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Tecnología 22 de octubre de 2019

Mateo Salvatto: “Sin robótica en las escuelas no hay país que valga en el futuro”

Tiene 20 años y desde los 15 se convirtió en un emprendedor tecnológico. Multicampeón nacional e internacional desarrolló una aplicación para que personas con problemas de audición o de habla puedan comunicarse. Además ya fundó su propia empresa.

Mateo Salvatto, multicampeón nacional e internacional de robótica. Fotos: Nadia Ingaramo y Mariela Flores (TVP).

por Marcelo Pasetti

El emprendedor tecnológico Mateo Salvatto (20) se enamoró de la robótica a los 15 años y a partir de ese momento su vida dio un giro por completo. Multicampeón nacional e internacional, desarrolló la aplicación Háblalo para que personas con problemas de audición o de habla puedan comunicarse libremente y, como si fuera poco, fundó su propia empresa: Asteroid Technologies. Recorre distintos rincones del planeta dando charlas y conferencias a jóvenes emprendedores transmitiendo su confianza en el país.

– Cuando eras un nene te paraste frente a tu padre y le dijiste que querías transformar el mundo. Ahora que tenés 20 años, ¿cuál es el sueño?

– Hay muchos, pero por suerte sigue siendo el mismo aunque un poco transformado. Mi sueño siempre fue cambiar el mundo, el tema es cómo. Cuando era chico, para mí cambiar el mundo era inventar internet, el smartphone, llevar un cohete al espacio. En cambio hoy es que una persona con discapacidad tenga una herramienta nueva o que alguien en situación vulnerable pueda hacer algo que antes no podía. Entonces en ese camino el sueño sigue siendo el mismo pero más grande porque comprobé que de chico se puede llegar a una gran cantidad de personas y la idea es llegar a muchas más.

– Fuiste campeón nacional e internacional de robótica, creaste tu propia empresa, estás recorriendo el país y el mundo diciéndole a los jóvenes que se puede, que hay que crear. ¿La inteligencia es la base del éxito?

– No creo. Obviamente siempre hay un factor de aprendizaje y de comprensión de un tema en particular que se quiere encarar, en mi caso la programación. Esto lo digo mucho en las conferencias que doy para jóvenes y es que sí es necesario estudiar, saber y trabajar sobre la materia que se quiere emprender. Entonces la realidad es que el factor más grande, el más importante y bien transversal es la perseverancia. Para mí la fórmula es 10% de talento y 90% de perseverancia.

– ¿Cómo arrancó todo? ¿Cómo era tu infancia?

– Feliz. Siempre fui muy inquieto, de investigar. Estaba orientado a ese lado y mi vieja se dio cuenta al toque cuando era chico que tenía que estudiar un técnico. Tenía ganas de construir y de armar, ver cosas nuevas, era así. La orientación por la tecnología siempre me gustó, se notaba que iba hacia ese lado y fue en la secundaria cuando se me despertó el lado de ir por la robótica.

– En 2014 tenías 15 años y aparece Yoda, ¿qué era?

– Yoda fue un robotito que armamos con un amigo en la secundaria después de practicar sumo. Existe una disciplina llamada Sumo Robot que se compite en la Liga Nacional de Robótica. Te presentás con un robotito, lo ponés en el tatami que son los círculos donde se pelea en sumo y debe buscar a su contrincante de forma autónoma mediante censores, como una suerte de inteligencia artificial. Después de varios robots fallidos, lo llevamos a competir en esta liga y fue el primero que hizo algo bien: salió campeón nacional en 2015. Esa fue la primer gran alegría de la secundaria.

– Y en 2016 fuiste al Mundial de Robótica en Israel con un auto autónomo. ¿Fue complicado competir contra otros países?

– Sí, con un compañero de curso nos tocó representar a la Argentina y obviamente fue una alegría muy grande aunque nos daba mucho pánico la competencia. Teníamos que hacer un auto, no de tamaño real, que se maneje solo, que frene en los semáforos, respete las señales de tránsito y los límites de velocidad como si fuese un auto real. Eso fue una experiencia espectacular, pasamos el verano encerrados en la escuela laburando y lo que fue más impresionante es que funcionó, más allá de que no teníamos mucha fe de que eso fuera a suceder. Así que viajamos con ganas de participar, nos veíamos en un segundo o tercer puesto y nos fue bastante mejor.

– Por primera vez en la historia de la humanidad, los jóvenes tienen cosas para enseñarles a los mayores. ¿Es un privilegio estar en ese tiempo?

– Para mí sí. Eso es algo que digo muchísimo y creo que no se valora tanto. Estamos en un punto de inflexión histórico que es increíble. Todas las generaciones siempre dijeron que eran las más importante pero hoy hay un quiebre que se nota que es distinto. Es algo que nunca la humanidad había visto en ninguna medida. Hoy los jóvenes tenemos herramientas que nos empoderan a nivel información, que generaciones anteriores no tenían y que nos ubican un paso adelante.

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– Recorrés mucho el país y una constante de tus charlas es la confianza en Argentina. ¿En qué te basás para transmitirla?

– Hay dos cosas: primero, lo irracional porque es el país de uno mismo y tengo el sueño de que el país salga adelante. Y segundo, porque veo en Argentina un espíritu que es distinto al resto. Estamos tan acostumbrados a los problemas que Argentina se convirtió en la prueba de fuego para que un proyecto funcione. En ese sentido es muy típico decir: ‘si a un emprendimiento le va bien en Argentina, le va bien en cualquier lado’.

– ¿Qué es Háblalo, qué inventaste y por qué?

