La última del año fue una semana a puro vértigo en materia política, económica y judicial, casi como el tiempo de preparación del estruendo esperanzador que conlleva la noche del 31. Día a día, las resonantes novedades que fueron explotando de a una por vez, terminaron de cerrar un cuadro de fin de año muy revuelto, especialmente para Mauricio Macri y para Cristina Fernández, aunque por distintos motivos. Y entre tantas pálidas, llegó la explosión de una súper-bengala de colores: el tremendo éxito del blanqueo, quizás la noticia más relevante de todo 2016.
Ambos personajes tuvieron una característica en común, ya que comentaron públicamente, aunque de maneras muy distintas, las situaciones que les tocó vivir. La ex presidenta, a quien la Justicia le aplicó tres reveses en seguidilla (la apertura de la investigación de la denuncia de Alberto Nisman por el encubrimiento a Irán en la voladura de la AMIA fue un golpe al mentón), lo hizo a través de las redes sociales, mezclando demasiado las cosas, sacando conjeturas, acusando al Gobierno de todos sus males y buscando una victimización, aún a costa de muchas ambigüedades, que a estas alturas sólo cala entre sus más fanatizados seguidores.
Por caso, los tuits sobre la causa del dólar-futuro (fallo de la Corte que ratificó a todos los jueces recusados por ella, a Claudio Bonadio en primer lugar) y sobre el embargo millonario por el direccionamiento de la obra pública hacia Lázaro Báez que le propinó el juez Julián Ercolini en una Resolución de casi 800 páginas que recoge una importante denuncia de Vialidad Nacional (con más de 300 folios de “pruebas”) y la relaciona con otras de Elisa Carrió y Margarita Stolbizer, tuvieron un costado político evidente.
Mientras tanto, los juicios a Milagro Sala, con fallos que derivaron en su culpabilidad durante la semana, le sirvieron para denunciar, inclusive, que en la Argentina “pasamos la primera Navidad con presos políticos, desde el inicio de la democracia”. Muy fuerte en cuanto al concepto, pero no menos que mezclar la “asociación ilícita” que le aplicó a ella Ercolini, un juez de la democracia, con que esa figura penal fue “creada por los gobiernos de facto”.
En cambio, el único tuit que emitió apenas tras conocer que será investigada por aquella denuncia de Nisman, mostró que se había salido definitivamente de carril: “Me acusan de encubrir el atentado a la AMIA ocurrido hace 22 años”, dijo y esa afirmación resulta ser una notoria falacia, ya que la investigación del fiscal muerto hace casi dos años alude al Memorándum con Irán impulsado por ella y ratificado por el Congreso en 2013. “Les falta acusarme de la muerte de (John) Kennedy”, agregó con patética ironía. “Vive en su propio planeta”, le retrucó Macri.
En tanto, el Presidente habló largo y tendido de una veintena de temas por varias radios que actuaron como propaladoras de sus dichos, amplificados luego por las agencias de noticias, por las páginas web y por los diarios de papel del día siguiente. Es rara la ambigüedad del Gobierno en esta materia, como si las redes sociales hubiesen dejado de ser de pronto las niñas mimadas de la comunicación y Macri haya tomado conciencia al fin que masividad, tal como enseñan algunos gurúes, no significa llegar a los decisores, al “círculo rojo” de interesados en la política que tanto él critica, cuyos miembros todavía se informan por los periódicos tradicionales.
La salida de Prat Gay
Entre las zozobras que vivió el Presidente durante esta semana de vacaciones en el Sur, hay que reportar que no la pasó nada bien en Villa Traful (Neuquén), cuando la camioneta en la que viajaba recibió pedradas que le rompieron dos vidrios. Este periodista criticó mucho las fallas en la seguridad y al propio Macri por huirle a los protocolos de su custodia, ya que no cumplirlos es una cuestión de Estado y eso incluye hasta “desobedecer” sus órdenes, se dijo, Y se añadió algo que el mismo consiente: “La verdad es que soy en parte responsable por exponerme… Pero, para mí es un valor estar en contacto con los argentinos”, dramatizó por la radio.
