Martina Álvarez, la ‘influencer’ argentina que le pone voz femenina a un mar indefenso
Lleva casi diez años compartiendo su amor por el mar y luchando contra la ignorancia de lo que suponen los océanos para la vida en el planeta.
Martina Álvarez.
Por Rafa Sanz del Río
El glaciar Perito Moreno, las cataratas de Iguazú y la ciudad de Buenos Aires son algunos de los enclaves turísticos más conocidos de Argentina, un país cuya área marítima representa aproximadamente un 41,7 % del territorio terrestre y donde gracias a la labor de creadoras de contenido como Martina Álvarez el océano encuentra una potente voz para protegerlo.
“Mi propósito es darle voz al mar, poder contar su historia para compartirlo y acercárselo a la gente, porque no puede defenderse solo”, explica esta ‘influencer’, que relata a EFE sus investigaciones subacuáticas acerca de problemas como la sobrepesca de tiburones, y de cómo trata que las mujeres se interesen por el submarinismo.
A través de su perfil de Instagram Oceanomartina, que cuenta con más de 36.000 seguidores, Álvarez lleva casi diez años compartiendo su amor por los océanos, un vínculo que se fraguó en la costa argentina cuando era pequeña y un par de delfines pío estuvieron nadando alrededor de ella.
Años más tarde, tras estudiar la carrera de Comunicación Audiovisual, comenzó a trabajar en el mundo de la moda, pero rápidamente se dio cuenta de que necesitaba un cambio, entonces ahorró para costearse un viaje a Tailandia, donde buceó por primera vez.
“Me sumergí y dije ‘¡Wow, todo esto estaba aquí abajo y nadie me avisó, no lo puedo creer!’ Ese día abracé para siempre al mar, que se convirtió en mi brújula a partir de entonces”, comenta.
Martina se dedicó a buscarlo en todas partes, hasta que llegó a México, donde trabajaba a cambio de que le enseñaran a bucear. Fue ahí donde consiguió su título de instructora y de ‘divemaster’.
Y también fue ahí donde vivió una experiencia que le cambió la vida para siempre: nadar junto al pez más grande del mundo, el tiburón ballena, una aventura que le hizo sentir lo mismo que “cuando alguien en la montaña se da cuenta de que el universo es enorme”, aunque en su caso era un ser vivo.
“Ese momento fue clave para mí, porque pasé de una visión egocéntrica del hombre frente a la naturaleza a la coexistencia entre las especies”, explica.
A partir de ese momento decidió unir su pasión y sus conocimientos para luchar contra la ignorancia de lo que suponen los océanos para la vida en el planeta.
“Aunque vivamos lejos del mar, él está presente en cada bocanada, lo mismo que los bosques”, cuenta Álvarez.
Una de sus luchas más destacadas es la defensa del tiburón como elemento del ciclo de la vida, algo que relata en su documental ‘Missing Sharks’, donde muestra cómo este temido depredador contribuye al funcionamiento de la cadena alimenticia, ayuda a ordenar el mar y es fundamental para mantener un entorno saludable.
Pero su verdadera preocupación es que los países latinoamericanos viven de espaldas al mar. Y aunque cada vez hay un mayor grado de conciencia sobre problemas como la contaminación plástica, todavía les falta mucho para conectar con la belleza del océano.
“El trabajo de los científicos es importantísimo, pero hay veces en que la ciencia es solo para la ciencia. Creo que necesitamos también ser puente para que lo investigado llegue a las personas, para que puedan entender la importancia y la magia de este ecosistema”, subraya.
Porque es muy triste que los países de la región tengan que ir a buscar fondos al primer mundo para proteger lo propio, porque desconocen su valor.
A lo largo de sus viajes, esta ‘influencer’ ha observado algo que le ha llamado poderosamente la atención, y es que hay muy pocas mujeres que se desenvuelvan en el ámbito marino. El rol de la mujer no está tan ligado al mar en muchos lugares, incluso muchas no saben ni nadar, señala Martina.
Esta situación la impulsó a crear ‘Women of the Ocean’, un grupo que busca acercar el mundo submarino a comunidades de mujeres que viven alejadas de ese entorno.
“Me di cuenta que había que generar un espacio para acercarlas al mar (…) porque hay muchas mujeres que quieren tener esa conexión y no pueden”, concluye.
EFE.