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Opinión 1 de septiembre de 2024

Milei y Macri: quién disciplina a quién

Panorama político nacional de los últimos siete días

Por Jorge Raventos

Javier Milei se decidió finalmente a cumplir su promesa sin cortapisas: el viernes vetó (“veto total”, desoyendo el consejo de unos pocos laderos y varios aliados) la ley que el Senado había sancionado una semana atrás. Antes de hacerlo (y abriendo un paraguas para poder hacerlo sin arriesgarse al retruco del Congreso), el Presidente se embarcó en una tortuosa, sibilina negociación con Mauricio Macri.

Macri ya había hecho una exhibición de su capacidad de daño al instruir a sus diputados para que votaran el rechazo al DNU que otorgaba 100.000 millones de pesos en fondos reservados a la SIDE, teledirigida por Santiago Caputo, uno de los catetos de lo que Milei llama su “triángulo de hierro” (en el que él mismo es el cateto mayor y su hermana Karina la hipotenusa). Cuando, después de esa performance, el actual Presidente y el jefe del Pro cenaron milanesas juntos, Macri se encargó de advertir a Milei que tuviera cuidado, porque había chocado en el Congreso con mayorías de dos tercios (“lo que se necesitaría para iniciarte juicio político”).

Después de esa comida y de que los senadores del Pro aportaran a los dos tercios que congregó la mayoría de la oposición (la más amigable y la más adversa) para dar media sanción a una nueva fórmula jubilatoria, Milei y Macri compartieron otro condumio. Macri ya había insistido en la conveniencia de que Milei incorpore cuadros del Pro (para “mejorar la gestión” ) y había cuestionado ácidamente a Santiago Caputo. Insistió en ambos puntos. También abogó para que el gobierno cumpla con los pagos a la Ciudad de Buenos Aires que la Justicia ha dictaminado y Economía demora en gatillar. Macri custodia de cerca el control de su partido sobre la ciudad autónoma -rampa de lanzamiento y santuario amarillo- y sospecha que los hermanos Milei quieren desmantelarlo.

Poco antes y poco después de ese encuentro y del voto de los senadores del Pro a favor de la mejora de las jubilaciones, abogados de la SIDE recorrieron juzgados en los que tramitan expedientes que inquietan a Macri (caso Correo, casos de acciones de inteligencia del gobierno amarillo sobre opositores y aliados, etc.).

Curiosidades inquietantes

Milei debe de haber estado muy convincente durante esa comida sin testigos, porque a posteriori Macri expuso a los medios con energía una catilinaria contra “la mayoría de los senadores” que aprobaron el nuevo proyecto jubilatorio (sus propios senadores caían en la volteada) y aseguró que “por el bienestar de nuestros jubilados y los nietos de los jubilados, apoyo el veto del presidente Milei”. Desconcierto en el Pro, despecho entre sus senadores: “No hicimos nada que no hubiera sido conversado previamente”, alegó Luis Juez, que no es del Pro pero funciona como presidente invitado de la bancada.

A su manera, Milei empezó a pagar el favor. Aunque sostuvo a Santiago Caputo frente a la crítica de Macri (y a otras censuras convergentes, tanto de sectores de la prensa como de figuras del oficialismo) y lo elevó a las alturas (“Santiago juega a la mancha con aviones”) y aseguró que a Caputo (y a su hermana Karina) “no hay chances de que se los cuestione”, mostró por primera vez, una línea de condicionamiento…” mientras sigan mostrando un desempeño extraordinario como el que tiene cada uno de ellos”.

También, aseguran, hizo echar de la SIDE a los abogados que curiosearon aquellos expedientes que inquietan al jefe del Pro.
Lo más notable: convencido o no por Macri de que debe involucrarse más personalmente en los asuntos de la política, Milei convocó ayer a una reunión conjunta de los contingentes legislativos del Pro y de La Libertad Avanza (más el bloque que conduce Oscar Zago, una suerte de libertario en el exilio, que navega entre mileísmo y macrismo). El Presidente presidió esa tenida el viernes, en lo que fue quizás un primer paso en la dirección que pedía Macri de convivir de modo de que el oficialismo pueda aprovechar la experiencia y la mayor disciplina del Pro para ordenarse internamente. Entre los padecimientos sufridos por el gobierno en el Congreso un factor agravante han sido las luchas intestinas de sus grupos legislativas que, pese a que han sido purgados dos de sus miembros –una diputada, un senador-, todavía no han conseguido curar sus entripados.

