Manuel Santos Iñurrieta: “Asumo la mirada del teatro como herramienta transformadora”
Charla con el autor de "Buenos Aires Epica (absurdo para cinco bellas mujeres)". La puesta fue distinguida con el Estrella de Mar a la mejor obra de teatro alternativo y Natalia Escudero, una de sus protagonistas, fue reconocida como mejor actriz marplatense. Se puede ver este viernes en El Club del Teatro.
Con dos premios Estrella de Mar bajo el brazo, el equipo de trabajo de la obra “Buenos Aires Epica (absurdo para cinco bellas mujeres)” está despidiéndose de la temporada marplatense. La obra, escrita y dirigida por el actor, director y dramaturgo marplatense Manuel Santos Iñurrieta, sube a escena los viernes a las 21.30 en El Club del Teatro, con las actuaciones de Alita Núñez, Carmen Domínguez, Guillermina Miravé, Laura Giménez y Natalia Escudero.
La obra es una puesta del grupo Los Internacionales teatro Ensamble, que se estrenó en Buenos Aires en 2017 con otro elenco. Mientras la estaban preparando con el equipo marplatense/miramarense, la pandemia impuso sus tiempos y, finalmente, el estreno fue en septiembre de 2021.
Santos Iñurrieta recurre a su línea de investigación, el teatro épico, histórico y político, para este texto que toma la épica “nacional y latinoamericana que no tiene necesariamente que ver con el relato del viaje del héroe y la epopeya, sino en la búsqueda y rescate de los elementos heroicos que nos rodean día a día, que tenemos al alcance de la mano”, define el autor y director.
Buenos Aires Epica, que desde el título refiere al absurdo -todo pasa en Buenos Aires- obtuvo el Estrella de Mar como mejor obra de Teatro Alternativo y Natalia Escudero como mejor actuación protagónica marplatense, forma parte de una trilogía que se inició con “La competencia”, obra del mismo autor que también está en cartel.
En una charla con LA CAPITAL, Santos Iñurrieta analizó varios aspectos de esta obra nacida en el marco de la nueva ola de la lucha feminista contra los diferentes tipos de opresiones, el rescate de la historia del movimiento y el debate sobre la actualidad y el futuro de la situación. Incluso el texto debate sobre el hecho de un autor, varón, poniendo sobre la mesa una épica feminista.
-¿Qué podés destacar de cada una de estas “mujeres épicas”, de las actrices que representan este texto?
-El elenco MDQ/Miramar de este montaje es notable, son actrices muy potentes con una particularidad que entusiasma y es que todas tienen formaciones y recorridos distintos en la disciplina. Es un elenco heterogéneo y esta condición enmarcada en una rítmica y un trabajo conjunto y coral es fascinante para ver. Como condición para hacer esta obra había que tener un acuerdo general sobre lo que se iba a contar, en cuanto a la temática y a la estética y esto existió desde el arranque, y es el elemento que indica sobre la escena el compromiso con la obra y el respeto al trabajo y al público. Como director y dramaturgo, más no se puede pedir.
-¿Cómo llegaste a la idea del “suicidio poético” para mostrar esas opresiones enquistadas en la sociedad?
-Casualmente el entramado perverso de las relaciones sociales propuestas por este sistema nos conducen a un estado de alienación y opresión fabuloso e insólito. Una suerte de jaula invisible de la cual es difícil escapar. El suicidio aquí, paradojalmente, parece ser la única manera de “ser” libres, la forma de asumir el mando, el control y el destino de nuestras vidas.
-¿Qué recursos, valores, encontraste en el absurdo para visibilizar estas temáticas?
-El nudo argumental de la obra es absurdo, aunque debo decir en rigor, que no es una obra estrictamente del género absurdo, porque tiene además elementos de lo lírico y poético, de lo épico e histórico. Pero claro que el humor que se desprende de lo absurdo viene teatralmente a ayudarnos a descomprimir situaciones dramáticas y de gran densidad temática dando respiro al espectador y logrando una empatía necesaria y afectiva para afrontar la obra.