Lo que hizo mucho ruido interno en el gobierno nacional fue la salida de Alfonso Prat-Gay, un ministro clave que saltó de su silla por desavenencias internas, aunque se colgó tres medallas que nunca nadie le podrá arrancar: la salida del cepo, el arreglo con los holdouts y la instrumentación de un blanqueo que hasta ahora sumó 90 mil millones de dólares. Algunos suponen que esto último no fue mérito ni de Prat-Gay ni menos de la credibilidad del Gobierno, sino de la apretada que le pegó el mundo a los argentinos que querían seguir escondiendo sus bienes, pero ahí está la plata y las propiedades, lo que produjo en multas y lo que sumará al Fisco de ahora en más, año tras año.
Pero, además, como secuela de esa salida forzada, estuvo la novedad de la división funcional del área de Hacienda y Finanzas, con más burocracia que atender y con menos poder individual para los delegados en cada área, aunque también se explicitó que la primera supervisión quedará a cargo de la Jefatura de Gabinete. Este punto no es menor, porque los hombres de negocios querían saber quién tomaba las decisiones, sobre todo a la hora de dirimir diferencias, ya que todo el mosaico ministerial hasta ahora no lucía demasiado aceitado.
Es decir que Macri, quien abomina de los superministros, le acaba de renovar la confianza a una superestructura de tres, entendiendo que lo que no hicieron en un año, ya sea porque debieron acomodarse o porque Prat-Gay se resistía, lo podrán hacer de ahora en más. Y aunque no lo haya explicitado y en referencia al cuento del conde Lucanor y el “dadme agua a las manos”, bien vale preguntarse si ésta no será también una última oportunidad para quienes hoy son sus “ojos y oídos”.
Desde lo estratégico y para afuera, el recambio fortaleció entonces al Presidente, quien marcó la cancha, apuntaló el viraje hacia una mayor eficiencia y demostró que es el verdadero DT de tan rara amalgama ministerial. Ya se verá también, de ahora en más, cuál es el rol de Rogelio Frigerio, presente el último jueves en el almuerzo de coordinación con los nuevos funcionarios. Este ministro es nada menos que uno de los héroes políticos de la reformulación del Impuesto a las Ganancias y es quien maneja la obra pública y la relación con los gobernadores y fue quien le anunció a la prensa que se viene, por fin, una Reforma Tributaria integral.
Tras ese almuerzo, DyN le preguntó a uno de los presentes sobre lo conversado en la reunión y confidenció que se habló de “una reducción del gasto que haga más eficiente la ejecución presupuestaria, pero sin descuidar la obra pública y la relación financiera con las provincias”. Exactamente, lo mismo que, en trazos más bien gruesos, sostuvo Nicolás Dujovne cuando fue presentado en sociedad este viernes, como flamante ministro de Hacienda.
Ahora, habrá que evaluar si el joven economista que llega al Gobierno con pasado en la UCR, podrá hacer fiscalmente con peine fino lo que Prat-Gay no quiso o no pudo concretar: pasar en limpio la maraña de gastos del Estado para posibilitar una baja de impuestos que haga más competitiva la economía. Y ver si lo puede realizar en un año electoral, su segundo gran desafío. En su primera intervención pública, el nuevo funcionario ha marcado una clara línea sobre sus expectativas de hoy, que conviene repasar.
En primer lugar, hay que consignar que Dujovne se ubicó mucho mejor que Marcos Peña en el problema. Mientras el Jefe de Gabinete, quien no es economista, dijo el día que dio por despedido a Prat-Gay que a su sucesor se le había pedido un “plan fiscal”, en su primera intervención pública el ministro siguió un argumento de pura lógica: “yo parto con mi principal desafío que es cumplir con el Presupuesto 2017, votado por amplia mayoría en el Congreso”, señaló.
