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Arte y Espectáculos 14 de marzo de 2023

Marina Seresesky recupera sus orígenes con “Empieza el baile”

La directora argentina presentó su nueva película en el Festival de Cine de Málaga y que tiene como protagonistas a Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale.

Darío Grandinetti y Marina Seresesky durante la presentación de "Empieza el baile" en el Festival de Cine en Español de Málaga. Foto: EFE | Daniel Pérez.

Hace casi veinte años la cineasta argentina Marina Seresesky inició en España un “exilio tranquilo”, que le hizo encapsular la nostalgia que sentía por su país: dejó de tomar mate, apartó su música y no volvió a bailar tangos, hasta que ha recuperado sus orígenes con la película “Empieza el baile“.

En uno de sus viajes descubrió un documental sobre dos grandes bailarines porteños de tangos que fueron muy famosos años atrás y de los que nadie se acordaba.

Ese es el ‘leitmotiv’ de “Empieza el baile”, una deliciosa película de carretera (‘road movie’) que lleva a los protagonistas por paisajes espectaculares entre Rosario y Mendoza.

Con ella, la directora de “La puerta fría” (2016) vuelve al festival español de cine de Málaga, que se celebra estos días, y esta vez para competir por el premio mayor, la Biznaga de oro.

“Esta película me ha ayudado mucho a recuperar mis raíces y que la vuelta a mi identidad (su ‘argentinidad’) sea feliz”, se sincera Seresesky en declaraciones a EFE.

Para “Empieza el baile“, contó con un reparto espectacular: Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale, expertos en lo más difícil, que es unir drama y comedia en el mismo guion, “un tránsito complicado, un filo peligroso”, dice Seresesky, que los tres dominan.

“Es un género rioplatense, el grotesco, donde todo es tragicómico a la vez”, explica Grandinetti por su parte.



En la película Grandinetti es Carlos, un argentino que vive en España, al que no le ha ido mal porque ha cambiado de actividad; desde que dejó su país y a su pareja de baile (y de vida), Margarita (Mercedes Morán) no ha vuelto a bailar.

Ella, tampoco; sigue en su barrio de Rosario, viviendo muy ajustadamente con su amigo Pichuquito (antaño, representante de la pareja), al que tampoco ha cuidado mucho la vida.

Entre estos tres septuagenarios hay mucha vida y algunos secretos que se irán descubriendo en ese camino por la carretera, sorteando la muerte y los recuerdos y recuperando de golpe, como si de ayer se tratase, los tropecientos años que llevan sin verse.

“Lo que les pasa a estos viejos amigos es algo que nos pasa mucho a los actores, y es que se crean vínculos en un rodaje de esos que, si pasan tres años y te vuelve a juntar otra película, al reencontrarte es como si no hubiera pasado ni un día”, apunta Grandinetti.

“Empieza el baile”, según la directora, tiene “la tragedia y la comedia -seguramente por nuestra manera de usar el idioma-, pero también tiene algo que reivindico y que me fascina, que es la ternura, algo que tenemos que revalorizar porque todos la llevamos dentro, entronca directamente con la infancia”.

EFE.



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