Mosaico (Literatura brasileña contemporánea): Viaje a una ciudad sin rostro
Por Agustín Arosteguy
(Desde Brasil)
Género: novela. Páginas: 176. Editorial: 7Letras. Año: 2009.
El personaje más contundente de la novela Algún lugar de Paloma Vidal es la ciudad, o mejor dicho, las ciudades de Los Angeles y Rio de Janeiro. Como en un juego en donde hay que encontrar las similitudes y diferencias, la novela al relatar el desconsuelo, la soledad y las tribulaciones de Los Angeles, está comparando las dos ciudades. Pero al estar narrada de una manera tan introspectiva y delicada, deja que el lector elija sus propias ciudades y haga con ellas su propio viaje. Aunque nunca llegue a explicitarlo, la protagonista femenina del libro parece hacer suya la frase que Wilson (Scoot McNairy) dice en la película “In search of a midnight kiss” (2007): Welcome to LA, embrace the pain (Bienvenida a LA, abraza el dolor). De esta forma, Paloma nos regala esta odisea singular y nos muestra en carne viva los moretones que una ciudad puede dejar en nosotros. A pesar de todo, no importa lo que nos cueste, no interesa cuánto nos duela, ya sea en ciudades natales o adoptivas, todos queremos encontrarle las caras y mirarlas directo a los ojos.
-Me encanta encontrar coincidencias literarias entre autores contemporáneos. Viendo la estructura y la temática de tu novela, me acordé de un libro que el escritor vasco Kirmen Uribe publicó en euskera en 2008 y en 2009 en español. En ese libro él cuenta la historia de su familia durante el viaje ida y vuelta entre Bilbao y Nueva York. Ese tipo de hechos en la literatura me resultan muy divertidas y me llaman mucho la atención. ¿Vos conocés ese libro o al autor?
-No lo conocía. Antes de contestarte lo googleé y decidí comprarme el libro que mencionás en una edición digital. Lo empecé a leer y me gustó mucho el principio sobre peses y museos. Y los párrafos pequeños y de distintos tamaños, además de la escritura muy directa. Me parece que algo de eso hay en “Algún lugar”. Además las dos novelas comparten el relato de un viaje a Estados Unidos en la misma época, la del gobierno de Bush, y fueron publicadas con muy poco tiempo de diferencia. Esto me hace acordar algo: Eduardo Muslip escribió dos novelas sobre viajes a Estados Unidos, “Avión” y “Phoenix”, y andamos siempre amenazando con que, como a ningún crítico se le ocurre, nosotros mismos vamos a escribir un artículo comparando esas novelas.
-Mientras leía tu novela, comencé a pensar en el asunto de la ubicuidad, la voluntad del ser humano en crear artilugios para apropiarse de los lugares donde reside. ¿Qué fue lo que te motivó a escribir ese libro?
-Creo que la novela tiene mucho que ver con lo que decís, con poder apropiarse de ese lugar, la ciudad de Los Angeles, volverlo de algún modo un poco propio, a través de la escritura, porque era un lugar muy ajeno y árido, inalcanzable en varios sentidos. Pero quizás, también, fue cuestión de hacer de la escritura misma un espacio habitable, porque al final creo que escribir me hizo sobrevivir a ese lugar, en las condiciones en que me encontraba en él. Quiero decir, al final, en gran medida, vivía en el espacio creado por la escritura y me protegía también de ese modo. Mientras estaba ahí escribía en un blog fragmentos sobre lo que me pasaba y estaba también la elaboración de una tesis de doctorado. Esas dos escrituras mezcladas, sobrepuestas, recortadas fueron finalmente “Algún lugar”. Aunque mientras estaba ahí no había novela en el horizonte, recién cuando volví me pareció que era posible juntar el material que tenía, y fue un trabajo de montaje, de cortar y pegar, básicamente, pero también de poder crear una enunciación distinta de la que tenían el blog y la tesis, que para mí es la gracia de esa novela, porque cuando la leo me doy cuenta de que, aunque mucho ya estaba escrito, hubo un trabajo importante a posteriori de darle otra voz a esa experiencia.
