“Yo no sé si estoy a la altura del título de artista”, dice Martín Bossi, el comediante, actor y showman que este verano llegó a Mar del Plata para desarrollar “Bossi Comedy Tour” desde el escenario del Teatro Mar del Plata.

Sin máscaras, aquellas que lo convertían en diversos personajes, esta vez Bossi apeló a mostrarse más cerca del showman y del stand up. “La de showman es una categoría que está en extinción”, observa.

Y reconoce todas las disciplinas que enciende de jueves a domingos: “Canto, bailo, imito, canto con mi voz, canto imitando, toco el piano, hago stand up y comedia”. Y además, no se calla nada: “Mi mensaje sobre el escenario es despertarte, despertate de una vez por todas, vengo a decir no a la digitalización del corazón y de la vida, porque la vida es presencial”.

Acaso más reflexivo, atravesado por los cambios que generó la pandemia, Bossi asegura que este verano recibió bendiciones: “Dios me perdonó”, dice. Y reconoce que es Mar del Plata la ciudad que le da la chance de “poder abrazar a la gente, simbólicamente”.

También le permite otro rito: “Hago mi vueltita al perro por la ruta después del teatro: como mi chocolate que es lo que más me gusta, me voy pasando al Faro. Dios me está permitiendo eso”.

Y, desde que estrenó, parece ungido por el éxito: “Es medio odioso hablar de esto, el contexto es desfaborable y voy a hacer duro con los números: nunca metí tanta gente, es raro, es extraño, por eso digo que Dios me perdonó. Es un show tan intenso que solo hago cuatro funciones por semana y la verdad es que nos está yendo bien, pero sé que esto no es para siempre, por ahí mañana metemos diez personas”.

Sin avalar al movimiento antivacunas ni respaldar las teorías que hablan de raras conspiraciones, Bossi cuenta sobre todo lo que trajo aparejado la pandemia de Covid a su vida. “Me obligó a estar más conmigo mismo y a hacerme más preguntas. Es un tema de la libertad, me pregunté mucho qué es la libertad, sé que no somos libres, me pregunté eso para saber quiénes me dominan y por qué”.

Al momento de las respuestas, no duda: asegura que la tecnología es la nueva religión y que las plataformas on demand son también un negocio pensado para estos tiempos convulsos. “En virtud del negocio, algunos medios (de comunicación) venden pánico. Estamos en casa y nos empujan a consumir lo que son plataformas y los dueños de esas plataformas son los mismos dueños de lo negocios farmacéuticos, es perverso todo”.

Aclara que habla sin ideología política: “¿Hay qué vacunase? Sí. ¿Existe la enfermedad? Sí. ¿El virus va mutando? Sí. ¿De dónde viene el virus? es la pregunta. El Nobel de Medicina francés (Luc Montagnier) sacó un informe y lo callaron, dijo que el virus era de diseño. Esto que digo no es partidario, es de más arriba y más profundo”, observa.

– En este contexto, ¿se te hace más difícil hacer humor con el público?

– El humor se mete fácil, porque el humor es un paso de la tragedia y es más fácil hacer humor. Es al revés de lo que se piensa, que si la gente está triste le cuesta reírse. Al contrario, los griegos convertían la tragedia en comedia. La catarsis es tan fuerte y lo que nos pasa es tan parecido a todos que nunca me costó tan poco hacer humor.

– Dijiste que no te considerás artista. ¿Qué es lo que se necesita para serlo?

– Un artista tiene que modificar con su arte y con su mensaje, modificar profundamente, el arte tiene que ver con la creación, con Dios. Un tipo que escribe Seminare, un tipo que escribe Muchacha ojos de papel… el arte está a ese nivel. Jesús era un artista porque modificó, porque creó, porque daba mensajes provocadores.

Anécdota: “No entendía el llanto de mi papá”

“Yo estaba de vacaciones con mi familia en Mar del Plata y salía a correr a la madrugada, porque era jugador casi profesional de tenis en Martínez y mi viejo era mi entrenador. Ese día me levantó a las 5.30, me dio los huevos revueltos, las vitaminas y me dijo ‘Andá a correr solo, porque me siento mal’. Estábamos parando en el hotel Hurlingham. Desde el balcón me miraba y yo iba corriendo hasta el Torreón y volvía para el otro lado. El me controlaba porque yo era travieso y a veces me desviaba. Cuando salí a correr esa madrugada no pude pasar porque había un accidente”, cuenta Martín Bossi y recuerda que era el mes de marzo.

“Cuando regreso al hotel, le cuento a mi papá. Me dijo: ‘Otra mentira tuya, no querés correr’. Y me acompañó. Cuando bajamos, se asomó al grupo de gente y se agarró la cabeza, descompuesto. Se acercó y me dijo: ‘Se mató Olmedo. Yo no entendía el llanto de mi papá. Mucho tiempo después entendí que se había muerto más que un familiar. Se había muerto el Negro. Es una anécdota que me marcó mucho de Mar del Plata”.

Anécdota 2: “¡Qué inseguridad que hay en Mar del Plata!”

“Mi familia era muy cholula, desmesuradamente cholula, a niveles vergonzosos. Yo era chiquito y no entendía algunas cosas. Un día entramos a un bar y mi mamá y mi abuela empiezan a gritar ‘Jairo, Jairo’. Nos levantamos, pagaron la cuenta, mi papá me sube a los hombros y empezamos a correr a un tipo que también corría. Y nosotros detrás gritando como locos. Mi mamá lloraba. Yo pensaba ‘este le hizo algo a mi mamá, le robó a mi mamá’. Vos imaginate: corriendo a un tipo, el tipo corriendo de nosotros, mi mamá llorando y todos gritando ‘Jairo’. Al otro día nos sentamos y pasa Piero. Lo empezamos a correr y mi mamá llorando. ‘¡Pero qué inseguridad hay en Mar del Plata, estos tipos cómo roban!’, pienso. A la noche me llevaban a verlos al teatro. Yo decía: ‘Encima que nos roban los tenemos que ir a ver al teatro’. Después descubrí que era un acto de cholulismo en una época en la que no había Instagram y los actores y los músicos eran estrellas. Era muy fuerte verlos en persona”, reflexiona Bossi.

Agregó función: los miércoles

El espectáculo Bossi Comedy Tour agregó nueva función: ahora también se lo podrá ver en el escenario del Teatro Mar del Plata los miércoles, junto a una orquesta en vivo y la cantante Sol Bardi.