Mar del Plata, en el centro de la campaña rumbo a las PASO
Cristina Fernández apuntaló a Kicillof y Raverta. Carrió respaldó a Montenegro y dijo lo que otros no se habían animado. Arroyo volvió a la escena nacional por declaraciones fuera de tiempo. Final anticipado para Tettamanti.
Cientos de marplatenses siguieron desde la Rambla la transmisión de la presentación de CFK en Mar del Plata.
Por Ramiro Melucci
Juntos por el Cambio ve en Mar del Plata a la ciudad que en 2015 respaldó con contundencia a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. A la que dos años después motorizó los votos de la quinta sección para el triunfo de Esteban Bullrich. A la que, en 2007, prefirió a Elisa Carrió cuando el país encumbraba a Cristina Fernández de Kirchner.
Ve, además, a una ciudad siempre reacia a votar a un candidato a intendente peronista. De allí la expectativa del momento: que la devota Mar del Plata sirva para compensar derrotas en territorios hostiles. Y que, en el plano municipal, le obsequie la oportunidad de una reivindicación.
El Frente de Todos observa a la ciudad que es noticia nacional casi siempre que el Indec difunde los datos de desocupación. La que, como ninguna otra, exhibe el fracaso de una gestión local de Cambiemos. La percibe, también, como una comunidad que cuando las condiciones están dadas puede regalar triunfos como el de 2011, cuando los más votados aquí fueron los mismos que en la provincia y el país: CFK y Daniel Scioli. Esa perspectiva le permite anhelar que los votos marplatenses colaboren para redondear una victoria que sería impulsada por las comarcas del conurbano.
Los dos grandes frentes nacionales reconocen el valor, nominal y simbólico, del padrón de Mar del Plata, el tercero más populoso de la provincia después de los de La Matanza y La Plata. Eso explica lo que sucedió el viernes a la tarde, el instante en que la ciudad acaparó la atención nacional por las presencias de la expresidenta y la líder de la Coalición Cívica.
No fue sorpresa que, mientras apuntalaba a Axel Kicillof y difamaba a Vidal, CFK respaldara a Fernanda Raverta. Pero cuando las palabras se pronuncian y las fotos se difunden lo esperable parece adquirir otro ímpetu. El elogio y el abrazo de Cristina implican que la campaña de Raverta rumbo a las PASO acaba de alcanzar su punto de máxima efervescencia.
Tampoco estuvo fuera de lo previsto el apoyo de Carrió a Guillermo Montenegro. Lo anticipaba la inclusión en el segundo lugar de la lista local de Liliana Gonzalorena, de la Coalición Cívica. Es una mujer que, si no sucede nada raro, gane o pierda Montenegro la interna contra Vilma Baragiola se convertirá en concejal.
La visita de Carrió coincidió, tal vez para su deleite, con los percances judiciales que está padeciendo Guillermo Castello para presentarse como candidato a gobernador por el frente de José Luis Espert. Fiel a su estilo, trató al legislador marplatense como un traicionero.
Carrió suele decir sin vueltas lo que el Gobierno elude. Definió a Arroyo como lo que fue: un gran error de Cambiemos. Ninguna figura central del oficialismo lo había dicho nunca en esos términos. Tan simples y directos.
El intendente volvió a ser protagonista por declaraciones fuera de tiempo. Defendió el servicio militar, pidió incluir a mujeres y discapacitados y arremetió sorpresivamente contra los que abolieron su obligatoriedad. Ya sin el bozal que siempre trató de ponerle la gobernadora –generalmente sin éxito–, Arroyo está volviendo a su estado más puro. El de un nacionalista rancio de las huestes de Breide Obeid que saca a relucir su antiguo encono con Martín Balza, el general que reconoció las violaciones de derechos humanos que hicieron las Fuerzas Armadas en la última dictadura.
Aunque recién después de las elecciones se sabrá a ciencia cierta si la decisión de excluirlo de la interna de Juntos por el Cambio tuvo asidero o fue un error estratégico, cerca de Vidal respiraron aliviados: por primera vez desde fines de 2015 no se sintieron en la obligación de dar explicaciones por declaraciones del intendente.
Desde la semana que pasó hay, como se preveía, un candidato menos en el escenario local. Horacio Tettamanti declinó su candidatura tras conocer que su boleta no podría ir adherida a la nacional, provincial y seccional del Frente de Todos. Esgrimió en público el mismo argumento que dio en privado Gustavo Pulti cuando no llegó a un acuerdo para competir por dentro de ese espacio: que fue excluido por decisión de La Cámpora.
Hubo otros puntos de contacto. Tettamanti anunció que presentaría una lista en el filo del cierre de alianzas, cuando Pulti se aprestaba a anunciar su disidencia con Raverta. Enseguida habló de un “poder excluyente”. Y luego presentó una nómina que contenía nombres de la última gestión de Acción Marplatense.
La historia registra, además, un antecedente destacable: en la previa de las elecciones de 2007, Tettamanti bajó su candidatura por el Frente para la Victoria tras denunciar una proscripción. Igual que ahora. Meses después asumió como secretario de Producción del gobierno de Pulti.
Mientras la campaña lo ocupa todo, el intendente trasladó al director de Liquidación y Control de Haberes al Emder porque realizó un informe técnico que le disgustó sobre la bonificación docente. La versión la impusieron rápido concejales críticos de la gestión y nadie la desmintió. Como advirtió Santiago Bonifatti, la decisión representaría un mensaje intimidatorio para los funcionarios de ley –los que no son designados por el intendente–: “Complázcanme o serán trasladados”.
En el Concejo, el oficialismo y sus aliados hicieron una proeza difícil de equiparar: aprobaron el presupuesto sin las ordenanzas que establecen la generación de los recursos. Fue la única manera que encontraron para empezar a encaminar una parte de esas normas desactualizadas que marcan pautas para un año que en gran medida ya transcurrió.
El presidente de la comisión de Hacienda, Alejandro Carrancio, fue una pieza clave para acelerar las conversaciones. También la radical Cristina Coria, que llegó al extremo de sentarse a hablar de números con el secretario de Economía, Hernán Mourelle, a quien le retiró el saludo el día que la llamó “Chirolita” de Baragiola.