– Es una aplicación gratuita que asiste a personas con dificultades para comunicarse, no precisa internet para funcionar, sirve en teléfonos viejos y no consume batería. Está hecha para que sea bien sencilla y accesible.
Nace a partir de una molestia que tenía. Yo me crié con personas sordas porque mi mamá es profesora de sordos y en mi casa era común usar el lenguaje de señas. La sordera para mí siempre fue la discapacidad más común del mundo, pero a medida que fui creciendo me empecé a dar cuenta de que para la mayoría de la gente no es así porque es la discapacidad que no se ve. Eso causa que la gente ignore que existe, como si se tratara de una discapacidad que no está, y entonces Háblalo fue creada con el objetivo de asistir a personas con este tipo de discapacidad en la comunicación frente a frente.

– ¿Cómo funciona y en qué contexto nació?

– Es como si fuera un chat de WhatsApp pero frente a frente, y la empecé a armar en el verano de 2017 mirando 40 horas de tutoriales de YouTube en mi casa. Eso fue la patada inicial de la aplicación, después se formó todo un equipo de trabajo que hace posible que esto exista y labura muchísimo para mejorar la app. Hoy, después de casi tres años de proyecto, ya cambió radicalmente y siempre digo lo mismo: cuando empezó era más o menos, hoy es una gran aplicación.

– ¿A cuántas personas llegó en el mundo y en cuántos países está disponible?

– Háblalo tiene presencia en 53 países de los 5 continentes y hoy estamos asistiendo a aproximadamente 73 mil personas con discapacidad. Ha crecido mucho pero también queda trabajo por hacer porque es una aplicación que no solo es para sordos, sino que es además para personas con otros tipos de discapacidad. Hay una cantidad enorme de gente que nos queda por llegar. Son 700 millones de personas que todavía no alcanzamos y tenemos que seguir laburando para eso.

– La Universidad de Pekín la premió como mejor proyecto social del mundo. ¿Cómo fue esa experiencia en China?

– Fue una locura llegar hasta allá. No tenía mucha fe en este concurso, me anoté como diciendo a ver qué pasa. En total había 1.700 trabajos inscriptos de 35 países, era poco probable ganar pero lo eligieron como uno de los cuarenta finalistas. Fue una sorpresa enorme y a partir de eso viajé a Beijing a dar la presentación. Finalmente ganó como mejor proyecto social del mundo y llegué a pensar que los jueces se habían equivocado hasta que dijeron mi nombre. Fue algo increíble.

– Probar, errar, acertar, arriesgar, insistir. ¿Pasa por ahí la receta?

– Estoy convencido de que es esa. No hay una receta para el éxito o para que un proyecto salga bien, me parece que no existe. Lo único que sí se puede hacer para llegar a algún lado es esforzarse. Una de las cosas malas que tenemos los argentinos es el miedo al fracaso y al que le va mal es un fracasado. Pero para mí no es así, pienso que al que le va mal es el que más sabe cómo hacer para que no le vaya mal otra vez. Si no te equivocás, es imposible que llegues a ningún lado.

– ¿Qué imaginás para el futuro cercano?

– Tengo muchos sueños. La robótica educativa me importa muchísimo, esto es que todos los pibes tengan un robot en la escuela para aprender. Ese es un objetivo que tiene la empresa: hacer el kit de robótica más barato de toda Latinoamérica para los colegios públicos e instalar la enseñanza de robótica. Ese es el proyecto más loco que tengo en la cabeza y que me encantaría ejecutar.

– ¿Tiene que estar sí o sí en la currícula escolar?

– No se puede discutir eso. La pregunta tiene una sola respuesta y no se puede responder con no. Es algo fundamental: si no tenemos robótica y tecnología en las escuelas no hay país que valga de acá a los 50 años. Es pieza clave para el futuro de nuestro país.

— La historia de su primera publicación

Salvatto afirma que los jóvenes hoy tienen herramientas que los empoderan a nivel información y para explicar esto cuenta su propia experiencia: “Yo no sabía hacer una aplicación, busqué en internet y en una semana la estaba haciendo. Y eso mismo se puede trasladar a lo que sea”, menciona.

Háblalo nació así, después de que el influencer tecnológico pasara más de 40 horas mirando videos de YouTube. Con el producto final en mano, a la primera persona que se lo mostró fue a su madre. “Fui a su habitación y le dije: ‘Mirá, probá esta aplicación para sordos'”, a lo que ella contestó: “‘Ah, qué buena, ¿y quién la hizo?'”.

“No me creía al principio”, dice Salvatto, que tuvo que abrir la tienda de Google y mostrarle a la mamá que allí figuraba su nombre. Fue así que ella luego lo arengó para que continuara el proyecto y que realmente funcionaría.
¿Y funcionó? Para comprobarlo, invitaron a sus amigos sordos y en esa primera experiencia “salió todo espectacular”, recuerda el joven de 20 años.

La influencia de Salvatto fue tan amplia que llegó a ámbitos totalmente impensados para él cuando comenzó a estudiar robótica. El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia de Buenos Aires, Jorge Elustondo, lo convocó para trabajar en conjunto en materia de robótica educativa y fuera de las escuelas también.
“Fue algo raro y que no me esperaba. Conocí al ministro y le conté todo lo que creía que había que hacer y lo que soñaba que existiera”, sostiene Salvatto, y agrega: “Después de esa conversación me dijo: ‘bueno, vení al ministerio, trabajemos en eso”.

De este modo, el joven brinda su visión para poder crear en todo el país programas educativos en robótica, acercarla más a las industrias, a las escuelas y crear clubes de educación fuera del colegio.