La esperanza de Macri y sus seguidores empujaba para que esa iniciativa evolucionara y se constituyera más temprano que tarde un interbloque, con lo que podría crecer el papel de Cristián Ritondo para convertirlo en presidente de ese interbloque.

Tejer y destejer

Pero la reunión del viernes apenas fue un apronte para garantizar que la Cámara no rechace el veto de Milei. La presencia de Karina en el encuentro fue una garantía de que la colaboración avance con pies de plomo y sin perjudicar a las fuerzas legislativas libertarias Nadie ignora que un interbloque alimentaría la competencia por la presidencia de la cámara baja, un cargo que Ritondo ambiciona (y Macri respalda) y del que pretende desplazar a Martín Menem el año próximo con la bendición de la Casa Rosada. Pero Martín Menem es un protegido de Karina.

Los pasos en esa dirección seguramente necesitarían de un aval ostensible de Milei, pues implicaría una desviación de varios grados en relación con la línea que viene desarrollando el oficialismo a través de la acción complementaria de Santiago Caputo y Karina Milei ( si se quiere, también el ministro de Economía, Luis Caputo), más centrados en el crecimiento de una fuerza propia, particularmente autónoma en relación al Pro y más bien interesada en pescar en las aguas del peronismo decepcionado del kirchnerismo o inmune a él.

Una alianza legislativa (en principio en Diputados; en Senadores hay que escuchar las voces de los gobernadores) es, probablemente, un paso para que el oficialismo camine con más firmeza en el Congreso, pero probablemente un paso insuficiente para que el gobierno consiga la confianza interna y externa capaz de otorgar sustentatibilidad y previsibilidad a las reformas que se necesitan para ir más allá de un programa antiinflacionario.

El empuje del hiperpresidencialismo que Milei ha decidido encarnar ha sido capaz de impulsar reformas, pero parece insuficiente para consolidar los cambios que el país necesita en materia de desarrollo productivo, integración social y territorial, avance cultural y tecnológico.

En sus relaciones con el Congreso el gobierno no ha conseguido superar plenamente las turbulentas semanas que sellaron el descuartizamiento de la primera Ley de Bases.

El gobierno aplicó entonces la lógica del diálogo, la negociación y el consenso y obtuvo buenos resultados. En ese capítulo jugó un papel importante la Jefatura de Gabinete piloteada por Guillermo Francos, que pareció apartada de las negociaciones en el proceso que concluyó con el rechazo del DNU de los fondos a la SIDE y la aprobación de la fórmula jubilatoria en el Senado. Francos recién volvió a dejarse ver en el escenario después de esos reveses y fue invitado a la reunión con legisladores del viernes que, sin embargo, no lideró él sino que presidió Milei.
Milei se ocupa de la política.

Antes de enfrentar al Congreso con su veto, el Presidente había vuelto a increpar airadamente a los legisladores de ambas cámaras que la motorizaron . Los legisladores “vetados” probablemente no prosperen en la insistencia en su sanción anterior después de la reunión del viernes de Milei con la tropa macrista de Diputados y algunos aliados menorespero tienen por delante varias ocasiones para tomar revancha. Una muy importante es el debate de la Ley de Presupuesto, que debe tramitarse en septiembre.

En rigor, más allá del paso dado por Mileri el viernes, un camino para no afrontar batallas campales ante cada iniciativa de importancia reside en la búsqueda de consensos más amplios.

Probablemente las incipientes aproximaciones que se cocinan con Macri responden a una primera corrección ante la debilidad de la estructura que respalda al poder libertario, un factor de riesgo político que suele reflejarse en los mercados o viralizarse en rumores: basta algún episodio que destaque diferencias de criterio entre el Presidente y la vice, Victoria Villarruel (y a decir verdad, no han escaseado), para que empiecen a barajarse delirantes conjeturas sucesorias. Disparatadas, ciertamente, pero perturbadoras para mercados medrosos.

En el terreno federal el gobierno tiene la posibilidad de encontrar apoyaturas. Buena parte de los gobernadores (tanto los del Pro, como radicales y varios de genealogía peronista) ya han demostrado estar dispuestos a dar una mano en la gobernabilidad y en promover reformas que apunten en la dirección del crecimiento. Lógicamente, esperan que el gobierno atienda sus propuestas y sus necesidades.

Que Milei empiece a atender problemas específicamente políticos (vínculos con legisladores y gobernadores, por caso) tal vez revela que la estructura del gobierno no llega aún a generar confianza en sus interlocutores. . Inclusive los mediadores más confiables pueden generar dudas. Lo que vuelve indispensable el trato directo con el Presidente.



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