Montenegro termina el año con algunas satisfacciones y grandes interrogantes
Logró la aprobación del pliego para licitar el Minella en la última sesión del año y celebró la llegada de inversiones. Pero el futuro de la alianza con la UCR y un posible acuerdo electoral con La Libertad Avanza abren incógnitas de cara a 2025.
El intendente Guillermo Montenegro, en su despacho de la Municipalidad.
Por Ramiro Melucci
“Todo lo que pensamos que tenía que pasar, pasó”. La frase la soltó días atrás uno de los hombres más cercanos al intendente Guillermo Montenegro a modo del balance del año, pero se ajusta sobre todo a lo que ocurrió en las últimas semanas, con la apertura de grandes cadenas comerciales, el acuerdo salarial con los municipales y la aprobación del pliego para licitar el estadio Minella y el Polideportivo en la función final del Concejo Deliberante.
Sin obras públicas para mostrar, al Gobierno local no le queda más que celebrar las inversiones que hace en Mar del Plata el sector privado. Las presenta como una consecuencia directa de las facilidades que otorga el municipio para que se radiquen en la ciudad. ¿Los vecinos lo alcanzarán a ver igual? ¿O miden la gestión local en función del arreglo de calles, el encendido de luminarias, el funcionamiento del transporte, la higiene urbana y la atención de las salitas barriales?
Los esfuerzos comunicaciones van tras el objetivo de que se aprecie la llegada de inversiones como parte de la nueva realidad, que implica menos dependencia del Estado: hablan de una Mar del Plata que estaba alambrada y que ahora se abre. En esa estrategia, son simbólicos el desembarco del Coto más grande del país, de Starbucks y de la tienda Le Utthe.
La inauguración de Starbucks. “Desalambramos Mar del Plata”, dijo Montenegro.
En cambio, las obras públicas –otro factor clave para cualquier gestión municipal– sufren las consecuencias de la suspensión decidida por el Gobierno. Es verdad que la inflación prácticamente las había paralizado de hecho en la anterior gestión nacional, pero la reducción de ese índice aún no ha implicado que se retomen. En el municipio admiten conversaciones con la Casa Rosada para reimpulsar algunas (como la del colector Marcos Sastre), pero, acaso para no sembrar demasiadas expectativas ni tensionar la relación con el Gobierno, juran que los principales esfuerzos no se ponen en ese tipo de gestiones, sino en el intento de generar más inversiones privadas.
En ese marco, no es extraño que como mojones legislativos del año por concluir en la administración municipal ubiquen los permisos para la construcción de barrios cerrados y el Parque Industrial 2. No mencionan la fuerte controversia por la edificiación por encima de los límites permitidos, que generó rispideces en el oficialismo e impactó hasta en sectores proclives a aplaudir a Montenegro.
El hito que puede anotarse el Ejecutivo es la sanción del pliego para licitar el estadio, el Polideportivo y los espacios comunes. Se trata de una respuesta concreta ante el estado de abandono en que se encuentra el Minella. A la que todavía le resta una parte sustancial: el propio trámite licitatorio, la adjudicación y la puesta en marcha de la concesión. Pasos clave en que la transparencia será fundamental.
Lo que el intendente prefirió no involucrar en la agenda legislativa del año que se va es el pliego del transporte y la ocupación de las vacantes en la justicia de faltas. En un caso porque, supuestamente, todavía no estaban dadas las condiciones económicas. En el otro porque no juntaba los votos para designar a los elegidos. Ambos expedientes quedarían para el año próximo: nuevos condimentos para sazonar la discusión electoral.
“En otras partes del país no entienden cómo todavía nos mantenemos juntos. No solo con Maxi, sino también con la Coalición Cívica”, sacan pecho cerca del intendente.
En la mesa chica de Montenegro también destacan la decisión de la Justicia de que la disputa judicial con la Provincia por Punta Mogotes no cambie de jurisdicción. Es una de las principales batallas que decidió librar Montenegro contra el gobernador Axel Kicillof. La otra es conceptual y ya puede ser resumida en términos proselitistas: el aliento al privado contra la defensa de lo público.
Es en ese aspecto, el electoral, donde se presentan las grandes incógnitas para el oficialismo doméstico (también para la oposición). Después de un año en que la convivencia del PRO con la UCR en el Concejo tambaleó más de una vez, Montenegro y el jefe del radicalismo local, Maximiliano Abad, lograron mantener la alianza en pie. “Todos los proyectos que pedimos se aprobaron”, dicen en el Ejecutivo, como un testimonio de que, pese a todas las discusiones internas, a la hora de votar la tropa se alistó.
“En otras partes del país no entienden cómo todavía nos mantenemos juntos. No solo con Maxi, sino también con la Coalición Cívica”, sacan pecho ante el desmembramiento de Juntos por el Cambio que sobrevino en todo el país tras la asunción de Milei. El mayor interrogante es si ese castillo construido a pura rosca, con puestos en el gabinete y apoyo legislativo, se mantendrá erguido o se desmoronará el año próximo.
La irrupción de La Libertad Avanza en el tablero amenaza con cambiarlo todo. Las variantes pueden ser muchas para el oficialismo local en 2025, pero dependen casi con exclusividad de si Milei y Mauricio Macri –hoy con un vínculo tenso– firman un acuerdo electoral. Aun así, permanecerá la duda sobre el rol del radicalismo en una hipotética alianza. En Mar del Plata no es un detalle menor.
Los concejales radicales votaron este año en sintonía con el PRO, pese a las múltiples divergencias del interbloque.
La bancada que responde a Abad resultó fundamental para que Montenegro tenga todos los proyectos que pidió, incluso los más controvertidos. El intendente, a su vez, mantiene el equilibrio político del gabinete, con fuerte presencia radical en secretarías clave.
Hay en medio de la incertidumbre un dato inobjetable: Montenegro termina el año mucho más cerca de Milei de lo que lo empezó. De los primeros días del año en que protestaba por el capítulo de la pesca en la Ley Bases hasta la foto en la inauguración de Coto hubo un deslizamiento táctico del jefe comunal.
Luego de aquel episodio de la pesca no se le escuchó un reproche, a pesar de que motivos no le faltaron. El cambio también quedó reflejado en las redes sociales, donde terminó de sepultar la moderación que había cultivado en su primer mandato y apostó por un tono más parecido al de los libertarios, con el kirchnerismo como rival común.
Habrá que ver si las coincidencias se siguen profundizando en 2025. Ese también será un dato descollante del tablero político y electoral de Mar del Plata.