Massimo Bottura, Cocinero Europeo del Año
El chef italiano fue destacado por su labor social en la Expo de Milán, donde creó un comedor social en el que se cocinaba con los desperdicios de los pabellones.
El italiano Massimo Bottura fue reconocido en Madrid Fusión como Cocinero Europeo del Año por su labor social en la pasada Expo de Milán, donde creó un comedor social en el que se cocinaba con los desperdicios de los pabellones.
En colaboración con Cáritas y con célebres cocineros de todo el mundo amigos de Bottura, un antiguo teatro abandonado de Milán se convirtió en un “comedor social experimental”, en palabras del cocinero italiano, donde durante los seis meses que duró la exposición se prepararon menús de alta cocina con los excedentes de los pabellones para 96 personas sin recursos al día.
Se denominó el Refectorio Ambrossiano y ahí “demostró que se puede hacer sabrosa cocina evitando el despilfarro de los alimentos; ahora sigue funcionando con decenas de voluntarios.
“Por el inmenso valor de esta iniciativa Bottura merece ser nombrado Cocinero Europeo del Año”, resaltó el presidente de Madrid Fusión, José Carlos Capel, durante el acto del reconocimiento.
“Mientras la población crece y el suministro de alimentos está en peligro, los cocineros estamos obligados a difundir ideas para evolucionar nuestras cocinas, comunidades y el futuro. Comencemos desde nuestra casa, hagamos del desecho comida ética y deliciosa”, reivindicó Bottura, con tres estrellas Michelin en su restaurante Osteria Francescana (Módena, Italia).
En el Refectorio Ambrossiano cocineros como Albert y Ferran Adrià, Daniel Humm o Gastón Acurio convirtieron bananas pasadas en un sandwich, litros de leche a punto de caducar en croquetas deconstruidas y se hicieron ragús con todo lo que había disponible. “Y lo sorprendente es que estaba rico”, afirmó Bottura.
Ante el éxito de la iniciativa, se propuso crear una Fundación que reproduzca el Refectorio Ambrossiano en otros países, porque considera que los cocineros deben asumir la responsabilidad de contribuir a la reducción del desperdicio alimentario -500 millones de toneladas de comida en 2013- y a ayudar a erradicar el hambre.
“Cada receta que hicimos en el Refectorio es una oda a la imperfección que cuenta con potencial revolucionario; podrían cambiar la forma de alimentar al mundo, podrían cocinarlas cualquiera para devolver dignidad a las familias necesitadas, porque se centran no en la calidad de los ingredientes sino de las ideas”, argumentó.