Malvinas: la valiente artillería argentina que le plantó batalla a la poderosa Fuerza Aérea británica
La defensa antiaérea de Puerto Argentino logró derribar 14 aviones y 30 helicópteros ingleses durante la guerra de 1982. Sin el trabajo de los soldados el conflicto habría finalizado a pocas horas de su iniciación
*Por Martín Balza
Las características propias de la defensa aérea (antiaérea) y su íntima relación con el desarrollo de una alta tecnología nos recuerdan que el combate contra el enemigo era muy precario en la Primera Guerra Mundial. Era la época de los biplanos Fokker y Morane Saulnier y del legendario Barón Manfred Von Richthofen. Unos años antes el mariscal Ferdinand Foch dijo: “Los aviones son unos juguetes interesantes, pero carecen de valor militar”. En la Segunda Guerra Mundial fue un factor decisivo en la victoria aliada. Aparecieron los Stuka, Spitfire, Mitsubishi (Zero) y B-29. En Corea, 1950, operaron los primeros Jets: Sabre F-86 y el MIG-15.
En Malvinas (Puerto Argentino), desde fines de abril de 1982 operaba un Sistema Conjunto de Defensa Aérea integrado por armas y radares, que dirigió la mayoría de los ataques de la Fuerza Aérea Sur con base en el continente. Esto proporcionó ayudas de aeronavegación, de búsqueda y rescate. Fue significativo el aporte del mayor de la Fuerza Aérea Hugo Maiorano, y del capitán de corbeta Héctor Silva. El grupo también lo integró el teniente coronel Héctor L. Arias, quien además condujo los modernos sistemas de armas- misiles y cañones- de la Artillería Antiaérea del Ejército. Excepto una sección de cañones que operó en Darwin-Pradera del Ganso a órdenes del subteniente Claudio Braghini.
Bombardeo a Puerto Argentino
El 1°de mayo, un avión Vulcan XM 607, bombardero de gran altura perteneciente al Escuadrón 101 de la Real Fuerza Aérea (RAF), lanzó 21 bombas de 1000 libras cada una sobre la península del aeropuerto de Puerto Argentino. El avión había despegado de la isla Ascensión y en un vuelo de 5.600 kilómetros fue reabastecido más de diez veces en el aire. Se trató de la operación aérea más importante realizada después de la Segunda Guerra Mundial. La máquina fue detectada por nuestros radares de vigilancia aérea (más de 300 kilómetros de alcance), pero no entró dentro de las posibilidades de los sistemas propios de armas antiaéreas, que tenían un alcance máximo de 6 kilómetros.
Las bombas afectaron las instalaciones del aeropuerto, pero solo produjeron un daño menor en un sector lateral de la pista, que quedó operable. Esa misma mañana, a las 07.45 y a las 08.25 hs, se repitieron ataques sobre el aeropuerto con 4 y 5 cazabombarderos Sea Harrier respectivamente, que lanzaron bombas de 250 libras y destruyeron depósitos de combustibles. Con seguridad, se derribaron dos máquinas y una tercera se alejó visiblemente averiada.
En las Islas disponíamos de dos radares de adquisición de blancos aéreos (uno del Ejército y otro de la Fuerza Aérea) con más de 300 kilómetros de alcance. El principal y moderno sistema de armas (cañones, misiles y radares de tiro) pertenecía al Ejército: misiles Roland (6 km), cañones bitubo Oerlikon-Contraves de 35 mm (4,5 km) y misil portátil tierra-aire Blow Pipe (3,2 km).
Según fuentes británicas, ellos poseían 24 cazabombarderos Sea Harrier de la Royal Navy y 10 de la RAF, embarcados en sus portaviones “Hermes” e “Invencible”, y equipados con misiles aire-aire entregados por los EEUU. Además, 6 bombarderos Vulcan, no menos de 4 Hércules C-130 y otros medios de reabastecimiento aéreo con asiento en la isla Ascensión. También, tenían de más de 100 helicópteros de distinto tipo. En cuanto a su principal armamento antiaéreo, contaban con misiles Sea Dart (80 km), Sea Wolf (10 km), Rapier (8 km) y Blow Pipe (3,2 km). En síntesis, el enemigo nos superaba en cantidad y calidad de aeronaves, y en alcance y cantidad del armamento.
No puedo omitir señalar los inconvenientes que se originaban en la capacidad de responder a la guerra electrónica que perturbaba a los radares. Contra esa interferencia y engaño, la defensa más eficaz era la conocida como “agilidad” (cambios) de frecuencia que poseían los equipos más modernos. Otra amenaza del enemigo aéreo eran los misiles antirradiación (tipo Shrike), destinados a destruir radares atraídos por la emisión magnética emitida por los equipos.
Foto: Télam.
La pelea con un enemigo poderoso
El enemigo lanzó 5 o 6 de ellos, pero solo uno, el 3 de junio, hizo impacto en un radar de tiro del Grupo de Artillería Antiaérea 601 y produjo la muerte del teniente Alejandro Dachary, del sargento René P. Blanco y de los soldados Oscar D. Diarte y Jorge A. Llamas. La artillería antiaérea fue la unidad que sufrió los mayores muertos en un sector de 18 kilómetros comprendido entre la península del aeropuerto (al este) y el cerro Sapper Hill (al oeste). Fueron un oficial, tres suboficiales y cinco soldados. En esa zona estaban ubicados las instalaciones logísticas, los principales Centros de Comand, los regimientos de infantería (RI 3, RI 6 y RI 25), la artillería terrestre (GA3 y GA4) y una parte del Batallón de Infantería de Marina 5.
Las pérdidas británicas fueron del orden de los 14 aviones (12 entre el 1° y el 30 de mayo, y 2 los días 1°y 8 de junio), todos derribados por los sistemas de Armas del Ejército, y treinta helicópteros en distintas circunstancias. Al respecto, la revista francesa especializada Armada Internacional expresó en una nota de enero de 1983: “Siempre se supuso que para las fuerzas del Tercer Mundo, con modestos recursos en efectivos competentes, el entrenamiento plantearía serios inconvenientes. No obstante, parece ser que en lo que respecta al sistema Oerlikon-Contraves de 35 mm y al (radar) Sky Guard, las tropas argentinas estaban perfectamente capacitadas y emplearon eficientemente sus medios”. Por su parte, el estadounidense Thomas Milton dijo: “Los argentinos, con medios inferiores en número y calidad, demostraron una peligrosidad tal que obligó a los británicos a volar a gran altura, fuera del alcance de los misiles y cañones antiaéreos”.
Malvinas fue la primera guerra de la era misilística. El 1° de mayo, la Artillería Antiaérea del Ejército tuvo su bautismo de fuego. Sin la profesionalidad de sus hombres, los Harrier y los helicópteros británicos habrían atacado con la misma impunidad que sus buques; más aún: el conflicto habría finalizado a pocas horas de su iniciación.
*Ex Jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica