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Cultura 19 de septiembre de 2016

Manuel Antín se rebela como escritor en “Alta la Luna”

En una novela existencialista muestra sus virtudes como narrador.

Hace 58 años, antes de iniciar su carrera como cineasta, Manuel Antín escribió “Alta la Luna”, una novela de tono existencialista sobre la rebeldía frente a la injusticia y la resignación, una obra febril y extraña cuya trama transcurre en el espacio mental del protagonista, y que el autor mantuvo oculta hasta ahora, que fue descubierta y publicada -a contrapelo de su pudoroso secreto- por la editorial Aurelia Rivera.

Se trata de un texto intenso y ciertamente angustiante, en el que el protagonista es un joven golpeado y movido por una frustración amorosa, pero especialmente interesado en cambiar el statu quo de un mundo desigual e inhumano, intentando hacer justicia por mano propia contra el patrón de un circo, un hombre ambicioso, egoísta y dañino que vive sembrando el miedo y la humillación entre sus hambrientos empleados.

“El lector juzgará si fue una buena idea convertir este manuscrito en libro. Al principio dudé si publicarlo, me parecía extraño cambiar de personaje, de cineasta a escritor, de un día para otro. Otra persona, otro tiempo, no parece que fui yo quien la escribió. Aunque es cierto que es parte de mi vida”, afirmó Antín, que a sus 90 años dirige la Universidad del Cine de Buenos Aires, que él mismo fundó.

El cineasta, que nunca pensó llevar su novela al cine, pero sí filmó diez películas inspiradas en textos de Cortázar, Roa Bastos, Güiraldes, Hudson y Beatriz Guido, señaló que se trata de “un texto inconformista que escribí hace muchos años. Por cierto que con el tiempo, uno se acostumbra a vivir rodeado de situaciones en las cuales no cree o con las cuales no está de acuerdo”.

“El mundo de esta novela es el mundo del circo, tiene mucho que ver con el poder y la teoría de que el poder nos marca a todos muy profundamente. Tal vez describo un mundo excesivamente cruel y adverso, quizás más de lo que realmente es. El lector lo juzgará”, sostuvo Antín en relación al universo expuesto en “Alta la Luna”, un espacio mental, casi fantástico, con una temporalidad extrañada.

Atravesada por la filosofía existencialista y por la efervescencia política que el mundo vivía a fines de los 50′, donde la incomprensión de la vida se mezclaba con una profunda necesidad de rebeldía frente a las injusticias y de resistencia ante el conformismo y la resignación, la segunda novela de Antín apela a un estilo de discurso indirecto libre y a algunos recursos visuales cercanos al cine para estructurar un relato cíclico.