-El tema del viaje, además de ser un tema recurrente en tu escritura de ficción, también te interesa desde una perspectiva más académica. Me gustaría que me contés un poco de la investigación “Narrativas contemporáneas de viaje”.
-Tiene que ver con un primer intento de acercar el trabajo de investigadora al trabajo de escritora, me pareció que era un camino posible, porque uno de los padecimientos de la tesis fue que lo que estudiaba no estaba muy conectado con lo que escribía. De algún modo, “Algún lugar” hace ese trabajo de acercamiento, pero en el libro la protagonista no termina la tesis, lo que dice bastante de mi relación con ese trabajo, que yo sin embargo sí terminé. Entonces cuando tuve que empezar algo nuevo me dije que debía intentar acercar más esos lados, acercar más las lecturas, y sobre todo trabajar más con el contrabando de la lectura a la de escritura, entonces armé un cuerpo de textos atravesados por el viaje, lo que en la literatura latino-americana no es nada difícil de hacer, intentando establecer, por ejemplo, algunas diferencias entre lo que pudo significar escribir desde afuera para un escritor viajero del siglo XIX y lo que significa para uno contemporáneo.
-¿Cómo ves la literatura contemporánea argentina en relación con la brasileña? ¿Ves más afinidades que diferencias? ¿Por qué crees que la literatura brasileña contemporánea se está viendo presionada por un campo literario cada vez más conservador?
-Tengo la impresión de que el campo literario brasileño está en un momento de cambio, después de un período de fascinación por un mercado que había crecido un poco y que le daba una visibilidad nueva a la literatura contemporánea. Y ahora me parece notar algo distinto, con el surgimiento de editoriales pequeñas, que tienen estéticas más variadas, más arriesgadas, editoriales artesanales, por ejemplo, y que a la vez hacen uso de recursos digitales, un panorama que yo identifico con lo que pasa en Argentina. Pero, claro, estamos en un país en que la cultura letrada sigue siendo monopolio de una elite, un país con poquísimas librerías, con un periodismo literario casi inexistente y, sobre todo, un país en que una enorme parte de la población no tiene acceso a la lectura, lo que genera varias presiones sobre la literatura contemporánea, desde la idea de que habría que hacer libros más vendibles, más comunicativos, con historias y personajes que puedan atraer al poco público que hay, para competir con los bestsellers importados. A la idea de que habría que ser más fieles a la realidad social, haciendo libros más comprometidos, que expliquen y denuncien esa realidad… si no tiene público que la literatura tenga por lo menos algún sentido. Aunque no se muestren del mismo modo, pienso que no son cuestiones del todo ajenas al campo literario argentino, por toda la proximidad que hay entre los dos países.
-¿Cuál es tu opinión como escritora del uso que los autores o artistas en general hacen de las redes sociales? ¿Por qué no estás en facebook?
-Siendo muy sincera, todavía no le encontré la vuelta a esta cuestión. Me molesta mucho el autocentramiento y la intolerancia de las redes sociales en general. Por otro lado, entiendo que pueden ser herramientas poderosas de información, de politización, de comunicación. Creo que habría que encontrar una forma de enunciación en ese espacio, para ese espacio, algún tipo de distancia, en ese sentido me parece que es un problema formal, como en cualquier escritura. Algunos autores y artistas creo que logran hacer algo interesante ahí. No pienso que fuera mi caso.
¿Quién es?
Paloma Vidal (Buenos Aires, 1975): desde los dos años vive en Brasil. Es escritora y enseña teoría literaria en la Universidad Federal de São Paulo. Publicó, entre otros, los libros Mais ao sul (cuentos, 2008), Algum lugar (novela, 2009), Escrever de fora: viagem e experiência na narrativa argentina contemporânea (ensayo, 2011), Mar azul (novela, 2012) y Três peças (teatro, 2014). Sus publicaciones más recientes son Durante y Dois (2015), con textos del blog “Lugares onde eu não estou” (www.escritosgeograficos.blogspot.com). En Argentina, se publicaron Más al sur (Eterna Cadencia, 2011) y Mar azul (Bajo la luna/ EME, 2015).
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