El nivel de endeudamiento
Qué mejor “plan fiscal” que seguir ese instrumento, escribió este periodista en la semana, cuando recordó que el “barril sin fondo” del gasto público fue el detonante de la salida del ministro anterior, amplificado por las críticas que recibía Prat-Gay sobre su secretario de Hacienda, el kirchnerista Gustavo Marconato, a quien lo acusaban de “quinta columna”, de “pisar” pagos a las provincias y de no recortar absolutamente “nada”.
Y partir de esa contundente definición institucional sobre el valor de la Ley de Presupuesto, Dujovne le agregó algunos condimentos: “producto del blanqueo es probable que tengamos mejoras en los ingresos, superior a las que teníamos presupuestadas y si tenemos un exceso de recursos me gustaría dedicarlos a disminuir en parte el déficit de 4,2 por ciento que teníamos pautado”, planteó.
Realista, aseguró además que la gestión que iniciará el próximo lunes apuntará a “mejorar la infraestructura, reducir el déficit y eliminar impuestos distorsivos, objetivos contradictorios entre sí”. También remarcó que su intención es “hacer que el gasto público sea mucho más eficiente para bajar los costos que impiden que la Argentina pueda duplicar sus exportaciones en pocos años”, una de las cuestiones que el sector productivo más señala cuando reclama que el Estado ayude a la competitividad de la economía que, por el lado del tipo de cambio, tiene problemas, salvo en estos últimos días del año, justamente por los ingresos del blanqueo.
Y si bien no se conocen funcionarios que anuncien “ajustes”, Dujovne se preocupó en aclarar que, “a nivel nacional, no nos sobran empleados públicos”, al tiempo que dijo que mirará “muy finito cómo se está gastando” y recordó que, a la inversa de otros que creen que los tributos a repartir son de los gobiernos, “estamos administrando recursos de terceros, de la sociedad y queremos gastarlos bien”.
Está más que claro que cuánto mejor le vaya a Dujovne, menos trabajo tendrá su colega de Finanzas, ya que el nivel de endeudamiento será menor. Justamente, Caputo destacó “la sustentabilidad” de la deuda argentina, aunque consideró como “un error enorme” seguir financiando el déficit fiscal con deuda, a pesar de que confirmó que este año se tendrán que emitir “22 mil millones de dólares”, una parte sustancial para renovar los voluminosos vencimientos del Bonar 2017 que colocó Axel Kicillof en 2014.
Todas estas menciones de uno y de otro ministro van muy en línea con una de las frases que dejaron los multireportajes de estos días al Presidente, lo que demuestra que Macri es ahora, además, el Gerente General, quien fija una línea y la comunica: “En el largo plazo no es sostenible este nivel de déficit. Hoy, lo estamos resolviendo con deuda, pero eso es algo transitorio, para permitir que nos acomodemos”, definió para gozo de los moderados.
Está bien claro que, en 2017, los ortodoxos le seguirán pegando por gradualista, mientras el kirchnerismo continuará esperando que, por ser “de derecha”, se caiga aunque, por ahora, zafó bastante bien de los múltiples ruidos de este fin de año turbulento y se prepara para afrontar la batalla del año electoral. Ya se verá cómo reacciona Macri si la realidad de los precios y de los piquetes lo vuelven a condicionar, tal como pasó con lo fiscal: si sólo con cosmética o si, envalentonado por esta experiencia, sale de los problemas con más cambios.
Lo más visto hoy
- 1Murió una joven que había sufrido una caída en su motocicleta « Diario La Capital de Mar del Plata
- 2Detuvieron al asesino del hombre en el barrio Bernardino Rivadavia: es el hermano « Diario La Capital de Mar del Plata
- 3Cómo estará el clima este viernes en Mar del Plata « Diario La Capital de Mar del Plata
- 4Cambio en los feriados turísticos: hoteleros pedirán que se revierta la medida « Diario La Capital de Mar del Plata
- 5Con una edición austera y marcada por sus 70 años, empezó el Festival de Cine « Diario La Capital de Mar del Plata