-¿Qué violencias patriarcales (quizás por tan naturalizadas o escondidas) te preocupan más?
-Viniendo del ámbito del teatro, el arte y la cultura, impresiona ver y descubrir los resortes que se emplean para la construcción de un imaginario social, que delimita claramente el deber ser de la mujer y el del hombre, y que a su vez justifica, ratifica y avala la violencia silenciosa o explícita del hombre hacia la mujer. Imaginario social, construido desde una posición dominante de clase.
-¿Cuál es el valor del teatro en esta búsqueda de desmontar el “entramado cultural, económico y político que sostiene las violencias y opresiones”?
-Yo creo que el teatro tiene muchos atributos y entre ellos el de ser herramienta transformadora. Yo asumo esa mirada y ese destino, buscando un teatro de arte, de calidad y excelencia. Creo que desde el teatro y el arte en general se puede hacer mucho para despertar la conciencia de los hombres y mujeres que viven ‘en el reino de este mundo’ (como decía el poeta).
-Esta temporada también han subido a escena La Competencia y Construcción poética de un recuerdo. A Silvia Filler. ¿Cómo es la convivencia de estos proyectos con contenidos políticos, ideológicos y compromisos bien marcados?
-Esa es la búsqueda de mi lenguaje teatral, quiero decir, buscar la mejor manera de expresarme/nos desde un teatro que me represente como generación, como hacedor aquí y ahora. Un teatro épico, político, histórico que como decía, busque un espectador activo con quien dialogar y celebrar la fiesta teatral. Un teatro sin miedos y sin patrón. Un teatro que no viene a decirnos cómo es el mundo, pero un teatro que no se esconde, que tiene opinión sobre ese mundo.
Las obras “La competencia, absurdo para tres” y “Buenos Aires Epica, absurdo para cinco bellas mujeres”, forman parte de una trilogía. (La tercera obra está en proceso). Son obras hermanas con un mismo corte y clave desde el humor.
La obra sobre Silvia Filler encara, evocativa y afectivamente, el acontecimiento histórico y político concreto. Puedo decir sin sonrojarme que el proceso de escritura de esta obra (pudiendo hablar con protagonistas y familiares como Lila y Marta Filler, y Eduardo Nachman, por ejemplo) me hace mejor artista. Y esto lo digo porque entiendo que la práctica teatral es una relación y una praxis dialéctica, en movimiento, con un destino transformador, no filantrópico. Al transformar, me transformo.
Afortunadamente las obras despliegan formas distintas, pero forman parte de una cosmovisión colectiva, y subjetiva de un grupo de teatro independiente de este país.
Las obras son bien recibidas por el público, los temas están planteados con respeto. Pueden despertar distintas emociones y sentires, diferencias y coincidencias, amor u odio, risa o llanto, todo eso forma parte. Lo que no puede haber es indiferencia.
-Como marplatense referente del teatro independiente, radicado en Buenos Aires, pero con permanente contacto con la situación artística local ¿cómo ves la realidad del teatro independiente en la ciudad?
-El teatro independiente de Mar del Plata es un orgullo. Diría que es un movimiento que va creciendo en calidad y cantidad de manera significativa. Obras, elencos, salas, centros culturales, festivales, circuitos, cada vez más y más. Creo que es una expresión artística que va encontrando su identidad, que va ejerciendo un sano distanciamiento crítico de los que sucede en los dos meses de temporada ya que no es un justo parámetro, más aún ante la contundencia de su volumen productivo. Claro que esta jubilosa necedad que nos caracteriza a los teatristas no puede caer en saco roto por actitudes voluntaristas, sino que tiene que transformarse en política cultural, social y política-política, para potenciar la tarea y generar mejores condiciones laborales y de vida a todos y todas.