Música, risas, una familia por allá, gente bailando por otro lado, un hombre con barba de los colores del arcoiris, otra familia, una chica con una barba de glitter rosa, un chico con su hija en los hombros con una remera de la bandera del orgullo y amigos sacándose una foto con abanicos de arcoiris. El aire que se respiró en la XIII Marcha del Orgullo realizada ayer a la tarde en la ciudad era de pura alegría y un ambiente pintoresco.

A los organizadores les llamó la atención que madres y padres junto a sus hijos e hijas participaran de la movilización. Y no es para menos: en un contexto en el que grupos en todo el país se manifestaron en contra de la Ley de Educación Sexual Integral, ver esta respuesta favorable ante la aceptación de la diversidad generó tranquilidad.

Natalia, de 34 años, decidió acompañar a su hija Isis de 14, junto a su otra hija Alma, de 7, después de que “Isis le comunicara que es bisexual”. ” Estoy orgullosa de ella”, dice.

Luciana juega a un costado del evento con su hija de un año y cuatro meses. “Juntas siempre acompañamos a la comunidad gay para reforzar que se garanticen sus derechos y ampliar por los que hacen falta”, le cuenta a LA CAPITAL. Y agrega: “Quiero que mi bebé naturalice la diversidad”.

Al lado del escenario, una abuela con varios pañuelos verdes de la lucha por la despenalización del aborto lleva de la mano a su nieta Morena de 4 años, que tenía pintado un gran arcoiris en su cachete. “Me parece que nosotros tenemos que acompañar a todos y ella tiene que acostumbrarse a esta diversidad que compone la sociedad“, dice.

Este año, el lema de la marcha rezaba “políticas públicas sin políticas religiosas”, la consigna incluía “basta de genocidio trans/travesti” y el pedido por “una ley nacional del cupo laboral trans”.

Respecto a esto, una de las organizadoras del evento, Cintia Anahí Pili -militante por la igualdad de derechos y oportunidades-, asegura que el pedido laboral para la comunidad trans es una urgencia debido a que “hay muchas compañeras que se encuentran en situación de prostitución y vulnerabilidad”.

Pili asiste a la marcha desde sus comienzos, en el 2005 y manifestó una “gran alegría por la concurrencia, sobre todo por el número de familias y la cantidad de jóvenes”. Emocionada, expresa: “Yo tengo más de 40 años y ver a las nuevas generaciones me pone feliz, porque veo reflejado todo el trabajo que hicimos a lo largo de los años para que ellos no sufran lo que nosotros sufrimos“.

La referente agrega, por último, que si tuviera que darle un consejo a un padre o madre que se encuentra ante la situación de tener un hijo o hija que acaba de comunicarle que es homosexual le diría, en principio, que se acerque a las organizaciones sociales de diversidad para informarse. Después, que piensen desde el amor. “El amor rompe toda barrera. Hay que querernos y ser libres”, dice emocionada.