolismo”.

El camino por recorrer

A esta altura es fácil reconocer por qué estas mujeres se eligieron para llevar adelante esta actividad en particular: “ibamos en búsqueda del cuidado y la sororidad, un refugio en un sistema que desde la competencia impone su carácter patriarcal”, describe Cielo. Buscaron, y encontraron, personas que permitieran hacer, sin imponer y que “maternizan dentro de la ciencia”, que contengan y comprendan a las personas, y no sólo se concentren en resultados y papers según sus propias palabras. Por el contrario se consideran algo más que un equipo, una tribu, donde si un día alguien no puede estar físicamente en una actividad igual está.

Consultadas por su deseo a futuro con el proyecto Cielo se manifiesta contundente en su respuesta: “Espero en el futuro un espacio de reconocimiento de la institución, que el sistema científico lo valore como a los papers, porque para mí es parte de mi profesión, es lo que yo hago como científica, desde mi rol social. Llevamos la ciencia al territorio”. Silvia secunda la idea y agrega que: “El conocimiento científico necesariamente debe formar parte del acervo de la gente y ese conocimiento producido no puede quedar encerrado en ningún lugar, laboratorio, aula, tiene que moverse y llegar a la gente que te rodea”.

Este grupo de trabajo y su proyecto tiene mucha historia, pero sobre todo mucho camino por recorrer hacia adelante, por eso Cielo invita a estudiantes a ser parte: “A todas las personas que estén interesadas, sepan que acá estamos esperando que se sumen, para mostrarles que generar conocimiento es algo hermoso, sin importar dónde, vamos a compartir la construcción de conocimiento en conjunto, les prometo que les va a cambiar la vida”.

En muchos senderos, de diferentes partes del país puede leerse la frase de Atahualpa Yupanqui: “Para el que mira sin ver, La tierra es tierra nomás”. Para quien conoce este proyecto sepa que no es un proyecto nada más, es un sendero señalando no perdernos de algo pero también un camino que busca hacer una ciencia diferente, con más humanidad y menos desigualdades y por sobre todas las cosas, un proyecto forjado por mujeres trabajadoras que le abren camino a quienes vienen detrás.