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Opinión 18 de julio de 2019

Mar del Plata mujer: género y gestión

Por Gustavo Pulti

Estamos comenzando a transitar la llamada cuarta revolución tecnológica, que modificará radicalmente la vida de toda la Humanidad, a partir de los avances de la ciencia genética y las neurotecnologías, y que nos obliga a repensar constantemente el futuro. Y, a la par, hay otra revolución, en el campo social y de las relaciones personales, que es el movimiento mundial de las mujeres, llamado a transformar la cultura y el comportamiento humano en sus raíces centrales: el vínculo entre géneros, la naturaleza de las relaciones humanas, la vida familiar, el mundo político, laboral y empresarial. Las luchas feministas y el universo que ellas alumbran son y serán, sin duda, el acontecimiento transformador de este siglo.

Vivimos aún en una sociedad que no ha dejado de pensar que la mujer es objeto, que debe atender el hogar, parir y criar a los hijos y someterse al hombre. De las luchas de los siglos XIX y XX, el movimiento feminista logró pocos éxitos. El fundamental fue el derecho al voto, que en nuestro país, por ejemplo, se implementó recién a mitad del siglo pasado. Luego, las mujeres se han ido incorporando cada vez más masiva y activamente a la educación superior, al trabajo, a la empresa, a la actividad política, sindical y social.

Todo ello parcialmente y sin que cambiara la matriz patriarcal de la cultura. Un ejemplo evidente de la desigualdad imperante es la diferencia salarial entre el hombre y la mujer que, en término promedio, está en América Latina en el orden del 20% por idéntico trabajo. Hoy en el país alcanza a casi el 30%. Pero la inequidad y la discriminación de la mujer tiñe todo el tejido y la vida social.

Sin embargo, el empuje de estas luchas ha determinado un avance de la posición de la mujer en la sociedad mucho mayor y de manera más acelerada que en los siglos anteriores. La paridad de género en las listas de los partidos políticos es sólo un ejemplo de ello.

En razón de esos avances, de la intensificación de las movilizaciones a favor y en contra del aborto o en contra de la violencia de género, que han alcanzado una masividad antes sólo reservada a la actividad política, sindical o de organizaciones sociales, la problemática de fondo de la inequidad de género ha salido claramente a la superficie.

El debate acerca del cuerpo no se limita ya a ser un fundamento para abogar por el aborto legalizado. Se trata de una discusión filosófica que toca la raíz del vínculo entre el hombre y la mujer. Al margen de las opiniones que dividen a nuestra sociedad en torno de este tema, es evidente que el debate constituye una mirada absolutamente transformadora de la cuestión de la inequidad de géneros y genera una toma de conciencia que es condición sine qua non de la paridad de géneros.

Pero el hecho transformador, esencial en el camino hacia la paridad del hombre y la mujer, es la conciencia cada vez mayor de las mujeres –y también, de manera más paulatina, de los hombres- de que la mujer no es un objeto. La
escritora italiana Elena Ferrante sostiene que en nuestra sociedad la mujer es “el sujeto inesperado”. Inesperado por la cultura patriarcal. Y este avance de la conciencia social determinará profundos cambios que no debemos ignorar ni negar.

Por el contrario, debemos crear las condiciones para la conquista definitiva de la equidad de géneros. Esta es la razón por la que desde Acción Marplatense proponemos dos iniciativas que acompañan las luchas de nuestras mujeres:
1. la creación de Mar del Plata Mujer, un centro de atención integral de la mujer, en materia de salud sexual y reproductiva, violencia de género, autonomía económica y conocimiento de los derechos de las mujeres.

2. Como toda la acción del Estado Municipal debe atender estas problemáticas, debe asumirse desde el mismo la cuestión de género y de la diversidad como una cuestión transversal de la gestión. Por ello, crearemos la Secretaría de Género y Diversidad, de dependencia directa del intendente.

Las mujeres y los hombres de Acción Marplatense asumimos, así, el compromiso de impulsar las transformaciones necesarias para alcanzar la plena igualdad de género y una vida libre de violencia para las mujeres en nuestra sociedad.